Hacer turismo por los cielos de Chernóbil es posible: hay vuelos por 90 euros

El 26 de abril de 1986, la central nuclear Vladímir Ilich Lenin saltaba por los aires. La mayor catástrofe nuclear de la historia de la humanidad se llevó por delante miles de vidas humanas, aunque el número de víctimas depende de quién haga la cuenta. Pero, además, dejó marcadas a decenas de miles de personas, afectadas por la radiación que durante días escapó de la central.

Esta semana se cumplen 35 años de aquella tragedia. La zona sigue estando restringida a las visitas y solo se puede acceder si se concierta un viaje con algunas de las pocas empresas que pueden acceder hasta la ciudad abandonada de Pripyat y sus alrededores. Pero, ahora, visitar Chernóbil desde las alturas es posible gracias a una línea aérea ucraniana.

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Bohdan Skotnykov, jefe de proyecto de la aerolínea nacional de Ucrania, reconoce a la CNN que, "para ser honesto, esta idea fue posible solo debido a la pandemia. Hay un avión disponible y nuestro equipo tiene algo de tiempo libre para hacer proyectos creativos". Así que han preparado un vuelo por los cielos de Chernóbil por 2.970 grivnas, unos 88 euros al cambio.

¿Un destino peligroso?

Aunque los expertos creen que hasta dentro de 20.000 años será imposible que el hombre vuelva a vivir en esta zona de forma segura, lo cierto es que pasar un par de días en Pripyat no supone un peligro importante y se puede comparar a la radiación que recibiríamos por hacernos una sencilla radiografía en cualquier hospital.

El avión volará a una altura mínima de 900 metros para no comprometer la seguridad

Por eso, las 195 personas que se animen podrán disfrutar desde las alturas, y de manera segura, de unas vistas únicas. El avión despegará del aeropuerto Boryspil, en Kiev, volará hacia el norte de Ucrania y llegará a Chernóbil, donde hará varias panorámicas de la zona de exclusión. Y siempre estarán a una altura mínima de 900 metros para no comprometer la seguridad.

Pero, para que la escapada sea completa, la aerolínea permitirá que los pasajeros puedan entrar en la cabina de la aeronave, ver de cerca cómo funciona un avión e, incluso, "hacerse un selfie con el piloto". Además, una empresa especializada en el turismo por la zona de exclusión se encargará de que sus guías acompañen a los pasajeros explicándoles todo lo que deban saber sobre la catástrofe.