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Dargavs: la 'Ciudad de los Muertos' que muy pocas personas se han atrevido a pisar
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Dargavs: la 'Ciudad de los Muertos' que muy pocas personas se han atrevido a pisar

Ubicada al norte de Rusia, en la región de Osetia, no la llaman así porque entre sus muros ya no haya nadie desde hace siglos, sino porque lo que parece vacío en sus calles en realidad no lo está

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Si alguien intentaba llegar a esta ciudad, nunca más saldría de ella con vida. Eso es lo que decía la leyenda de ella, Dargavs, una antigua necrópolis cuyos restos hoy en día dan un contorno peculiar al valle sobre el que se extienden, en silencio, la Ciudad de los Muertos.

No la llaman así porque entre sus muros ya no haya nadie desde hace siglos, sino porque lo que parece vacío en sus calles en realidad no lo está. Ubicado al norte de Rusia, en la región de Osetia, lo que a primera vista parecen un montón de casitas blancas, en realidad son criptas. Nada más y nada menos que casi 100, todas de piedra.

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Aquel cementerio expuesto a ojos de otras generaciones (la tumba más antigua data del siglo XVI) ha marcado el relato de su entorno, trazando una línea imaginaria de supersticiones que, al tiempo que aleja las visitas, construye un relato que llama a ellas.

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Un camino peligroso y escondido

Salvo algunos arqueólogos, poca gente ha pisado por voluntad propia este rincón del valle más allá de las propias comunidades que se despliegan a lo largo de toda la región, aunque su afán sea alejarse de Dargavs.

Quienes se han atrevido a cruzar el temor que las historias han rumoreado sobre este pueblo, aseguran que su cementerio ayuda a comprender cómo vivía la gente hace 400 años en un espacio tan remoto. Asimismo, los arqueólogos han encontrado en él un estupendo escenario para hallar infinidad de pistas sobre aquellos antepasados. Actualmente, están muy interesados en explorar el sitio de manera más completa, ya que hasta la fecha han logrado encontrar elementos interesantes, así que la atención científica por él no deja de crecer.

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Llegar a este destino, no obstante, requiere un viaje de tres horas por un camino peligroso y escondido, así que por el momento su aislamiento sigue reforzado y, claro, así las leyendas siguen extendiéndose.

Plagas, criptas y creencias

Según otra de ellas, aunque respaldada por historiadores, Osetia quedó abandonada entre el siglo XVI y el siglo XVIII, cuando una plaga arrasó toda su población. Los clanes construyeron casas de cuarentena para los familiares enfermos, a quienes se les proporcionó comida y bebida, pero no la libertad de moverse con el fin de proteger a las personas no contagiadas.

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Así, los enfermos, con sus familias enteras, entraban en las criptas preconstruidas que en la actualidad se conservan, pero nunca más salían. Sobrevivieron con las escasas raciones de comida que traían los lugareños y sus cadáveres se pudrían dentro de las chozas cuando morían. Cuando se buscaba tratar a los enfermos y cumplir una serie de pautas para solventar aquel problema de salud pública, llegó la muerte.

Una vez, y otra, y otra. El contagio suponía el fin de la vida, y así las vidas de Osetia fueron desapareciendo en su propio eco de montaña. De 200.000 habitantes a finales del siglo XVIII, ya solo quedaban 16.000 a mediados del siglo XIX.

Numerosos misterios

Las personas que no tenían familiares sanos que pudieran enterrarlos, simplemente esperarían en el enorme cementerio, hacinadas, hasta su muerte. Un proceso lento y doloroso que dejaría atada a la tierra la conciencia maldita de quienes se quedaron en aquella Ciudad de la Muerte.

Los osetios arrojaban una moneda a un pozo al enterrar a sus muertos, y si golpeaba una piedra en el fondo, entendían que el alma había llegado al cielo

Recientemente, los arqueólogos han encontrado que los cuerpos que aún reposan dentro de las criptas estaban enterrados en estructuras de madera en forma de botes. De hecho, hallaron que uno de los cuerpos descansaba con un remo al lado.

Ese es otro misterio: cómo llegaron hasta allí los botes si no hay mar ni ríos navegables. Una explicación lo relaciona con las propias supersticiones de entonces, por las que tal vez la gente creía que con la muerte, al alma le tocaba cruzar un río para llegar al cielo, una creencia similar a las del más allá que tenían en el antiguo Egipto y Mesopotamia.

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Pero los misterios no acaban ahí. Otro hecho interesante es que frente a cada una de las criptas hay un pozo. Esto también podría tener que ver con las supersticiones: se dice que una vez que los osetios enterraban a sus muertos, arrojaban una moneda al pozo correspondiente, y si esta golpeaba una piedra en el fondo, se entendía que el alma había llegado al cielo.

Con todo el tiempo injustamente paralizado entre las paredes, no es extraño lo que murmuran de ella. Pasear por sus calles, aseguran, es un viaje de vibraciones antiguas.

Si alguien intentaba llegar a esta ciudad, nunca más saldría de ella con vida. Eso es lo que decía la leyenda de ella, Dargavs, una antigua necrópolis cuyos restos hoy en día dan un contorno peculiar al valle sobre el que se extienden, en silencio, la Ciudad de los Muertos.

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