Ocho castillos abandonados en España que merece la pena descubrir
La Lista Roja del Patrimonio recoge más de 100 construciones impresionantes de nuestro país que se encuentran en riesgo de desaparición, destrucción o alteración de sus valores
La Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa de la asociación para la defensa del patrimonio Hispania Nostra, recoge más de 100 castillos de nuestro país que se encuentran en estado de abandono y en peligro.
Ya sea por riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores, la asociación denuncia el mal estado de este centenar de construcciones impresionantes. En El Confidencial hemos recopilado ocho de estos castillos abandonados que vale la pena descubrir. Eso sí, por su estado de conservación solo deben observarse desde la distancia.
Castillo de Caracena (Soria)
El castillo de Caracena es una fortaleza medieval ubicada en la localidad española de igual nombre, en la provincia de Soria. El edificio original es de origen árabe, construido probablemente entre los siglos X y XI como parte de una campaña de refuerzo de las defensas omeyas.
En una sentencia de 1136 dictada por el cardenal Guido de Bolonia, recaída en el pleito entablado entre las diócesis de Osma y Sigüenza por la pertenencia de las tierras de Caracena (Soria), ya se hace mención de la existencia de un castillo en la localidad. Este primitivo castillo estuvo activo en el siglo XV durante los enfrentamientos mantenidos entre los Reyes Católicos y el señor de la villa, Juan de Tovar.
Desde Hispania Nostra describen así esta construcción: levantada en mampostería, se aprecian claramente los restos de la construcción original, una muralla que recorre el alto entre los barrancos y que sirve a su vez de base para la posterior torre del homenaje y el muro norte del recinto interior, ambos del siglo XV. Cuenta con un doble recinto con foso artificial y un acceso en zigzag muy bien protegido. El recinto interior es de planta rectangular con la torre del homenaje en la esquina sureste. El exterior sigue el contorno del interior, con diez cubos huecos con aditamentos artilleros.Todavía se aprecian los restos de salas abovedadas, aljibes y garitones volados.
Castillo Torre Salvana (Barcelona)
La Torre Salvana de Santa Coloma de Cervelló es una antigua fortificación de una colina documentada desde el año 992. Es de estilo románico con modificaciones de estilo gótico en su casa adosada y algunas otras reformas más posteriores al siglo XVIII y en el siglo XIX cuando se añadieron algunas aperturas en su torre y en la barbacana de estilo neogótico que le dieron un aspecto de castillo medieval, con torres de defensa y almenas que no corresponden al diseño original.
Está catalogada como Bien de Interés Cultural desde el 08 de noviembre de 1988.
Está relacionada con el linaje de los Cervelló, va acabando siendo una masía fortificada. Desde el año 992 tenía el nombre de la Torre de Ellos, en cambio en el siglo XIV, era mencionada como la Torre de Corte o de Sacort. En 1224, este castillo sufrió daños a consecuencia de las revueltas catalanas. El rey Jaume II, en 1297, fue a comprarla y en 1390 fue vendida en la ciudad de Barcelona. En 1716, tras las capitulaciones del 11 de septiembre de 1714 de la Guerra de Sucesión, fue confiscada por haber apoyado la causa del archiduque Carlos III frente a Felipe V de España. Desde entonces y hasta finales del siglo XVIII, Santa Maria de Barberà.
Castillo de Anguix (Guadalajara)
Es un castillo llamado “torrejón”, por ser la torre su elemento fundamental. Carece de almenas, y está construida en piedra caliza de sillería. Su puerta de acceso está en alto, y debía accederse con una escalera que se retiraría en caso de ataque. El muro pentagonal que la rodea, conservado en parte, es obra del siglo XV, pues el original era rectangular. Los cubos en las esquinas de la torre son macizos, salvo el de su extremo norte, que alberga una escalera de caracol para acceder a la plataforma. El aljibe se encuentra en los sótanos, cubierto por el mortero rojo usado en las construcciones musulmanes, resistente a la acción del agua.
El rey Alfonso VI donó sus tierras a Martín Ordoñez, que lo erigió en 1136. Su viuda lo donó a la Orden de Calatrava, y ya en el s. XIV pasó a la villa de Huete. El duque de esta villa usó el castillo para apoyar a Juana la Beltraneja, resultando derrotado, y la fortaleza muy dañada. Los reyes católicos permitieron conservar el señorío a su hijo, Alfonso Carrillo. Después pasaría al conde Tendilla, que lo restauró. Aunque en vano, pues no volvió a servir para usos militares, y con el paso de los siglos, fue arruinandose.
Castillo de Villel de Mesa (Guadalajara)
También conocido como castillo de Funes, su recinto rectangular alberga dos torres, con algunas de sus almenas aún conservadas. La torre sur tiene dos plantas, y una poterna que permite acceder a la plataforma rocosa. En la torre del homenaje, con tres plantas de una única habitación, podemos observar un añadido, de sillares, realizado en época gótica. En el patio de armas encontramos un aljibe.
Históricamente, el empinado peñón en que se alza, y su papel como vigilante del valle, justifican que sus constructores árabes lo hicieran de tapial y no de tabiya, ya que en los siglos X y XI resultaría innacesible para la maquinaria de asalto. Una vez en poder de los cristianos, alternó su posesión entre Aragón y Castilla, pasando a Mesa en el s. XIII, y por tanto a los Señores de Molina.
Rui González de Funes, caballero originario de navarra, quedó como señor de Villel en el s. XIII. Sus herederos, los Funes, mantendrían la misma condición fronteriza que su castillo: en diferentes siglos participaron en las guerras entre Castilla y Aragón, declarándose súbditos, a su interés, de uno u otro monarca.
Castillo de Alconétar (Cáceres)
El castillo de Floripes, también conocido como castillo de Rocafrida, castillo de Alconétar o fortaleza de Alconétar, es una fortaleza situada en Garrovillas de Alconétar en la provincia de Cáceres.
Es de origen árabe, y fue conquistada por Fernando II de León, que en 1166 lo cedió a la Orden del Temple. En 1203, su sucesor Alfonso IX recuperó la mayoría de las fortalezas para entregárselas a la Orden de Alcántara, aunque a excepción de la fortaleza de Alconétar, continuó en manos de los templarios hasta 1312, momento en el que se disuelve la Orden.
En la actualidad se encuentra dentro del perímetro del Embalse de José María de Oriol-Alcántara II, en el pantano de Alcántara, por lo que se encuentra sumergido la mayor parte del tiempo, salvo en temporadas muy secas, por lo que la única parte que se puede apreciar normalmente es su torre del homenaje, cuando desciende el nivel de agua; en años especialmente secos se puede observar la cerca almenada.
Castillo de Aulencia (Madrid)
Desde Hispania Nostra explican que el Castillo de Aulencia o de Villafranca se encuentra en el término municipal de Villanueva de la Cañada, en un espigón donde confluyen los ríos Aulencia y Guadarrama, dentro de una finca privada.
En este paraje existió un antiguo pueblo medieval, que, según se recoge en el Libro de la Montería, escrito en la primera mitad del siglo XIV, era conocido como El Horcajo, nombre que posteriormente fue sustituido por el de Villafranca, a instancias del rey Juan II de Castilla (1405-1454). Su primer señor fue García Hernández, aunque en 1450 el lugar pasó a manos de Alonso Álvarez de Toledo, coincidiendo con la fundación de un mayorazgo. Lo más probable es que el castillo fuera levantado en ese momento.
Las primeras referencias de la fortificación son del 10 de marzo de 1494: en un documento datado en Medina del Campo se dicta una instrucción para que “el alcalde de Villafranca haga vida con su mujer y deje a su manceba”. Villafranca entró en decadencia en el siglo XVIII, cuando los Álvarez de Toledo perdieron la propiedad, y quedó completamente despoblada a principios del XIX. En el siglo XX la fortaleza ya estaba arruinada. Pese a ello, durante la Guerra Civil fue utilizada como refugio de una brigada de soldados soviéticos, que apoyaban al bando republicano. En julio de 1937, mientras se disputaba la Batalla de Brunete, sufrió graves daños al ser bombardeada por las tropas franquistas.
Castillo de Castañares de las Cuevas (La Rioja)
La planta de la edificación es irregular y se acomoda al trazado de la roca y a las covachas naturales existentes que cierran sus muros. Se divide en dos recintos de diferentes dimensiones. El primero y más amplio tiene una torre en el extremo Este. y un muro que cierra una extensa covacha en la que hay una fuente. El segundo espacio, que tiene aspecto de torre, está unido al anterior por un corredor de 13 m. Su forma es irregular y su orientación es Sureste, diferente a la del espacio anterior que es S. Unida a este recinto hay una habitación más pequeña y a distinto nivel.
En la actualidad, es imposible saber la distribución interior del conjunto, porque no existen paredes divisorias ni siquiera testigos, excepto un breve muro en el primer recinto. En cuanto al alzado de los muros, estos están construidos en mampostería con ripios y sillería en los esquinazos, jambas y dovelas de puertas y ventanas. Se utilizó piedra caliza porosa y cantos de río partidos. En los interiores se aprecia el rejuntado con yeso de la mampostería. Los dos recintos y el torreón estaban divididos en tres plantas, hoy perdidas, a juzgar por las ventanas existentes. El torreón tenía una puerta de acceso al segundo piso que se comunica al exterior con las viviendas rupestres aledañas y otra probable que daba al interior del fortín. La escasa iluminación de la planta baja se obtenía por medio de una aspillera con abocinamiento en esviaje hacia el interior y otra más amplia en el segundo piso, que al interior es abocinada y cuadrada con los ángulos superiores achaflanados a bocel.
El espacio contiguo a la torre tenía también doble acceso: uno a la planta baja en arco de medio punto al exterior y rebajado al interior, y otro a la segunda planta que ha perdido el dovelaje, pero que suponemos de medio punto. Se explica esta circunstancia por la configuración irregular del terreno. La planta baja carece de iluminación y la segunda tiene cuatro aspilleras abocinadas al interior, como las del torreón, completamente irregulares.
Castillo de Davalillo (La Rioja)
Consta de un recinto exterior amurallado y de una torre del homenaje, de planta poligonal. Es probable que se construyese durante el reinado de Alfonso VIII para fortalecer la defensa de la zona frente a Navarra. El castillo aparece documentado por primera vez cuando Enrique de Trastámara en 1367 lo entrega a Carlos El Malo de Navarra. Señorío de los Manrique, duques de Nájera; causa de enfrentamiento con los Velasco, condestables de Castilla.
Se accede desde el camino que lleva a la ermita de Nuestra Señora de Davalillo, a unos 5 km. Al norte del pueblo, en lo alto de un cerro sobre el río Ebro. El castillo de Davalillo se alza sobre un cerro, a 5 km. de San Asensio, desde el que se vigila la amplia vega del valle del Ebro, siendo muy significativa su complejidad constructiva y espacial, vinculadas directamente con su eficacia defensiva. La romería de la Virgen de Davalillo es una celebración tradicional en la que también se sube al castillo. Se produce la participación de todo el pueblo.
La Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa de la asociación para la defensa del patrimonio Hispania Nostra, recoge más de 100 castillos de nuestro país que se encuentran en estado de abandono y en peligro.
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