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La historia de Tristán de Acuña, la isla más remota del mundo: a 2.800 km de todo, sin aeropuerto y sin apenas Internet
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La historia de Tristán de Acuña, la isla más remota del mundo: a 2.800 km de todo, sin aeropuerto y sin apenas Internet

Este archipiélago, descubierto en 1506, vive de la pesca de la langosta y el cultivo de la batata. Solo se puede llegar en barco y solo hay un bar. ¡Bienvenidos a Tristán de Acuña!

Foto: Tristán de Acuña, el archipiélago habitado más remoto del mundo (Getty Images)
Tristán de Acuña, el archipiélago habitado más remoto del mundo (Getty Images)

Ubicada en medio del Atlántico Sur, Tristán de Acuña ostenta el título de ser la isla habitada más aislada del planeta. Este pequeño archipiélago, a más de 8.600 kilómetros de España, 3.300 kilómetros de Sudamérica y 2.816 de Sudáfrica, se caracteriza por su aislamiento extremo. Con solo 245 habitantes, la isla principal, también llamada Tristán de Acuña, es un lugar donde la vida transcurre en condiciones que desafían a la modernidad, puesto que no tiene aeropuerto y el acceso a Internet está limitado.

La historia de Tristán de Acuña es tan intrigante como su ubicación. Fue descubierta en 1506 por el navegante portugués Tristão da Cunha, la isla permaneció deshabitada durante siglos hasta que el Reino Unido la anexó en 1816 como territorio de ultramar. El temor de que Napoleón Bonaparte, exiliado en la cercana isla de Santa Elena, pudiera ser rescatado llevó a los británicos a establecer una guarnición militar en Tristán.

Sin embargo, la mayoría de los colonos regresaron a sus tierras, quedando solo un pequeño grupo que decidió quedarse y establecerse permanentemente. A lo largo de los años, esta comunidad aislada ha sobrevivido a volcanes, tormentas y la constante amenaza del aislamiento total, manteniendo una vida basada en la agricultura y la pesca.

Un paraíso aislado: ¿Cómo es vivir en Tristán de Acuña?

Vivir en Tristán de Acuña es una experiencia única. La vida de sus habitantes transcurre en un entorno donde todos se conocen, y las actividades cotidianas están estrechamente ligadas al trabajo colectivo. La pesca de la langosta, y el cultivo de batatas son las principales fuentes de sustento, mientras que el acceso a bienes de primera necesidad depende de los escasos barcos que llegan desde Ciudad del Cabo, lo que convierte a la autosuficiencia en una necesidad constante.

El ritmo de vida en Tristán de Acuña es tranquilo, casi ajeno a las presiones del mundo moderno. La comunidad se organiza en torno a Edimburgo de los Siete Mares, el único asentamiento de la isla, es el epicentro de la vida diaria, donde los días transcurren entre el trabajo, la familia y la socialización en espacios como el bar local, The Albatross. Las relaciones entre los habitantes son muy estrechas, y los desafíos del aislamiento, como la falta de acceso inmediato a servicios de salud especializados o la dificultad para comunicarse con el exterior, han forjado una sociedad resiliente y solidaria.

La naturaleza en Tristán de Acuña es tanto un desafío como un privilegio. La isla está dominada por un imponente volcán de 2.062 metros de altitud, cuya última erupción en 1961 forzó la evacuación total de la población. Rodeada de un océano vasto y a menudo inhóspito, ofrece paisajes de una belleza salvaje y una fauna única, incluyendo especies endémicas como el albatros de Tristán y el pingüino saltarrocas. Sin embargo, el clima impredecible y las limitaciones tecnológicas, como la mala conexión a Internet, hacen que la vida en la isla sea sencilla y a la vez exigente.

Cómo llegar a Tristán de Acuña: un viaje único

Llegar a Tristán de Acuña no es una tarea fácil. La ausencia de un aeropuerto en la isla significa que la única manera de acceder es por mar. El viaje más común es desde Ciudad del Cabo, en un barco que puede tardar hasta seis días en llegar, dependiendo de las condiciones climáticas. Solo un número limitado de barcos visita la isla cada año, lo que hace que cada llegada sea un acontecimiento significativo para los isleños.

Sin aeropuerto y sin (casi) acceso a Internet, se dedican a la pesca de la langosta y el cultivo de batatas. Solo hay un bar: The Albatross

Para quienes logran llegar, la recompensa es la experiencia de vivir, aunque sea por un corto período, en uno de los últimos lugares verdaderamente aislados del mundo. Aquí, la vida transcurre a un ritmo diferente, en una pequeña comunidad que ha resistido las pruebas del tiempo y la naturaleza, y que sigue orgullosamente unida al Atlántico.

Ubicada en medio del Atlántico Sur, Tristán de Acuña ostenta el título de ser la isla habitada más aislada del planeta. Este pequeño archipiélago, a más de 8.600 kilómetros de España, 3.300 kilómetros de Sudamérica y 2.816 de Sudáfrica, se caracteriza por su aislamiento extremo. Con solo 245 habitantes, la isla principal, también llamada Tristán de Acuña, es un lugar donde la vida transcurre en condiciones que desafían a la modernidad, puesto que no tiene aeropuerto y el acceso a Internet está limitado.

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