El pueblo fantasma a menos de dos horas de Barcelona donde nació la leyenda de "la niña de la curva": perfecto para visitar en Halloween
Situado en el Parque Natural del Garraf, hay un caserío despoblado que es una atracción recurrente para los amantes del misterio. Entre sus enclaves terroríficos, destaca la conocida como "casa poltergeist"
Imagen de Jafra, la aldea abandonada en Cataluña repleta de misterios en torno a Melinda, conocida como la "niña de la curva". (Flickr)
En la penumbra de la noche de Halloween, España se convierte en un escenario mágico y enigmático, donde los ecos del pasado susurran entre las ruinas de pueblos fantasmagóricos. Desde la desolada esencia de Belchite, en Zaragoza, que es testigo de una guerra olvidada, hasta la mística atmósfera de Granadilla, en Cáceres, con sus casas abandonadas que cuentan historias de otro tiempo, estos lugares parecen cobrar vida bajo la luz de la luna.
Al visitar estos rincones perdidos, no solo te adentras en un viaje histórico, sino que también te impregnas de leyendas muy vinculadas con la despoblación de la España rural. Pero también, Cataluña, con la bruma de los Pirineos, y sus castillos en ruinas, es tierra de misterio. Uno de los pueblos fantasmas que merecen una visita es Jafra, situado entre Castelldefels y Sitges, coronando una colina del macizo del Garraf, en la provincia de Barcelona.
Según dice la leyenda, Melinda era una niña que murió cerca del cementerio. Dicen que su alma nunca ha encontrado descanso, por lo que sus lamentos todavía se oyen por las calles ya desérticas de este pequeño caserío. Además, ha provocado más de un susto en la carretera C-31 que une las poblaciones de Sitges y Castelldefels: en este pueblo barcelonés nació la terrorífica leyenda la niña de la curva.
El origen de "la niña de la curva"
El pueblo, antes lleno de risas y juegos, se tiñó de negro con la llegada de una familia austríaca que se instaló en una masía cercana llamada El Maset de Dalt y de Baix. Los tres hijos del matrimonio sufrían una enfermedad de la piel, por lo que no podían salir a la calle ni recibir ninguna visita. Sus padres les robaron su infancia. Nadie podía descubrir su secreto. Solo el laberinto natural construido por el arquitecto Jean-Claude Nicolas Forestier les hacía escapar de su realidad (y aislamiento).
Los niños empezaron a morir en extrañas circunstancias. Posteriormente, la madre también pasó a mejor vida a consecuencia del parto de su cuarta hija llamada Melinda. Un día, la pequeña de la familia se cayó en un pozo mientras era perseguida por su padre en el jardín. Desde entonces, los misterios no han dejado de envolver a Jafra.
La desaparición de Melinda en el pozo marcó un punto de no retorno para la masía y su legado. El pueblo de Jafra se llenó de una inquietud palpable. Se decía que el padre, consumido por la locura y la culpa, había vagado por los bosques cercanos, buscando desesperadamente a su hija, gritando su nombre hasta que su voz se volvió eco en la bruma.
Sin embargo, el suceso no se detuvo ahí. Aquellos que se encontraban cerca del pozo comenzaban a escuchar risas infantiles, como si Melinda, en su inocencia, todavía jugara en el jardín. Los ancianos del pueblo contaban historias de luces titilantes que emergían del agua en las noches más oscuras, y muchos afirmaban haber visto la figura de una niña de cabello dorado asomándose al borde, como si intentara escapar de su destino.
Así, Jafra se transformó en un lugar maldito, donde el luto y la memoria se confunden, y donde la historia de Melinda sigue viva, alimentando el imaginario colectivo de los turistas más curiosos. El primer documento que se tiene del pueblo data de 1139. Años más tarde, Ramón Guillem legó el pueblo de Jafra a su hijo Pere.
Su patrimonio arquitectónico se componía del castillo y la iglesia de Santa María, que en un primer momento dependían del monasterio de Sant Cugat. En 1997, la villa pasó a formar parte de la Diputación de Barcelona. Los cultivos de vid eran una de las principales actividades económicas de la región. Los últimos vecinos abandonaron su hogar en 1964. Ahora, Jafra es ruina y desolación: en ella solo pululan los vestigios de estas poderosas leyendas que continuarán cautivando a generaciones de amantes del misterio.
En la penumbra de la noche de Halloween, España se convierte en un escenario mágico y enigmático, donde los ecos del pasado susurran entre las ruinas de pueblos fantasmagóricos. Desde la desolada esencia de Belchite, en Zaragoza, que es testigo de una guerra olvidada, hasta la mística atmósfera de Granadilla, en Cáceres, con sus casas abandonadas que cuentan historias de otro tiempo, estos lugares parecen cobrar vida bajo la luz de la luna.