Unas vacaciones faraónicas: los mejores destinos que ver en tu viaje a Egipto
El único país que todavía conserva en pie una de las siete maravillas del mundo antiguo ha abierto sus puertas a los extranjeros, y el verano es un momento estupendo para visitarlo
El verano está a la vuelta de la esquina, ya puede olerse, y como es lógico, la gente empieza a buscar planes exóticos con los que completar sus vacaciones. La pandemia nos ha robado casi dos años, y aunque todo el mundo ha conseguido superarla de manera ejemplar, muchos han echado de menos no solo el contacto o la fiesta (la normalidad, entre otras palabras), sino también coger una maleta y conocer otros puntos de la geografía terrestre maravillosos e increíbles.
Egipto puede ser una buena opción. El único país que todavía conserva en pie una de las siete maravillas del mundo antiguo ha abierto sus puertas a los extranjeros, y pide como condición la pauta completa de vacunación (es decir, dos pinchazos) del COVID. Muchos españoles están eligiendo este destino como ideal, puesto que no se encuentra muy lejos y, al que más y al que menos, le fascinan las historias de faraones.
Egipto vivió en 2011 su primavera árabe. Si te atreves a conocerlo este verano, llévate una gorra (las temperaturas son extremas)
Egipto es caluroso, caótico y valiente. Sus gentes son simpáticas y abiertas. Nunca está de mal llevar un repelente antimosquitos, una gorra (las temperaturas pueden ser muy extremas en verano, especialmente en el sur) y beber agua embotellada, por si las moscas. Si te atreves a aventurarte en el país que en 2011 vivió las primaveras árabes, no te arrepentirás. Nosotros te recomendamos algunos de sus lugares más mágicos y especiales.
El caos de El Cairo y sus maravillas
Aviso para navegantes: no intentes conducir en El Cairo. Bastante te costará cruzar de una acera a otra, aunque seguro que pronto te acostumbras a estar escuchando continuamente el claxon de los miles de coches que se mueven por la ciudad de manera totalmente anárquica. Es el encanto de la mayor ciudad del mundo árabe y que, según algunas estimaciones no oficiales, podría albergar hasta 25 millones de habitantes.
¿Qué ver? Hay tantas cosas que, si pasas un par de días, te será muy difícil conocer verdaderamente la ciudad. Las pirámides de Guiza, junto a la Esfinge, son imprescindibles, aunque se encuentran un tanto alejadas del meollo de la ciudad. La ciudadela de Saladino y Jan el Jalili (en el barrio islámico) también son dignos de ver, al igual que el barrio Copto y el museo (te sorprenderá ver tantísimas cosas valiosas echando polvo en las salas, con escasa seguridad). Lo mejor, como decíamos, es moverse en taxi, y no te preocupes porque no escasean precisamente.
Crucero por el Nilo (y paseo en faluca)
Generalmente, la próxima parada después de conocer El Cairo durante un par de días o tres es Luxor, desde donde podrás conocer el resto de Egipto a bordo de un crucero. Son cientos los cruceros que navegan cada día por el Nilo, y sin duda es toda una experiencia moverte por él, mientras observas maravillado la increíble vegetación de las riveras o saludas a los bañistas que encontrarás por tu camino.
Templos de Luxor y Karnak
Ambos templos se pueden ver en el mismo día (los dos se encuentran en Luxor). El de Karnak, el Gran Santuario de Amón, fue el principal recinto de culto de Egipto desde el Imperio Nuevo. Entre sus jeroglíficos podrás encontrar cartuchos tan interesantes como uno dedicado especialmente a Alejandro Magno, que pasó por ahí.
En cuanto al templo de Luxor, quizá un poco menos impresionante que el de Karnak, pero no por ello menos importante, también estaba consagrado al dios Amón bajo sus aspectos de Amón y Ra (considerado dios del cielo). Las partes más antiguas visibles se remontan a Amenhotep III y a Ramsés II.
El valle de los Reyes
Un plato fuerte. Llegar al valle de los Reyes, cerca de Luxor, no es tarea sencilla (se requiere un viaje en autocar) pero merece la pena. El lugar que enamoró a Howard Carter fue declarado Patrimonio de la Humanidad y conforma el lugar de descanso de algunos de los faraones más famosos del Imperio Nuevo.
No solo el desértico emplazamiento es impresionante (llévate agua, porque aunque las excursiones sean muy tempranas suele apretar el calor), también las tumbas que se conservan. Merece la pena entrar en alguna, aunque avisamos que las hay mucho más interesantes que la del faraón más famoso de todos: Tutankamón.
El impresionante templo de Hatshepsut
En tu viaje al Valle de los Reyes no te puedes dejar el templo funerario dedicado a una de las faraonas más interesantes de todo Egipto, ubicado en Deir el-Bahari. Construido por Senenmut, arquitecto real (y, según muchas teorías, amante de la reina y padre de su única hija), es una gran obra de ingeniería en forma de amplias terrazas, con edificios porticados y patio de columnas.
Las representaciones de la reina, sometida a la damnatio memoriae por su sucesor, está borrada de algunas paredes. Sin duda Senenmut se lo curró, suponemos que debía apreciar mucho a una mujer que durante 16 años reinó sobre Egipto.
Templos de Horus y Kom Ombo
Cuando llegues a Edfu, visita el templo de Horus. Para ello tendrás que llegar en calesa, lo cual ya de por sí es una aventura. Aunque en algunas ocasiones temas por tu vida (quizá, con un poco de suerte, te dejen conducir a ti el caballo) merecerá la pena llegar hasta el templo dedicado al dios más importante del Antiguo Egipto. Es el segundo más grande de Egipto después de Karnak y uno de los mejor conservados, y fue construido durante el periodo helenístico.
En la ciudad de Kom Ombo, un poco más sureña y, por tanto, aún más calurosa (cuentan que, lo que es llover, se ve poco), se encuentra el imponente templo con el mismo nombre, que también merece ser visto. Construido durante el reinado de la dinastía ptolemaica, está sorprendentemente dedicado a dos dioses: Sobek (su mitad norte) y Haeroeris. Algo bastante atípico.
Perderse por Asuán, con su presa
Conforme llegas a Asuán sabrás que tu viaje va tocando a su fin. Aunque muchas personas aprovechan estar en la ciudad para visitar un poblado nubio, ver con sus propios ojos el maravilloso templo de Philae o darse un paseo por la presa de Asuán, nosotros te recomendamos perderte un poco por la ciudad y pasear por su mercado, a lo largo de la calle Saad Zaghloul (relativamente cerca del puerto donde se alojan los barcos).
Ármate de paciencia para regatear y negociar con los vendedores, pero aquí podrás encontrar imanes, llaveros, figuras o especias y huir durante un rato de la turistificación. Si viajas durante el Ramadán, no será raro ver a sus ciudadanos comiendo juntos en la calle a última hora. Una experiencia diferente pero valiosa, para conocer un Egipto un poco más realista y menos 'faraónico'.
Cruzar el desierto hacia Abu Simbel
Hay que advertir que, si ya de por sí un viaje por Egipto es bastante cansado, la llegada a Abu Simbel se lleva la palma. Las excursiones suelen empezar a las tres de la mañana, para poder llegar pronto (suelen ser tres horas por carretera desde Asuán, puesto que se encuentra prácticamente en la frontera con Sudán). No obstante, es probablemente el lugar más impresionante de Egipto. Alejado de su emplazamiento original, aunque reconstruido de manera formidable gracias a la cooperación mundial, fue construido para homenajear al faraón más poderoso de todos los tiempos, Ramsés II, así como a su esposa Nefertari.
Tiene más de 3.000 años, pero realmente el tiempo parece muy poca cosa cuando te encuentras frente a él. Suena a cliché, pero no es raro que el viajero se percate de que, en el fondo, es un punto en la eternidad. Nosotros no resistiremos, pero Abu Simbel lo hará.
El verano está a la vuelta de la esquina, ya puede olerse, y como es lógico, la gente empieza a buscar planes exóticos con los que completar sus vacaciones. La pandemia nos ha robado casi dos años, y aunque todo el mundo ha conseguido superarla de manera ejemplar, muchos han echado de menos no solo el contacto o la fiesta (la normalidad, entre otras palabras), sino también coger una maleta y conocer otros puntos de la geografía terrestre maravillosos e increíbles.