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Matarraña: la comarca aragonesa para disfrutar de naturaleza e historia a partes iguales
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Matarraña: la comarca aragonesa para disfrutar de naturaleza e historia a partes iguales

Deportes, baños naturales, excursiones culturales, Historia e historias... Situada en el este de la provincia de Teruel, esta comarca guarda un paisaje tan bello como desconocido

Foto: El río Matarraña, a su paso por Valderobres. (iStock)
El río Matarraña, a su paso por Valderobres. (iStock)

Hay quien acostumbra a comparar lo propio con lo que queda ajeno, lo que está fuera, más lejos, y por lejanía pinta más curioso. En la comunidad de Aragón, una región natural ha sido el último gancho de este tipo de miradas, especialmente para cuando llega el verano: es un destino muy solicitado en los últimos años, la Toscana aragonesa le han apodado, pero Matarraña sabe que sus características son únicas, solo hay que ir para comprobarlo.

Situada en el este de la provincia de Teruel, esta comarca guarda un paisaje tan bello como desconocido para los ojos visitantes. Lo primero a saber sobre ella es que está compuesta por 18 poblaciones: Arens de Lledó, Beceite, Calaceite, Cretas, Fórnoles, La Fresneda, Fuentespalda, Lledó, Mazaleón, Monroyo, Peñarroya de Tastavins, La Portellada, Ráfales, Torre de Arcas, Torre del Compte, Valdeltormo, Valderrobres y Valjunquera. En total, todas ellas suman 8.805 habitantes.

Foto: Imagen: Ayuntamiento de Romangordo

Son precisamente sus vecinas y sus vecinos, la gente que lo habita desde mucho antes de que el turismo se fijara en él, quienes han guardado este pequeño gran tesoro de aire libre al que ahora acuden cada vez más personas para contemplarlo y, cómo no, disfrutarlo en muy diversas rutas. Desde Valderrobres, la población mayor con 2.400 habitantes y capital administrativa de la comarca, hasta la localidad de Torre de Arcas, la de menor población, con aproximadamente 100 vecinos, cada uno de los pueblos es parada obligatoria en estos caminos.

placeholder Paisaje natural en Matarraña. (iStock)
Paisaje natural en Matarraña. (iStock)

Un paisaje intacto

Sobre ellos escribió hace décadas el chileno José Donoso: "El paisaje sigue bello, casi intocable, el río Matarraña, los ancianos olivares en torno a Calaceite y sus cipreses…". Nada ha cambiado mucho hasta hoy, por suerte para todos. Llegar a estos pueblos resulta un atisbo de descanso, si sigues leyendo entenderás por qué. No obstante, descansar no es lo primero que apetece al poner un pie en ellos: sus calles y cascos históricos llevan siglos y siglos en pie, dando cobijo a sus gentes y costumbres. No queda más que disfrutar con los ojos bien abiertos de cada rincón, una herencia medieval casi intacta en muchos casos gracias a la voluntad de quienes hacen allí su día a día. Entonces sí, ya si eso, relajarse es también tarea fácil en esta zona.

placeholder Localidad de Calaceite. (iStock)
Localidad de Calaceite. (iStock)

Situada en el extremo nororiental de la provincia de Teruel, en el vértice de unión entre las estribaciones del Sistema Ibérico y las cordilleras costero-catalanas, se trata de una zona eminentemente montañosa. Su relieve más notable se encuentra en un área conocida como Puertos de Beceite. Allí las inclinaciones del terreno alcanzan alturas de hasta 1.400 metros. También allí se encuentran las Rocas del Masmut, uno de los lugares con mayor atractivo paisajístico de la comarca.

Sin embargo, Matarraña no debe su nombre a sus picos o rocas, sino al río Matarraña, que divide en dos la localidad de Valderrobres. Pero no es el único: el Algars, el Ulldemó y el Tastavins lo acompañan en sus cauces. Todos ellos son de carácter irregular, explican desde el portal Turismo Matarraña, lo que les da forma de vértebras, las de un esqueleto de barrancos y sierras, murallas naturales, farallones, atalayas y multitud de vegetación que en 2020 batió su récord de visitantes.

Una isla de naturaleza

No es de extrañar, por tanto, que antes de volverse lugar de referencia para el turismo veraniego, ya lo fuera para quienes acostumbran a practicar senderismo y escapadas de montaña, pero la comarca, "casi como si fuera una isla, solo que en lugar de mar está rodeada por la estribación del Sistema Ibérico y por las cordilleras de la costa catalana", dice el periodista José Alejandro Adamuz en 'National Geographic', ha tenido que aprender a existir lejos de las grandes urbes y, por tanto, de muchas facilidades. Hasta ahora, parece que contra todo pronóstico, esta realidad la ha mantenido a flote.

Así, Matarraña no deja de ser un espacio de familias, que se las han visto para idear formas con las que la región pudiera volver a prosperar frente al abandono al que el sistema de vida moderna destinó hace décadas, sino siglos, a los entornos rurales.

placeholder Detalle de una vivienda de Matarraña. (iStock)
Detalle de una vivienda de Matarraña. (iStock)

Pues bien, precisamente son su orografía, fauna y flora las que han permitido el desarrollo de actividades de ocio para todos los gustos y público, y así Matarraña ha ido situándose en el mapa desde la España vaciada como una región rural de lo más activa. Deportes a montones, baños naturales, excursiones culturales de todo tipo, Historia e historias, usanzas y una conciencia colectiva de protección y cuidado del entorno dignas, como poco, de admirar y observar con detenimiento.

Actividades de todo tipo

De esta forma, por ejemplo, encontramos en Fuentespalda la tirolina de doble cable más larga de Europa. Con dos kilómetros de longitud, sale a 2.000 metros de altura y llega a unos 800, cruzando todo el valle. En el punto más alto del recorrido hay 100 metros. Muy cerca, en Beceite, se encuentra El Parrizal, la estrella natural de la región. Se trata del lugar por excelencia para disfrutar del contacto con la naturaleza, con el agua, y la piedra. Sus pasarelas de madera acondicionadas hacen que se recorra con toda seguridad a través de una ruta que no requiere más que de ganas. Para los más senderistas, es difícil elegir entre la ruta que bordea las icónicas rocas del Masmut o la que recorre parte de la Vía Verde desde Cretas. Eso sí, es importante tener en cuenta que desde 2020 esta zona tiene un cupo de cincuenta coches por la mañana y cincuenta por la tarde.

placeholder Ruta en los alrededores de Beceite. (iStock)
Ruta en los alrededores de Beceite. (iStock)

Pero si lo que te apetece es algo más tranquilo, Beceite es lo que buscas: sus populares piscinas naturales para un buen chapuzón veraniego a cinco minutos del pueblo parecen ahora, en plena ola de calor, como un sueño. Hacia el norte, en Calaceite, no podemos perdernos su casco urbano y todos sus rincones: desde las capillas de la muralla hasta la Iglesia de la Asunción y la plaza de los Artistas, entre otras. Es, por excelencia, la localidad de referencia cultural de la zona, así que antes de ir echa un ojo a todas sus actividades programadas, seguro que no te dejarán indiferente, como tampoco lo hará el atardecer desde el poblado ibérico de San Antonio.

placeholder Ruta por los alrededores de Beceite. (iStock)
Ruta por los alrededores de Beceite. (iStock)

Y de pueblo en pueblo, porque es imposible elegir solo uno: Cretas, con su capilla de San Roque y sus casquetas del Horno Llerda; Fórnoles, con su calle del Castillo; la Fresneda y su plaza Mayor y las ruinas cercanas del santuario de la Virgen de gracia; Fuentespalda que guarda la casa de los Belsa; Peñarroya de Tastavins, con sus balcones de madera y la ermita de la Virgen de la Fuente; Ráfales y el espectáculo de sus portales… Matarraña es, desde sí misma, para sí misma y para todo aquel que sepa entenderla sin compararla.

Hay quien acostumbra a comparar lo propio con lo que queda ajeno, lo que está fuera, más lejos, y por lejanía pinta más curioso. En la comunidad de Aragón, una región natural ha sido el último gancho de este tipo de miradas, especialmente para cuando llega el verano: es un destino muy solicitado en los últimos años, la Toscana aragonesa le han apodado, pero Matarraña sabe que sus características son únicas, solo hay que ir para comprobarlo.

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