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Ft. Lauderdale, puerta de entrada a la cálida Florida sin la multitud de Miami
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Ft. Lauderdale, puerta de entrada a la cálida Florida sin la multitud de Miami

Cuando se habla de viajar a Florida son muchos los que piensan en Miami. Fort Lauderdale tiene muchos aspectos similares, pero goza de una mayor tranquilidad

Foto: Playa de Las Olas en Fort Lauderdale, Florida. (T.F.)
Playa de Las Olas en Fort Lauderdale, Florida. (T.F.)

El sonido de las olas, la cálida y húmeda brisa marina en la cara y la arena entre los dedos de los pies. Las sensaciones de las vacaciones son casi un recuerdo, y según se acerca el frío —aunque este año lentamente— más se añora el último verano. Y más se ansía el siguiente. Una vez que se pasa la frontera de la estación, con el equinoccio de otoño, y más aún cuando comienzan las hojas a desprenderse de los árboles, tiñendo las calles de color pardo, es cuando uno piensa con más fuerza que ojalá llegue pronto el siguiente verano. Aunque a veces no hace falta ni esperar. No son pocos los destinos con temperaturas cálidas durante todo el año que permiten pasar unos días de playa mientras en casa el termostato baja de forma acelerada de los 20 grados.

Si a la temperatura le sumamos extensas avenidas por las que pasear en bicicleta o zonas de lujo que visitar bajo unas gafas de sol de espejo, al más puro estilo cinematográfico, puede uno pensar en Miami, la ciudad del 'glamour' del sur de Florida. Sin embargo, algo más al norte hay una vecina que no tiene nada que envidiarle. Fort Lauderdale es casi una versión mejorada de la Miami que se ve en las películas, que ha pasado de ser el destino preferido de los estudiantes estadounidenses para el conocido 'spring break', una semana en la que los universitarios aprovechan para disfrutar al máximo las vacaciones, a convertirse en un destino multiperfil, y una manera pausada (y no excesivamente cara) de dar el salto y viajar a Estados Unidos unos días.

placeholder Canales de Fort Lauderdale, 'la Venecia de Estados Unidos'. (T.F.)
Canales de Fort Lauderdale, 'la Venecia de Estados Unidos'. (T.F.)

Podría ser calificado como destino de lujo, por sus canales al estilo veneciano —sí, la llaman 'la Venecia de Estados Unidos'— salpicados de carísimos yates entre mansiones y otras viviendas de categoría, pero esto implicaría algo que no es: un destino solo de lujo. Es cierto que tiene tiendas allá donde vayas donde llenarse una bolsa (o varias) de todo lo que uno pueda imaginarse, y restaurantes donde disfrutar de buenos productos de mar mirando la inmensidad del Atlántico; pero las calles de esta zona del sur de Florida, donde casi es más sencillo encontrarse gente que habla castellano que inglés, tienen más.

Foto: (Foto cedida por MSC Cruceros).

Y tienen arte, allá por donde vayas. Muchos de los muros de la vecina Hollywood —que nada tiene que ver con la del cine, pero que tiene su propia industria— han vivido un excelso lavado de cara para poder levantar sobre ellas muchas de las obras de artistas del color, tanto de la zona como del resto del mundo. Y entre pinturas de Tatiana Suarez, Evoca1, The London Police o Kenny Scharf, los rostros de tres personajes más que conocidos: Salvador Dalí, Frida Khalo y Jean-Michel Basquiat comparten, gracias al pincel de Fabio Onrack, la visión de la ancha 21st. Avenue, punto imprescindible de la ruta de los murales del Downtown Hollywood.

placeholder Mural de Salvador Dalí, Frida Khalo y Jean-Michel Basquiat en el Downtown Hollywood Mural Project. (T.F.)
Mural de Salvador Dalí, Frida Khalo y Jean-Michel Basquiat en el Downtown Hollywood Mural Project. (T.F.)

Pero el arte no lo tienen solo de paredes para afuera. El Museo de arte NSU de Fort Lauderdale tiene algo más de medio siglo y alberga desde el realismo de William Glackens hasta surrealismos del movimiento CoBrA. La modernidad caracteriza no solo a esta zona, sino a todo Estados Unidos, y acostumbrados a contar con reliquias de edades comprendidas entre varios siglos en Europa, el 'lugar histórico' por excelencia de esta ciudad nos puede parecer demasiado joven. Pero no por ello menos encantador. La Bonnet House, construida en 1920, donde pasaban cada invierno Frederic Clay Bartlett y su esposa Helen hasta la muerte de ésta, en 1925; y donde después siguió sus rutinas de tiempos fríos con la que fue su segunda esposa, Evelyn. Allí murieron los dos, antes de pasar a formar parte del patrimonio nacional, que lo mantiene como casa-museo, definida años ha por el presitigioso 'New York Times' como "una cápsula del tiempo perfectamente conservada de una época anterior en la que la élite adinerada podía permitirse un acogedor refugio para invierno de 35 acres (más de 14 hectáreas) en Florida".

Pura naturaleza de humedal

Si algo tiene la zona más meridional de la Florida americana, además de las playas de la costa este de la península y de los cayos del sur, es naturaleza. Prácticamente todo el sur de Florida está ocupado por los Everglades, un humedal subtropical y hábitat de algún que otro cocodrilo y otras especies, protegido en forma de Parque Nacional. A escasa media hora de Fort Lauderdale, atravesando la interestatal 595W, se encuentra el parque recreativo de Sawgrass, donde con mucho ruido y más fresco que en el resto de la zona, se puede intentar visualizar alguno de estos grandes reptiles, que descansan en las aguas del humedal.

placeholder Un cocodrilo en el parque recreativo de Sawgrass, en Florida. (T.F.)
Un cocodrilo en el parque recreativo de Sawgrass, en Florida. (T.F.)

No es sencillo, pero a veces aparecen, sobre todo teniendo en cuenta que el piloto del hidrodeslizador sabe hacia dónde tiene que ir y en qué momento debe apagar el ruidoso motor del aparato, para que los inquilinos del humedal asomen la cabeza. Más que buscar al animal, lo imprescindible es disfrutar de la travesía, especialmente si el conductor, que con suerte nos recuerda a aquel hombre de la América profunda que con los mofletes colorados y bajo la sombra de una gorra, la acompaña de jocosas anécdotas de la zona. Y disfrutar del paisaje.

El sonido de las olas, la cálida y húmeda brisa marina en la cara y la arena entre los dedos de los pies. Las sensaciones de las vacaciones son casi un recuerdo, y según se acerca el frío —aunque este año lentamente— más se añora el último verano. Y más se ansía el siguiente. Una vez que se pasa la frontera de la estación, con el equinoccio de otoño, y más aún cuando comienzan las hojas a desprenderse de los árboles, tiñendo las calles de color pardo, es cuando uno piensa con más fuerza que ojalá llegue pronto el siguiente verano. Aunque a veces no hace falta ni esperar. No son pocos los destinos con temperaturas cálidas durante todo el año que permiten pasar unos días de playa mientras en casa el termostato baja de forma acelerada de los 20 grados.

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