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Ruta entre las casas colgadas de Cuenca y su famoso puente de San Pablo
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Ruta entre las casas colgadas de Cuenca y su famoso puente de San Pablo

Un paseo por ese curioso paisaje le hará darse cuenta de lo excepcional que es esta ciudad

Foto: Las casas colgadas de Cuenca. (Shutterstock)
Las casas colgadas de Cuenca. (Shutterstock)

Cuenca luce con honor ser una de las pocas ciudades de España catalogadas como Patrimonio de la Humanidad. Si bien es cierto que a lo largo y ancho de la geografía española se distribuye un amplio catálogo de monumentos con este título, tan solo 15 localidades pueden presumir de haber recibido tan merecido nombramiento internacional. Sus famosas casas colgadas han contribuido a tal reconocimiento, pues desde siempre han sido un enclave inevitablemente ligado a la historia de la ciudad.

Para conocer todos los encantos de Cuenca —los más populares y también los menos nombrados—, se puede contratar una ruta guiada por la ciudad que domina el risco sobre el que se alza su mapa. En ella, no puede faltar la alusión a las casas colgadas, presente para la vista que esta localidad castellanomanchega regala a los visitantes que pasean por sus calles. Ejemplo de la arquitectura tradicional conquense, los balcones de madera de estas edificaciones parecen caer al vacío desde el precipicio natural sobre el que se levantan.

En la actualidad, las casas colgadas datadas a finales del siglo XV son morada del Museo Español de Arte Abstracto. Con la compra de la entrada al museo, se permite el acceso a las casas colgadas, en cuyas paredes interiores penden obras del pintor Fernando Zóbel —este artista también da nombre a la estación de tren de la ciudad—. A principios del siglo XX, el ayuntamiento conquense compró las últimas tres casas colgadas que aún se mantenían en pie para evitar su destrucción, pues el paso de los siglos había hecho mella sobre sus muros y corrían el riesgo de perderse para siempre.

Puente de San Pablo, el parador y más

Entre los puntos que tampoco faltarán en el recorrido guiado por la parte medieval del callejero de Cuenca aparecen la Plaza Mayor y su famosa catedral gótica de Santa María y San Julián, fechada en el siglo XIII. La visita no incluye el acceso al interior del templo, pero la explicación del guía frente a su fachada le servirá para hacerse una idea de la importancia de esta iglesia en el contexto de la región. Como curiosidad, si tiene tiempo a lo largo de la jornada para entrar en la catedral, no deje de buscar la decoración con motivos asiáticos que 'esconden' dos de las puertas de madera de la sacristía.

A tan solo cinco minutos a pie, aparecerá ante usted otro de los grandes iconos de la ciudad. Junto a las casas colgadas, el puente de San Pablo es uno de los puntos más reconocidos de Cuenca y, de hecho, aún son muchos los que recuerdan la fotografía que se tomaron los actuales Reyes de España durante su viaje de luna de miel por territorio español. Levantado sobre el río Huécar a principios del siglo XX, recuerda las obras 'eiffelianas' por su diseño en hierro —aunque este viaducto también incluye madera entre sus materiales de construcción—.

Aunque actualmente el puente de San Pablo está compuesto por vigas de troncos y metal, en origen se levantó en piedra para comunicar la ciudad con el convento cuya advocación se dedicó al mismo santo que lleva su nombre. En este monasterio se ubica a día de hoy el parador, pero aunque las celdas de los antiguos monjes han sido sustituidas por las habitaciones del hotel, aún es posible disfrutar de su precioso claustro —que mantiene algunos confesionarios en los laterales— y se puede asistir a misa en la iglesia del convento.

Durante los días de Semana Santa, en este templo de cruz latina se ofrecen conciertos de música religiosa y acuden a Cuenca músicos de todo el mundo. Si tiene oportunidad de repetir visita a la ciudad, no dude en hacerlo durante estos días de festejos, pues la Semana Santa conquense está declarada como bien de interés turístico internacional.

Gastronomía y excursión por la serranía

Puesto que su paseo por Cuenca le habrá dejado con buen sabor de boca, nada mejor para saciar el apetito a la mesa del restaurante El Secreto. En pleno casco histórico, podrá degustar un menú a compartir que incluye cava de bienvenida, bombones de foie, ensalada de berenjena en tempura y queso de cabra, chipirones salteados, magret de pato al oporto y bacalao con base de espinacas y piñones. La nota dulce de la jornada la pondrá el brownie con helado de vainilla responsable del postre.

Y ya que ha viajado hasta Cuenca, aproveche al máximo el desplazamiento. De forma opcional, se puede contratar una excursión a través de la serranía conquense subido a bordo de un autobús de lujo. En el precio de esta ruta, se ofrecen incluidas las entradas a la Ciudad Encantada, un complejo kárstico de piedras que, erosionadas por el paso del tiempo, han creado las más variopintas formas para dar rienda suelta a la imaginación. El autobús también le permitirá fotografiar las impresionantes vistas del Ventano del Diablo, así como las contempladas desde el humedal de la laguna de Uña.

Si la ruta natural por la sierra de Cuenca le ha abierto el apetito, podrá saciarlo comiendo en el famoso parador de la ciudad. El coste de la excursión incluye un menú especial en este hotel, donde se disfrutará —entre otros— de típicos aperitivos como el morteruelo o la tosta de ajo mortero templada. Como plato principal, podrá elegir entre carrillada de cerdo estofada con vino tinto, confit de pato en salsa de naranja y pisto de piña, trucha en salsa de setas o pez espada a la parrilla con refrito de ajos y tomate. De postre, un exquisito hojaldre relleno de crema y helado de queso artesano.

Cuenca luce con honor ser una de las pocas ciudades de España catalogadas como Patrimonio de la Humanidad. Si bien es cierto que a lo largo y ancho de la geografía española se distribuye un amplio catálogo de monumentos con este título, tan solo 15 localidades pueden presumir de haber recibido tan merecido nombramiento internacional. Sus famosas casas colgadas han contribuido a tal reconocimiento, pues desde siempre han sido un enclave inevitablemente ligado a la historia de la ciudad.

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