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El sendero más bonito de España está en Navarra: un paraíso natural por descubrir con carpes autóctonos y una cueva sagrada
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BROTA AGUA CON PODERES CURATIVOS

El sendero más bonito de España está en Navarra: un paraíso natural por descubrir con carpes autóctonos y una cueva sagrada

Su entorno boscoso, formado principalmente por densos bosques de hayedos y robledales, es hogar de una fauna variada y de especies vegetales autóctonas que hacen de este lugar un verdadero refugio de naturaleza virgen

Foto: Imagen de la Reserva Natural San Juan Xar, en Navarra. (Turismo de Navarra)
Imagen de la Reserva Natural San Juan Xar, en Navarra. (Turismo de Navarra)

Navarra deslumbra con sus pequeños caseríos de piedra, el trazado medieval de sus villas, los rincones encaramados a la sierra y, por supuesto, esos balcones que miran al gélido Pirineo. Aunque la primavera ya se ve lejana, con el frío que ya se cuela entre los vaqueros, siguiendo su telúrico ciclo, el otoño también permite que admiremos en el silencio de los bosques la explosión de una vida renovada que se abre paso.

Entre los colores ocres y dorados, animales como los ciervos se ocultan, mientras algún turista disfruta en la ciudad de un guiso de puchero, tan típico y apetecible en esta época del año. Situado en la comarca de Cinco Villas, entre las localidades navarras de Igantzi y Arantza, se ubica la Reserva Natural de San Juan Xar, que termina en un santuario natural que atesora el único bosque autóctono de carpes o Carpinus betulus, también conocidos como abedulillos, de España. Según los turistas, en él encontramos uno de los senderos más bonitos de la península.

Foto: Imagen de la Selva de Irati, en Navarra. (iStock)

Protegida desde el año 1987, esta área es famosa por su vínculo con antiguas leyendas que constatan el poder curativo de las fuentes que rodean el complejo, especialmente para los que sufren problemas de piel, que se encuentran durante la ruta. Otro de los puntos de interés que llaman la atención es la ermita de San Juan Bautista, una gruta natural oculta entre una hilera de arces, fresnos, robles y castaños centenarios que contiene en su interior una imagen del santo.

Una cueva con aguas milagrosas

Coma manda la tradición, cada 24 de junio, hay que beber de los tres caños de agua, empañar un clínex o pañuelo con agua de las tres fuentes y posteriormente frotar la parte afectada para que se obre el milagro. Y no hay que olvidar el último paso: dejar los pañuelos que se han usado para el ritual en las inmediaciones del bosque. Unos días más tarde, es el cura de la gruta-ermita el que se encarga de recogerlos y quemarlos. Dicen que antaño los rezos y oraciones estaban dedicados a las lamiak (ninfas) que habitaban por la zona, según la mitología vasca, antes de que los turistas con sus visitas enturbiaran la calma de una rica biodiversidad.

La reserva es un pequeño paraíso dentro de la Comunidad Foral de Navarra. Su magia se multiplica en otoño, cuando se instaura en los bosques una paleta cromática de singular belleza. En 2014, tuvo el honor de competir junto a los 16 finalistas que optaban a Mejor rincón de España. Aunque no lograron hacerse con el premio, su encanto natural no pasó desapercibido. Ese año, la corona fue para el puente romano de Alcántara, en Extremadura, y la ermita de San Felices, en La Rioja.

Cerca de San Juan Xar, existe una famosa cueva que merece una visita: la de Zugarramurdi, escenario de los akelarres o rituales de brujería, que acabaron por deseo de la Inquisición en 1610. A poca distancia de allí, también se encuentra el Señorío de Bértiz, una impresionante reserva natural de 2.052 hectáreas, que parece sacado de un cuento. Este espacio ofrece vistas únicas sobre el valle de Baztán y es un espectáculo continuo de luces y colores que cambia tras cada estación.

Para acceder a la Reserva Natural de San Juan Xar, se debe tomar la carretera que conecta Igantzi con Arantza, dirigiéndose hasta el kilómetro 4,4, donde se encuentra el acceso principal a la reserva. Desde la entrada, un sendero señalizado acompaña el cauce del río, proporcionando un entorno tranquilo y pintoresco. El recorrido, que se desarrolla entre un frondoso bosque de hayas y robles, permite a los visitantes adentrarse en este espacio protegido de forma cómoda y rápida. En solo unos minutos, el sendero conduce hasta la fuente y la ermita. Y cuando cae la tarde, la luz crea una postal mágica.

Navarra deslumbra con sus pequeños caseríos de piedra, el trazado medieval de sus villas, los rincones encaramados a la sierra y, por supuesto, esos balcones que miran al gélido Pirineo. Aunque la primavera ya se ve lejana, con el frío que ya se cuela entre los vaqueros, siguiendo su telúrico ciclo, el otoño también permite que admiremos en el silencio de los bosques la explosión de una vida renovada que se abre paso.

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