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Fosse Dionne: el antiguo misterio subterráneo sin resolver de un pueblo de Francia
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Fosse Dionne: el antiguo misterio subterráneo sin resolver de un pueblo de Francia

Desde que se tiene memoria, este curioso pozo que supone el corazón de Tonnerre ha estado recibiendo de manera constante unos 100 litros de agua por segundo

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El origen de un pueblo es siempre incierto, ese germen que da paso a una historia conjunta: la primera casa, el primer camino, la primera persona que esperó. Situado en el centro de la región francesa de Borgoña, el municipio de Tonnerre sigue buscando pistas para entender un origen que permanece intacto en él: al final de una de sus calles, un pozo que parece no tener fondo aguarda alimentado por un manantial. Alrededor de él, se extienden los vecindarios viejos y nuevos, porque aquel pozo es el corazón del pueblo.

Tonnerre, rodeado de viñedos cuidados, castillos renacentistas fortificados y ciudades medievales en colinas, se conformó hace muchos siglos, de eso no cabe duda. Casi tantos, parece, como llevan sus gentes preguntándose cuál podría ser la fuente de ese manantial subterráneo conocido como Fosse Dionne, pero nadie ha podido llegar hasta el final.

Foto: Este faro frente a las costas francesas tiene una historia muy peculiar... (iStock)

Desde que se tiene memoria, este manantial ha estado arrojando cantidades masivas de agua al pozo visible, casi en forma de inmensa escultura: La fuente visible es alimentada permanentemente por varios ríos y por filtraciones de mesetas de piedra caliza, por lo que su caudal es perpetuo. Aunque nada es seguro en torno a ella, es posible que su nombre haga referencia a Divone, divinidad de los manantiales venerada por la sociedad francesa. Su flujo, de alrededor de 100 litros de agua por segundo de manera regular, puede aumentar hasta algunos miles de litros por segundo en condiciones de lluvia.

De lugar sagrado a lavadero público

Así, los romanos ya la usaban para beber, los celtas la consideraban sagrada, y más tarde otras civilizaciones convivieron con su siempre cambiante piscina turquesa, azul y marrón en un borde circular de piedra que incluye un anfiteatro. Fue lavadero público ya en el siglo XVIII, desde que en 1758 el alcalde Louis d’Éon, padre de un reconocido diplomático que estuvo al servicio de Luis XV, diera la orden. Ese mismo año se construyó la cubierta semicircular y las chimeneas que actualmente lo rodean. Con todo ello, hoy es un monumento al que admirar con la fascinación de lo extraño.

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Foto: Geneanet.

Durante siglos, el lugar ha sugerido instintos de imaginación ante el misterio de la duda. En total, se conservan tres leyendas que lo enmarcan. La primera data del año 700 d.C., señalan expertos desde el portal J’aime mon Patrimoine, y cuenta que el mismísimo diablo se habría precipitado allí tras no poder corromper el alma de un niño con monedas de oro esparcidas por el camino. Este último, habiendo recogido los centavos del diablo, estaba destinado a las desgracias y malos augurios si los gastaba. Así, el pequeño habría decidido arrojarlos a una fuente donde, contra todo pronóstico, volvían a la superficie, atrayéndolo inexorablemente.

El relato popular dice que, finalmente, fue salvado in extremis por un obispo, quién cubrió la superficie de la fuente con su manto azul para evitar que aquello siguiera perjudicando a otras personas, y dando así lugar al color característico de las aguas de la fuente. El diablo, escondido en una emboscada y viendo que su objetivo se le había escapado, se acabó arrojando a las aguas, arrastrando consigo el fondo de la cuenca al abismo del infierno.

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Foto: Wikimedia.

Unas aguas envenenadas

La segunda leyenda es también con tintes católicos. En este caso, se atribuye la creación del misterioso pozo a la virgen María. Esta habría acudido al lugar atraída por las súplicas de una joven que trataba de esconderse del demonio. Para salvarla, la virgen habría arrojado su manto esmeralda del que habría brotado el manantial. Con esto, ambas se habrían precipitado al agua para escapar de cualquier ataque.

La última leyenda, escrita por el célebre Grégoire de Tours, apunta a san Juan de Réome. Este texto sugiere que, mientras el santo estaba instalado en Tonnerre, allá por el siglo VI, se enteró de que la ciudad carecía de agua a pesar de la presencia de un pozo. El problema se debía a la permanencia en sus fondos de un basilisco que envenenaba el agua.

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Foto: iStock.

Para ponerle solución al asunto, el santo habría decidido acabar con la maldición enfrentándose a la bestia con un golpe de pico. Con su victoria llegó el agua pura y lo que hoy se denomina como el Fosse Dionne.

La tradición maldita

Las voces del pueblo eran tantas que ya no quedaba lugar a la imaginación cuando a partir del siglo XVIII algunas personas comenzaron a barajar la posibilidad de introducirse en el pozo. Así, las primeras exploraciones datan del siglo XIX, pero quien descendía por ella, por muy preparado que pareciera ir, nunca volvía.

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Un siglo más tarde, en 1974, dos buzos profesionales volvieron a intentarlo, pero en lugar de encontrar la supuesta fuente natural, también se toparon con su muerte. En 1996, el pueblo contrató a otro buzo, pero también murió en el intento.

El actual alcalde ha recuperado esta especie de tradición maldita. Recientemente, como apuntan Mathieu Orcel y Agustín Muñíz en un artículo para BBC Travel, el ayuntamiento contrató al buzo profesional Pierre-Éric Deseigne para resolver finalmente el misterio. Deseigne consiguió descender más de 70 metros bajo tierra, aventurándose más de 370 metros desde la entrada de la cavidad, todo mientras grababa su expedición, pero tampoco pudo llegar al origen.

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Foto: iStock.

Bañada en aquellas leyendas que un día la trataron de describir, en la actualidad, la teoría más generalizada señala que la red de cuevas subterráneas de piedra caliza que sostiene el Fosse Dionne se abre paso bajo el suelo en muchas direcciones. "Las pruebas han demostrado que uno de los ríos que lo alimentan, el Laignes, se pierde en un abismo 40 kilómetros al este, y una pequeña parte termina en el agua de Fosse Dionne. También que más del 80% del caudal se vierte en el río subterráneo que atraviesa la región de Athée. Sin embargo, no se puede decir que este último río por sí solo alimente el manantial", sostienen desde el Ayuntamiento de Tonnerre. Por lo demás, hasta la fecha nadie se atreve a acudir a ellas.

El origen de un pueblo es siempre incierto, ese germen que da paso a una historia conjunta: la primera casa, el primer camino, la primera persona que esperó. Situado en el centro de la región francesa de Borgoña, el municipio de Tonnerre sigue buscando pistas para entender un origen que permanece intacto en él: al final de una de sus calles, un pozo que parece no tener fondo aguarda alimentado por un manantial. Alrededor de él, se extienden los vecindarios viejos y nuevos, porque aquel pozo es el corazón del pueblo.

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