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Entre el miedo y el espanto: un paseo por los lugares más terroríficos de Francia
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Entre el miedo y el espanto: un paseo por los lugares más terroríficos de Francia

¿Buscas un viaje que supere todas tus expectativas en un nivel paranormal? Atrévete a descubrir estos castillos, faros y abadías que te helarán la sangre

Foto: Este faro frente a las costas francesas tiene una historia muy peculiar... (iStock)
Este faro frente a las costas francesas tiene una historia muy peculiar... (iStock)

A finales del siglo XIX, el faro de Tévennec, localizado en el paso marítimo del raz de Sein, entre la parte continental de Francia y la Île de Sein, amanecía todas las mañanas rodeado de crucifijos incrustados a las rocas que lo bordeaban porque corría la leyenda de que se trataba de una puerta al infierno. La función de este faro, localizado en el departamento francés de Finisterre, no era baladí; al estar ubicado en la parte occidental más extrema de Bretaña, la necesidad de avisar a los barcos de tierra firme era crucial en una época en la que todavía no se habían inventado los radares. Nadie quería habitar este faro maldito, por lo que el gobierno francés extendió una oferta de trabajo y residencia a cualquier familia de la región con la esperanza de aliviar la profunda soledad de la que se aquejaban sus últimos huéspedes, acosados por fantasmas y delirios.

Parece una película del cineasta Robert Eggers, pero la historia del faro de Tévennec es completamente real. Desde 1910, cuando se automatizó su sistema, nadie lo habita. Y más de un siglo después, en 2016, un hombre llamado Marc Pointud, presidente de la Sociedad Nacional para el Patrimonio, Faros y Balizas, una asociación que vela por la preservación y la restauración de los faros franceses, decidió habitarlo durante dos meses con el objetivo de recaudar fondos para su renovación y posterior conversión a una morada de artistas.

placeholder El faro de Tévennec visto desde las costas de la Bretaña francesa. (Wikipedia)
El faro de Tévennec visto desde las costas de la Bretaña francesa. (Wikipedia)

A juzgar por las imágenes de Pointud, no había ningún miedo en sus ojos el día en que subió a la lancha que lo llevaría a su nuevo hogar. En la mitología bretona, la muerte está personificada por Ankou, un ente que protege los cementerios y recoge las almas de los difuntos, asociando Tévennec con el lugar en el que esta criatura divina reside junto a los fantasmas de todos los marineros muertos, tal y como relata un artículo de 'Atlas Obscura'.

"Estoy orgulloso de ser parte de la tradición de los grandes guardias que una vez se atrevieron a habitarlo en circunstancias mucho peores que las mías", declaró el intrépido Pointud, "y a enfrentarme al mar en lugares como este". Desconocemos si la empresa del farero llegó a buen puerto y ahora es un lugar de residencia de artistas plácido y entrañable, pero lo cierto es que las corrientes marinas del raz de Sein son tan bravas que asustarían a cualquier insensato que se dignara a pasar la noche en dicho faro.

Foto: La Playa Roja de Panjin, en China. (iStock)

El país francés siempre ha destacado por ser un centro de leyendas oscuras dentro de la vieja Europa. No hay que recurrir a su capital, París, donde sus claustrofóbicas catacumbas llenas de calaveras ya pueden encoger los corazones más aguerridos, para lograr un encuentro con lo desconocido y lo misterioso. A lo largo de sus zonas rurales, podemos encontrar ubicaciones que hielan el aliento entre castillos imponentes o camposantos de lo más siniestros. Si todavía no has decidido un destino de viajes y eres un aficionado a la cultura paranormal, queriendo vivir una experiencia diferente, no hace falta que cruces el raz de Sein para hacer compañía a Pointud. A continuación veremos una serie de lugares del territorio francés que te harán pasar un poco de miedo.

Espíritus y 'ouijas' en el castillo Fougeret

Como decíamos, el país galo destaca por sus imponentes castillos, algo que tiene en común con España debido a su glorioso pasado medieval. En la región de Queaux, en el departamento de Vienne, emerge el castillo de Fougeret dentro de un pequeño bosque y a los pies de un acantilado, el cual es conocido como "el castillo más embrujado de Francia". Su origen data del siglo XIV y es de estilo neogótico, de ahí su aspecto señorial y vetusto. Sirvió como bastión de defensa en la Guerra de los 100 años contra Inglaterra y con la Revolución Francesa fue deshabitado.

placeholder El castillo de Fougeret desde una vista aérea. (Página oficial del propio castillo)
El castillo de Fougeret desde una vista aérea. (Página oficial del propio castillo)

En su interior abundan auténticos tesoros de todas las épocas que ha vivido el castillo, con mosaicos, artesonados de maderas, cuadros y reliquias de otro tiempo. Según el medio 'Guioteca', existen varias dependencias que causan auténtico terror entre sus incautos huéspedes. Una de ellas es "la habitación de la acomodadora", donde se supone que fue asesinada una mujer con un hacha hace tres siglos. En otra, se habla del fantasma de una antigua niñera que murió con mucho dolor. Sea como sea, lo cierto es que ha acogido a gente de distintas épocas que luego murieron en extrañas circunstancias o siendo asesinadas de las formas más viles. Todo aquel que pasa una noche en este receptáculo de tiempo asegura que duerme mal, escucha susurros o nota presencias en mitad de la noche.

"Acabábamos de adquirir Fougeret. Un día, vine a limpiar. Al bajar a la capilla, me encontré con una sombra negra y enorme que cruzaba el vestíbulo de la entrada. En ese momento, estaba paralizada por el miedo y preferí ignorarla. Estaba totalmente sola, pero un poco más tarde escuché la voz de una anciana que me preguntaba muy secamente qué estaba haciendo allí". Este es el testimonio de Véronique Geoffroy, actual propietaria del castillo, quien se mudó junto a su familia a esta enigmática construcción, viviendo experiencias que encajan a la perfección con los relatos de tipo 'poltergeist': objetos que se mueven, voces, sombras y presencias fantasmales.

"Matilde se aparece por toda la abadía. Lo hace flotando a varios metros del suelo, en las noches de luna llena"

Como si se tratara de una película, en vez de salir de allí lo antes posible, la familia de Geoffroy decidió investigar qué ocurría, invitando a médiums y expertos en ocultismo para conectar con el más allá. Lo curioso es que no tardaron en convertir a Fougeret en una especie de negocio. De acuerdo a la información de 'Guioteca' y a la publicada en su propia página web, todos los años acuden unas 5.000 personas para visitar el lugar y participar en estas sesiones de espiritismo dentro del castillo por un precio que va de los 75 a los 115 euros la noche. Hay alta demanda, por lo que si te atreves a pasar una noche de verano totalmente espectral, lo mejor es que lo reserves ya.

La Dama Blanca de Mortemer

"Matilde se aparece por toda la abadía, pero especialmente por la zona de la 'habitación rosa' que ocupó en vida. Lo hace flotando a varios metros del suelo, en las noches de luna llena". Así reza una descripción de la abadía de Mortemer en un texto de la revista 'Enigmas' de 2017. Una de las peculiaridades de los fantasmas es que están muertos, y como tal, no pueden volver a morir. De ahí que algunos de ellos vaguen por ciertos lugares durante siglos. En el caso de Matilde, princesa de Inglaterra en el siglo XII, lleva casi diez siglos atormentando las mentes y los corazones de los visitantes a este lugar eclesiástico situado en el norte de Francia que ahora es todo ruinas.

placeholder Vista de uno de los lados de la fachada de la abadía de Mortemer. (iStock)
Vista de uno de los lados de la fachada de la abadía de Mortemer. (iStock)

Su padre, el rey Enrique I de Inglaterra, decidió enclaustrarla durante cinco años por su actitud rebelde. Y a pesar de que después de su castigo gozó de libertad, se volvió a casar y tuvo hijos, se conoce que no fue nada feliz, ya que desde hace bastantes siglos los relatos del lugar se centran en una 'Dama Blanca' que se aparece por las noches para lanzar premoniciones en forma de espectro. "Si lleva guantes blancos significa que habrá muy pronto una boda o un nacimiento en nuestro entorno", cuentan en la revista de misterios. "Por el contrario, si lleva guantes negros... bueno, entonces llegará un funeral".

La Sinagoga de Satanás

Tal vez, de todos los lugares que hemos visto, este es el que tenga la historia más cruel y sangrienta. 6 de marzo de 1244. Las crónicas cuentan que más de 200 cátaros que se negaron a renegar de su fe ante el asedio de las tropas del senescal de Carcasona y del arzobispo de Narbona fueron quemados vivos en una gran hoguera al pie de una montaña, donde se ubica el Castillo de Montsegur, situado a 1.207 metros de altura en Ariège, en los Pirineos Orientales. De ahí que también se le conozca como 'Prado de los Quemados', además de "la sinagoga de Satanás", en parte por un libro del novelista Jenaro Aranda.

placeholder El castillo de Montsegur, en la Occitania francesa. (iStock)
El castillo de Montsegur, en la Occitania francesa. (iStock)

Los cátaros, considerados herejes al ser un movimiento de carácter gnóstico, es decir, eran perseguidos por toda Europa por la Iglesia de Roma, siendo condenados a muerte en el marco de la Inquisición. Antes de morir, cuenta la leyenda que lanzaron una maldición que todavía regurgita el castillo y que puede leerse en una inscripción labrada en piedra en la base del castillo: "A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano". Además, es uno de los muchos lugares en los que se ha especulado que yace el Santo Grial. Un sinfín de leyendas rodean a este castillo de tanta relevancia histórica y religiosa. En la noche de San Juan, los habitantes de los alrededores peregrinan y se reúnen en las inmediaciones del edificio para realizar celebraciones, no solo de carácter esotérico o religioso, sino también de carácter popular debido a la relevancia política que tiene este castillo tras la anexión del Languedoc a la corona francesa.

A finales del siglo XIX, el faro de Tévennec, localizado en el paso marítimo del raz de Sein, entre la parte continental de Francia y la Île de Sein, amanecía todas las mañanas rodeado de crucifijos incrustados a las rocas que lo bordeaban porque corría la leyenda de que se trataba de una puerta al infierno. La función de este faro, localizado en el departamento francés de Finisterre, no era baladí; al estar ubicado en la parte occidental más extrema de Bretaña, la necesidad de avisar a los barcos de tierra firme era crucial en una época en la que todavía no se habían inventado los radares. Nadie quería habitar este faro maldito, por lo que el gobierno francés extendió una oferta de trabajo y residencia a cualquier familia de la región con la esperanza de aliviar la profunda soledad de la que se aquejaban sus últimos huéspedes, acosados por fantasmas y delirios.

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