Dode: historia y leyenda del pueblo inglés abandonado tras la peste negra
Durante más de 600 años se le ha tachado de lugar maldito, porque sus habitantes murieron durante la gran epidemia europea de la Edad Media, pero ha renacido
Ubicado sobre el río Medwa, a solo 48 kilómetros de Londres, existe un pueblo donde la población es de un total de cero habitantes. No se trata del resultado directo de las políticas centralistas y el abandono de los espacios rurales, sino de las consecuencias de la peste negra.
Así es, sus calles llevan abandonadas más de 600 años, pero por supuesto no siempre fue así. Antes de que ocurriera aquella pandemia, una de las más conocidas de la historia, que mató a unas 50 millones de personas, la mayoría los habitantes del continente europeo por el que se extendió sin tregua alguna, Dode había sido una comunidad local próspera, no diferente a muchas otras de la época.
Como tantos y tantos pueblos, sus casas se proyectaban hacia afuera desde el núcleo que sugería una pequeña colina que ahora se conoce como Holly Hill. Un espacio de vecinos que surgió 1087, durante el reinado de Guillermo II de Inglaterra, y que se conformó completamente, al menos, antes del año 1100. Desde ese momento, poco a poco llegaban nuevos residentes, pero de aquella vida no quedan ni los cimientos, solo la Iglesia de Nuestra Señora de los Prados. Un relato de tragedia y abandono que finalmente ha culminado situándolo en otro mapa, el del folclore local.
De desgracias y espíritus
Era 1349 cuando llegó a la campiña norte de la región de Kent, y acabó con toda la comunidad de esta aldea. Según el relato popular, los vecinos y vecinas intentaron refugiarse de aquel virus permaneciendo en la iglesia durante el brote, mientras esperaban que alguien les rescatase de allí, pero aquello no ocurrió antes de que todos murieran. La última superviviente podría haber sido una niña de unos siete años, a la que han apodado Dodechild. Su espíritu, cuenta la leyenda, ronda el cementerio y sus alrededores.
Supuestamente, la pequeña hace su aparición en algún momento de la mañana del primer domingo de cada mes, y como nadie de los habitantes del pueblo sobrevivió a la plaga, desde entonces se ha creído que la zona estaba maldita.
Según apunta Jo Pattison en la 'BBC', la iglesia estuvo vacía durante siglos cayendo en ruinas hasta que fue comprada por un arqueólogo local en 1901. Aquel hombre restauró las paredes y el techo del edificio, pero volvió a quedar abandonado una vez más cuando murió. El espacio idóneo, de nuevo, para todo tipo de rituales de magia negra.
Segunda oportunidad, el renacer
No sería hasta 1990 cuando alguien volvería a fijarse en ella. Doug Chapman, un topógrafo colegiado que trabajaba en la Catedral de Canterbury, llegó hasta allí a partir de un anuncio de venta, y quedó fascinado. No tardó en comprar la iglesia, y logró restaurarla en su estado original.
Muy cerca, un círculo de piedras conocido como Holly Henge evoca, aseguran los que ahora acuden, la espiritualidad de los siglos pasados y la conexión a través de ella con quienes perdieron la vida. "Las personas que lo construyeron lo reconocerían hoy, porque es uno de esos lugares que no ha cambiado en absoluto", apunta Chapman.
Este topógrafo es ahora el encargado de mantener todo el espacio en el lugar que le corresponde, algo así como entre el pasado arrebatado y lo presente. "Visité la iglesia por primera vez en una oscura tarde de diciembre. Me encontré, por casualidad, con un anuncio que me decía que el objeto de mi curiosidad a largo plazo ahora era objeto de una solicitud de planificación para un desarrollo residencial y que se iba a vender en subasta. Claramente, era una oportunidad para averiguar dónde estaba y al menos echarle un vistazo antes de que se convirtiera en otro residencial más", señala.
No ha vuelto a habitarse de forma comunitaria, pero las celebraciones se suceden constantemente en Dode como puede verse en su página web. Desde bodas hasta entierros, cada vez más gente de la zona decide unirse a aquel lugar para siempre.
Ubicado sobre el río Medwa, a solo 48 kilómetros de Londres, existe un pueblo donde la población es de un total de cero habitantes. No se trata del resultado directo de las políticas centralistas y el abandono de los espacios rurales, sino de las consecuencias de la peste negra.