Filadelfia en dos días: qué cinco atracciones no puedes perderte
Sexta ciudad más poblada de los Estados Unidos, esta metrópolis de Pensilvania supone un remanso de paz frente a Nueva York, pero sus calles están plagadas de historia
- Las impresionantes piscinas naturales poco conocidas y de aguas turquesas que son ideales para el verano
- Así es el Machu Picchu español: está en Canarias, escondido entre montañas y con vistas al Atlántico
Podría ser considerada una de las ciudades más tranquilas de la costa este de Estados Unidos, si se le compara con las siempre masificadas Nueva York o Washington D.C. Y no por ello se podría considerar Filadelfia como una mera ciudad de paso. La mayor urbe en Pensilvania, y sede de numerosas universidades de prestigio, además de escenario de varias de las más icónicas películas de la era contemporánea, esta metrópolis del Valle de Delaware alberga mucho que ofrecer al visitante.
La sesión de footing que Sylvester Stallone realiza en Rocky (1976), y posteriormente en Rocky II (1979), por la Avenida de Benjamin Franklin no se trata más que de una carta de amor a la ciudad en la que entrena el popular boxeador. El idilio es mutuo: la película puso a Filadelfia en el mapa (posteriormente lo haría la propia Philadelphia, en 1993, o la longeva serie Colgados en Filadelfia, de 2005), y esta guarda el paso de Stallone en un enclave de oro.
Pero muchas otras personalidades importantes pasaron por allí: Filadelfia fue el hogar fundador de los Estados Unidos. El 4 de julio de 1776 presenció cómo se firmaba la Declaración de Independencia, y más tarde la Constitución, por lo que caminar por su casco antiguo es como recorrer caminos históricos y sagrados, llenos de historias que contar. Si tan solo se disponen de un par de días para conocer la sexta ciudad más poblada de los EEUU, aconsejamos estas cinco paradas obligatorias para aprovecharlos al máximo.
Independence Hall y la Campana de la Libertad
No es uno de los edificios más singulares de la ciudad. De hecho se encuentra a veinte minutos caminando del impresionante ayuntamiento, que destaca desde lejos por su torreón central y la estatua del fundador William Penn, que la corona. Ubicado en Chestnut Street, entre la quinta y la sexta, el Independence Hall es un centro de visitas mucho más modesto, aunque también glorioso, que aparece en los billetes de cien dólares, en el reverso del retrato de Franklin. Allí, los visitantes podrán pisar la misma sala donde se firmó la Declaración de Independencia.
Muy cerca de allí, sobre el suelo y protegida por una vitrina, se encuentra la rajada Campana de la Libertad, símbolo indiscutible de la ciudad. Asociada a la guerra de la Independencia, su toque alertó a los ciudadanos de la firma de la Declaración de Independencia, además de dos guerras previas del siglo XVIII. Con su mensaje de libertad, también se erige como icono de la abolición de la esclavitud.
Museo de Arte de Filadelfia
Los más cinéfilos recorrerán la larga avenida de Benjamin Franklin desde la plaza JFK (donde se encuentra el icónico monumento Love, de Robert Indiana) con parada en el Museo Rodin, hasta llegar a la escalinata que Rocky Balboa subía corriendo en la película Rocky. Miles de turistas hacen cola para hacerse una foto con la propia estatua de Sylvester Stallone, que se encuentra a tan solo unos pasos de allí, pero es recomendable ir un poco más allá, y visitar el excelente Museo de Arte de Filadelfia, que se encuentra de cara a una de las mejores vistas de la ciudad.
Allí, es posible encontrar una extensa colección de arte renacentista y obras contemporáneas. Sus diferentes plantas llevan a los visitantes por un exhaustivo paseo desde el arte oriental hasta el europeo, pasando, por supuesto, por el americano, con enormes e inesperadas muestras de artes decorativas, pintura y escultura de todo el mundo.
Reading Terminal Market
El centro de Filadelfia da para mucho: por sus calles es posible encontrar desde antiguas bases militares hasta la Betsy Ross House, el lugar donde vivía la costurera de la primera bandera estadounidense. No muy lejos de allí se encuentra también Elfreth’s Alley, una adorable pequeña calle que conserva las casas originales de 1703. Pero cuando el cuerpo pide un descanso y un refrigerio, nada como el Reading Terminal Market para descubrir todas las especialidades norteamericanas: desde productos amish, hasta el popular Philly steak (aunque el mejor restaurante se encuentra en el siguiente punto), o degustar platos de otras partes del mundo.
El mercado fue abierto en 1893, bajo el cobertizo elevado de la estación de trenes de la compañía Reading, cuando la ciudad de Filadelfia quiso trasladar los mercados públicos a instalaciones interiores por razones de seguridad y sanitarias. Hoy en día es todo un encuentro entre vendedores y compradores de los productos más llamativos y también tradicionales, como cookies, flores, helados, bebidas espirituosas, e incluso cebollas bañadas en chocolate. Así, como suena.
South Street
Se trata de una de las áreas más vibrantes de la ciudad, donde las diferentes culturas urbanas encuentran un singular mestizaje. Por su largo paseo se encuentran los lugares de música, pizza y por supuesto, el peculiar Jim’s Steak, uno de los emblemáticos lugares donde es recomendable probar el famoso bocadillo Philly steak. Una placa conmemorativa en el lugar avisa de que el récord lo ostenta "Humble" Bob Shout, con veinte bocadillos consumidos en hora y media.
La calle desemboca en el bulevar Christopher Columbus, desde donde es posible dar un magnífico paseo fluvial con vistas al río Delaware, y que se convierte en un inmejorable plan veraniego para descansar y tomar un tentempié.
Magic Gardens
Si se ha subido a la planta de arriba de Jim’s Steak, se habrá comprobado que la decoración es un tanto peculiar. Las paredes, llenas de motivos decorativos de cerámica, espejos y dibujos, son obra de Isaiah Zagar, un muralista de mosaicos que ha llenado con su distintivo arte algunos de los edificios que se encuentran en la propia South Street, sin contar con su obra maestra, los Magic Gardens.
Convertida en una casa-museo, el interior y el patio del establecimiento está lleno de pequeñas e hipnóticas piezas con mensajes, dibujos y pequeñas esculturas, que servirán de entretenimiento tanto a niños como a adultos. No hay un rincón que a Zagar se le haya podido escapar sin intervenir. Gran parte de sus motivos reciclados resuenan a un folclore latinoamericano, producto de su visita a Perú junto a su esposa Julia, también artista, pero sin dudas remite a influencias de los materiales de Gaudí, el surrealismo de Picasso y otros artistas que encuentran en temas como la sexualidad, el territorio o la identidad sus principales reflexiones.
- Las impresionantes piscinas naturales poco conocidas y de aguas turquesas que son ideales para el verano
- Así es el Machu Picchu español: está en Canarias, escondido entre montañas y con vistas al Atlántico
Podría ser considerada una de las ciudades más tranquilas de la costa este de Estados Unidos, si se le compara con las siempre masificadas Nueva York o Washington D.C. Y no por ello se podría considerar Filadelfia como una mera ciudad de paso. La mayor urbe en Pensilvania, y sede de numerosas universidades de prestigio, además de escenario de varias de las más icónicas películas de la era contemporánea, esta metrópolis del Valle de Delaware alberga mucho que ofrecer al visitante.
- Ni el Orient Express ni el Transiberiano: esta es la ruta en ferrocarril por el norte de Portugal para hacer un viaje de época de forma muy barata Jorge García González
- Ni la geoda de Pulpí ni ‘Viaje al centro de la Tierra’, la mágica cueva española que es única en Europa María del Pilar Díaz
- La ruta secreta que te permite ver algunos de los lugares más bonitos de España en pocos días P. M.