La adictiva miniserie que acaba de llegar a Netflix y ha encantado a la crítica: ocho capítulos llenos de suspense y personajes inquietantes

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El thriller psicológico está viviendo una nueva edad dorada. Las producciones de misterio vuelven a dominar los rankings de Netflix y, entre los últimos estrenos que han logrado captar la atención del público, hay una ficción canadiense que se ha convertido en todo un fenómeno por su atmósfera opresiva, su tensión constante y sus interpretaciones.

Se trata de Incontrolables (Wayward en su título original), la nueva miniserie creada por Mae Martin, que llegó a Netflix hace pocos días y ya se ha colado entre las más vistas de la plataforma. La producción, compuesta por ocho episodios, ha recibido elogios unánimes de la crítica internacional por su capacidad para mantener al espectador en vilo y por abordar un tema tan delicado como los abusos en los centros de reeducación juvenil.

La historia comienza en el pequeño y enigmático pueblo de Tall Pines, donde varios adolescentes son secuestrados en mitad de la noche y llevados a una institución dirigida por Evelyn (interpretada por Toni Collette). La mujer asegura que su misión es convertir a esos jóvenes “problemáticos” en miembros obedientes y felices de la sociedad, pero pronto se revela que tras esa fachada de buenas intenciones se oculta un entramado de manipulación, violencia y control psicológico. Al mismo tiempo, Alex Dempsey (protagonizado por el propio Mae Martin), da vida a un policía recién llegado al pueblo con su esposa embarazada Laura (Sarah Gadon), y pronto empieza a sospechar que el centro oculta algo mucho más oscuro de lo que aparenta.

Un internado convertido en pesadilla

Entre los jóvenes recluidos destacan Leila (Alyvia Alyn Lind) y Abbie (Sydney Topliffe), dos amigas que terminan atrapadas en el siniestro internado donde las reglas se imponen mediante castigos y rituales. Los métodos de Evelyn, que mezcla terapias invasivas, aislamiento y el uso de drogas alucinógenas, convierten el lugar en una auténtica pesadilla. La serie logra un equilibrio entre el suspense, el drama psicológico y la crítica social, con una estética sombría que recuerda a producciones como The Wilds o Despiértate.

Lo más perturbador de Incontrolables es que está inspirada en hechos reales. Mae Martin se basó en la llamada Troubled Teen Industry, una red de instituciones privadas en Estados Unidos que durante décadas ofrecieron programas de “rehabilitación” para adolescentes conflictivos. Detrás de esa fachada se escondían abusos físicos y psicológicos, torturas y prácticas sectarias. La propia creadora explicó que la historia nació de la experiencia de una amiga que fue internada en uno de estos centros y logró escapar tras años de maltrato.

La serie, además, coincide con un renovado interés por este tipo de historias. Casos reales como el de Paris Hilton, quien denunció los abusos sufridos en un internado de Utah, o el de la mamá influencer Ruby Franke, acusada de maltratar a sus hijos en un entorno similar, han reabierto el debate sobre la impunidad de estos programas. Netflix, de hecho, ya exploró este tema en su documental The Program: Cons, Cults and Kidnapping, lo que refuerza el trasfondo real de Incontrolables.

'Incontrolables' es una de esas ficciones que se ven de un tirón y dejan un eco incómodo, pero imposible de olvidar.

Con un reparto de primer nivel y una dirección cuidada, la serie no solo engancha por su misterio, sino por la manera en que aborda la salud mental adolescente, el control institucional y los límites de la autoridad. La crítica la ha descrito como “hipnótica” y “emocionalmente devastadora”, mientras que el público la ha colocado entre sus favoritas por su ritmo y su capacidad para generar empatía con los personajes.