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Un recorrido por los castillos de Francia: historia y 'fresquito' a partes iguales
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Un recorrido por los castillos de Francia: historia y 'fresquito' a partes iguales

El país galo conserva un número importante de estas edificaciones. Muchas de ellas se concentran en el conocido Valle del Loira. Conocido también como 'el jardín de Francia', pero no son las únicas

Foto: Castillo de Chambord, en el Valle del Loira. (iStock)
Castillo de Chambord, en el Valle del Loira. (iStock)

Ante el calor, un buen castillo. Bien lo sabían la realeza y la aristocracia europeas siglos atrás. Había que mantenerse alejado del resto de mortales, no vaya a ser, sí, pero también de tanta luz y tanta solana, porque qué habrá mejor contra el calor que unos hermosos muros de piedra bien altos, bien anchos, bien despampanantes. Tal vez fuera ese el mayor de los privilegios: no plantearse la posibilidad de morir por un golpe de calor en verano. Sigue siéndolo, a la vista está. Sin embargo, paradógicamente, hoy es posible huir de las altas temperaturas buscando aquellos castillos donde empezó todo: las clases, la posición social, los niveles. Si puedes escaparte, los castillos de Francia te esperan, sorpresa, ¡con las puertas abiertas!

Francia conserva un número importante de estas edificaciones. Muchas de ellas se concentran en el conocido Valle del Loira. Conocido también como 'el jardín de Francia', es una zona geográfica situada en el centro mismo del país, y dividida en cuatro subregiones: el país de Nantes, Anjou, Touraine y el Centro Val-de-Loire. Si bien no existe una lista oficial de 'castillos del Loira', la cifra rondaría los 40, solo teniendo en cuenta los castillos principales. Evidentemente, para visitarlos todos te harán falta algunos días.

Foto: Castillo de Chambord visto desde el aire. (Wikipedia)

El castillo de Chambord, el castillo de Chenonceau, el castillo de Villandry o el castillo de Amboise son algunos de los más conocidos de dicha zona. No obstante, no todo queda en el Loira. Además del mítico Palacio de Versalles, existen otros como el castillo de Chantilly y el castillo de Fontainebleau. Aquí tienes una pequeña guía para llegar hasta ellos conocienco un poco sus historias:

Castillo de Chantilly

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Foto: Wikipedia.

Como su nombre bien indica, se encuentra ubicado en la localidad de Chantilly, en el Departamento de Oise, región de Picardía. Rodeado de un enorme jardín a la francesa repleto de estanques y flores muy bien podadas, este castillo se compone de edificios y alas de distintas épocas y estilos.

Aunque la primera piedra se colocó en el siglo XIV, en lo que sería solo una parte de todo el conjunto que hoy se conserva, por él pasaron tantos monarcas como gustos, desde lo renacentista del siglo XVI hasta lo historicista de finales del XIX. De esta forma, se divide en dos áreas, el Grand Château y el Petit Château (el primero), pero a su vez en una gran variedad de rincones a cada cual más diferente.

Durante la Revolución francesa, el castillo quedó abandonado después de que el príncipe de Condé, residente en ese momento, huyera del país. Más tarde, en el verano de 1792, una banda de guardias nacionales invadió y saqueó el edificio en múltiples ocasiones. Sin embargo, la aristocracia de los Condé volvió más tarde, y desde entonces ha ido pasando de generación en generación, hasta que en 1830 lo heredó Enrique de Orleans (duque de Aumale), un importante coleccionista que lo reconstruyó y terminó donándolo al Instituto de Francia. En la actualidad, su interior recoge numerosas piezas históricas de todo tipo, así como el aura misma de aquella corte, un aura bastante fresca, por supuesto.

Castillo de Fontainebleau

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Foto: iStock.

El Château de Fontainebleau es uno de los mayores palacios reales franceses que puedes visitar. Se encuentra en la ciudad de Fontainebleau, Departamento de Sena y Marne, también al norte de Francia.

Este palacio introdujo en el país el manierismo italiano a través de la decoración de interiores y en los jardines, adaptándolo al gusto francés de la época. Es por ello que al manierismo francés en la decoración de interiores del siglo XVI se lo denomina 'estilo Fontainebleau'. El viejo castillo que se erigía donde hoy encontramos este ya era usado al final del siglo XII por el rey Luis VII, para quien Thomas Becket consagró la capilla. Fontainebleau fue una de las residencias favoritas de Felipe II y de Luis IX. No obstante, el creador del edificio actual fue el arquitecto Gilles le Breton por encargo de Francisco I.

Felipe IV, Enrique III y Luis XIII nacieron en este palacio, y el primero también murió en él. Asimismo, Cristina de Suecia pasó una parte de su vida en Fontainebleau tras abdicar en 1654. Actualmente, parte del palacio alberga las Écoles d'Art Américaines (Escuelas de Arte Americanas), una escuela de arte, arquitectura y música para estudiantes de los EUA. Preservado en los campos está el 'jeu de paume' (campo de tenis real) de Enrique IV. Es el mayor campo de tenis de este género en el mundo, y uno de los pocos de propiedad pública.

Castillo de Chambord

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Foto: Wikipedia.

Este es, sin duda, uno de los más reconocidos en el mundo como símbolo claro del concepto de 'castillo'. Situado en la región del Centro-Valle de Loira, su arquitectura renacentista francesa muy distintiva no pasa desapercibida. Se trata de una edificación donde se mezclan formas tradicionales medievales con estructuras clásicas italianas.

El Château de Chambord es también el más grande de los llamados castillos del Loira. Sin embargo, su nombre tiene algo de trampa: fue construido como un pabellón de caza para el rey Francisco I, quien mantuvo sus residencias reales en el castillo de Blois y en el castillo de Amboise. Eso sí, para ser un pabellón, vaya pabellón: 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras. Cuatro vestíbulos rectangulares y uno de los toques de luz arquitectónicos más famosos entre el gran público, la hélice doble de la espectacular escalera abierta donde la gente puede ascender y descender al mismo tiempo sin toparse con la otra persona.

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Foto: iStock.

El castillo está rodeado por 52,5 kilómetros cuadrados de árboles, que forman un bosque de 31 kilómetros. Visto desde arriba, se trata de un cuadrilátero en cuyo interior se sitúa el torreón contra el lado norte. Dentro del torreón, en el cruce de los grandes vestíbulos perpendiculares a los que dan los aposentos, la escalera de tramos dobles une las circulaciones verticales y horizontales y permite subir a las terrazas o bajar hacia el patio.

En 1840, fue inscrito en la primera lista de monumentos históricos del país y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981. Actualmente, forma parte del conjunto de castillos del Loira que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, como Valle del Loira, entre Sully-sur-Loire y Chalonnes, en el año 2000.

Castillo de Chenonceau

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Foto: Wikipedia.

Chenonceau es el monumento histórico privatizado más visitado de toda Francia. Sí, como lo escuchas, este castillo no es de carácter estatal, sino que desde que fuera embargado a los herederos originales, ha pasado por un montón de manos: El 5 de abril de 1913, por medio de una subasta judicial, fue adjudicado al precio de 1.361.660 francos a Henri Menier, personaje de la alta burguesía industrial y propietario del 'Chocolat Menier', pero Henri falleció meses después, siendo sucedido por su hermano Gaston como propietario, quien lo ha transmitido a sus descendientes.

También conocido como el 'castillo de las damas', es un castillo de estilo residencial del siglo XVI situado en la comuna francesa de Chenonceaux, en el departamento de Indre y Loira, también parte de la lista de castillos de esta zona.

Tras haber sufrido numerosos daños a lo largo de su vida, especialmente durante la primera y la segunda guerra mundial, actualmente pueden visitarse en su interior varios jardines, un parque y una plantación vitivinícola en la parte exterior. El castillo que hoy en día vemos data del siglo XV, pero en realidad sustituyó entonces a otro anterior. Este lugar no solo posee importancia en tanto que obra de arte, sino que además ha gozado de una activa presencia en la historia de Francia.

Castillo de Villandry

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Foto: Wikipedia.

Lo encontrarás en la comuna de Villandry, en la región de Centro-Val de Loira. En este caso, se trata de un castillo de estilo renacentista, rodeado de 6 hectáreas de jardines 'à la française'. Terminado hacia el año 1536, fue el último palacio renacentista construido en las orillas del río Loira.

Como sucede en algunos casos anteriores, este château sustituyó en su momento a la edificación original que se encontraba en la misma zona, y que se mantuvo en pie del siglo XII al siglo XIV. De aquellos muros primeros queda hoy lo que se conoce como la antigua torre del homenaje.

El castillo de Villandry cuenta en su interior con museo, orangerie y huerto, y pese a que no es de carácter público, tanto este como sus jardines están registrados como monumento histórico desde 1927 y 1976 respectivamente. Mucho tiene que ver en ello Joachim Carvallo, un aristócrata nacido en España que compró la propiedad en 1906, justo cuando estaba a punto de ser demolido por su estado de abandono. Carvallo dedicó una enorme cantidad de dinero para revivirlo, y fue él quien creó los jardines que encontramos actualmente al llegar al lugar.

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Foto: Wikipedia.

Cabe destacar, que un siglo antes, durante la Revolución francesa, la propiedad había sido confiscada cuando, a principios del siglo XIX, Napoleón la compró para su hermano José.

Castillo de Amboise

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Foto: Wikipedia.

En el departamento de Indre-et-Loire, una pequeña localidad llamada Amboise está siempre bajo la mirada de esta edificación que lleva su nombre. Desde un promontorio, el castillo de Amboise se rige como el emblema más característico del pueblo, no solo por su densa arquitectura, sino por toda la historia que guarda.

El castillo pertenece a la Fondation Saint-Louis, una fundación privada que reúne, conserva y gestiona los bienes de la familia real de la Casa de Orleans. Así, en sus salas están los aires de toda esta peculiar familia: Carlos VIII murió en alguna de sus muchas habitaciones en 1498 a la edad de 28 años, después de haberse golpeado en la cabeza con el dintel de una puerta, en el foso del castillo, mientras jugaba al jeu de paume. Luis XII pasó buena parte de su vida en él e hizo construir una segunda ala, perpendicular al ala Carlos VIII y de estilo renacentista. También pasó por allí Francisco I, que vivió entre aquellos jardines su infancia.

No obstante, hay no acaban los grandes detalles, pues este edificio alberga nada más y nada menos que la tumba de Leonardo da Vinci. El italiano llegó por invitación de Francisco I en 1516, y allí se quedó hasta su muerte en 1519. Durante aquellos tres años, residió realmente en una mansión de la misma localidad pero fuera de este castillo. Sin embargo, acabaron construyendo un pasaje subterráneo para comunicar ambos sitios.

Ante el calor, un buen castillo. Bien lo sabían la realeza y la aristocracia europeas siglos atrás. Había que mantenerse alejado del resto de mortales, no vaya a ser, sí, pero también de tanta luz y tanta solana, porque qué habrá mejor contra el calor que unos hermosos muros de piedra bien altos, bien anchos, bien despampanantes. Tal vez fuera ese el mayor de los privilegios: no plantearse la posibilidad de morir por un golpe de calor en verano. Sigue siéndolo, a la vista está. Sin embargo, paradógicamente, hoy es posible huir de las altas temperaturas buscando aquellos castillos donde empezó todo: las clases, la posición social, los niveles. Si puedes escaparte, los castillos de Francia te esperan, sorpresa, ¡con las puertas abiertas!

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