La ermita de Cantabria incrustada en un acantilado que desaparece en marea alta: custodia reliquias de dos santas
Durante siglos, el templo, integrado en el relieve rocoso, ha resistido los embates del mar y los efectos de la erosión costera gracias a su enclave estratégico
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Los rincones más mágicos de la región son los que no se ven a simple vista. La Ermita de Santa Justa, levantada en el siglo XVI, se encuentra dentro de una cueva natural frente al mar Cantábrico, a la altura de Ubiarco, un pequeño pueblo en el municipio de Santillana del Mar. Su ubicación es realmente única: está incrustada en una formación rocosa, sobre un acantilado, formada en el núcleo de un espectacular pliegue anticlinal, lo que la hace especialmente vulnerable a los efectos de las embestidas del mar y las inclemencias del tiempo.
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A pesar de la braveza del mar que, en ciertas épocas del año, ha debilitado su estructura, el templo ha resistido las embestidas del mar gracias a la base sólida que le confiere la roca. Aquello que no sale en las guías del viaje, parece que no existe. Los turistas suelen aprovechan sus días de descanso para dar un agradable paseo por las calles empedradas de Santillana del Mar y degustar leche de vaca fresca a pie de calle, con sobao o quesada casera, sin acercarse a conocer esta peculiar ermita, declarada como Bien de Interés Local con categoría de inmueble.
Un refugio sagrado a orillas del mar
Los constructores aprovecharon la geografía del lugar para erigir esta parroquia, levantada a partir de las reliquias de Santa Justa y Santa Rufina. Cada 19 de julio, se rinde culto a estas dos hermanas sevillanas y devotas del cristianismo que fueron perseguidas y martirizadas por su fe, cuando la imagen de la Virgen es llevada en procesión. Su importancia fue tal que, en 1578, las autoridades locales dictaron ordenanzas que multaban con 100 maravedíes a quienes no asistieran a la tradicional romería de Santa Justa.
En 2022, Obras Públicas acondicionó una senda peatonal de unos 260 metros que transita a media ladera desde el puente sobre el arroyo Rabió con unas vistas de ensueño. Desde las alturas, ofrece a sus visitantes la posibilidad de admirar la torre de San Telmo, una antigua atalaya medieval que servía para controlar la llegada de los barcos y proteger la costa de los ataques de piratas y corsarios.
El templo fue construido aprovechando el relieve rocoso que rodea la playa de Santa Justa, al que solo se le añadieron dos paredes de mampostería y un tejado a un agua. Su ubicación privilegiada frente al mar le obliga a pagar algunos inevitables pasajes: cuando hay marea alta, la ermita desaparece momentáneamente.
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Además, las paredes de su interior se humedecen, y hay desprendimientos que son testigos de su resistencia a lo largo de los años. En 2014, un fuerte oleaje hundió parte del coro y la ermita permaneció cerrada durante cuatro años, el tiempo que duraron los trabajos de rehabilitación.
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