El puerto natural más bonito de Cantabria que está rodeado de naturaleza: perfecto para los amantes de la fotografía

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El muelle de Los Cantos, ubicado en Suances, es considerado uno de los puertos naturales más pintorescos de Cantabria, ideal para aquellos que disfrutan de la fotografía. Su ambiente sereno y su entorno natural lo convierten en un destino perfecto para capturar imágenes impresionantes, especialmente durante el otoño, cuando la luz cálida y las sombras suaves transforman el lugar en una postal viviente.

Este pequeño embarcadero, con aguas tranquilas y rodeado de montañas, es un rincón escondido que ofrece una experiencia única para quienes buscan desconectar en plena naturaleza. Además de ser un enclave encantador para pasear, tiene una rica historia que se remonta al siglo XII, cuando servía como punto de paso entre Suances y Miengo. Hoy en día, su entorno forma parte de la vía verde del Besaya. Con un embarcadero artesanal que alberga embarcaciones coloridas, su ambiente invita a la contemplación, siendo un destino que evoca tranquilidad y nostalgia.

El muelle de Los Cantos fue, durante siglos, una parada obligada para los pescadores de la zona. Antes de la construcción del puerto actual de Suances, era común ver a los marineros atracando aquí para luego dirigirse a sus hogares, ubicados en el barrio de Cuba de Abajo. A lo largo de la historia, este lugar ha sido testigo del paso de varias generaciones de marines, y hoy en día, sigue siendo un refugio para pequeñas embarcaciones y un atractivo para los amantes de la historia y la naturaleza.

Un tesoro escondido para los fotógrafos

Con una profundidad que varía entre tres y ocho metros, el Muelle de Los Cantos, se transforma en el mejor lugar para atracar sus barcos. Además, la cercanía con el río San Martín de la Arena y las montañas que lo rodean hacen que este rincón sea perfecto para paseos en familia. La senda que conecta el muelle con el centro de Suances se puede recorrer a pie o en bicicleta, brindando vistas panorámicas del mar y la montaña.

Este muelle, que aparece mencionado en la obra La Puchera, de José María de Pereda, conserva el encanto de tiempos antiguos y sigue siendo un lugar de encuentro para los vecinos, que disfrutan de las vistas de la ría y del vaivén de los barcos.

Para los visitantes que desean capturar la magia de este puerto en una instantánea, no hay mejor escenario que el atardecer, cuando los tonos cálidos del cielo contrastan con las embarcaciones en reposo. Además, la posibilidad de interactuar con los pescadores locales añade un toque auténtico a la experiencia. Es uno de los pocos puertos que ha mantenido su encanto tradicional, siendo accesible y perfecto para una escapada en familia o para los aficionados a la fotografía.