Jaime tira la copa en 'Sueños de libertad': así podría tener planificada su muerte en la serie
En el capítulo de este lunes de la serie de Antena 3, Begoña ha confesado su culpabilidad ante Jesús, y Fina le ha hecho una esperanzadora propuesta a Marta
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El personaje de Jaime podría encontrarse en sus últimas horas, en la serie Sueños de libertad. El marido de Marta en la ficción de época que Antena 3 emite entre semana a las 15:45 horas, ha tenido un lamentable encuentro con Jesús en el episodio de este lunes, después de saber que el perverso empresario había decidido actuar por su cuenta al ponerle un detective privado a Marta, ajeno al acuerdo que tenía con el doctor Berenguer.
Si los espectadores recuerdan, en episodios anteriores del melodrama protagonizado por Natalia Sánchez, Alain Hernández y Dani Tatay, Jesús amenazó a Jaime con contarlo todo sobre Marta, si el doctor no amañaba el análisis de sangre que le hizo a Begoña cuando estaba siendo drogada por su marido. Después, Marta le explicó al marinero que su relación con Fina había sido desvelada a don Damián, y que intuía que había sido por culpa de su hermano, quien les puso un detective privado para que les sacase fotografías bastante comprometedoras, con lo que Jaime comprobó que Jesús no había respetado el acuerdo.
Hoy, Jesús tenía otro frente abierto: lidiar con los Merino después de que se enterasen de que él había sido quien había comprado las tierras de Peralta. A solas con su hijo, Damián ha querido saber con qué dinero había comprado Jesús aquellas tierras. La sorprendente respuesta no ha tardado en salir a la luz: para más inri, las había comprado con el dinero de Valentín, que se había llevado el día que intentó escapar. Damián no podía creer que su hijo hubiese sido capaz de robarle a los Merino con el mismo dinero que también les robó.
Damián ha pensado que Digna no le perdonaría nunca aquel cisma, y así parecía ser cuando el ama de llaves ha hablado con el fundador. La mujer ha presentado su dimisión en su puesto: no podía hacer como si nada y seguir sirviéndole cafés a Jesús. "Ha sido la gota que ha colmado el vaso", ha sopesado la cuidadora. Damián pensaba que se separarían por culpa de las tierras, pero ella le ha rectificado: era por el desprecio de Jesús. Por ello, el patriarca le ha pedido que no permitiese que su hijo se saliese con la suya.
Gema ha caído en la cuenta de que un topo se habría chivado a Jesús de sus planes
En casa de los Merino, Joaquín le ha explicado a Gema lo ocurrido en casa de los De la Reina, y ella ha caído en la cuenta de que un topo se le habría chivado a Jesús de todos sus planes. Y no podía ser otro que Isabel. La doncella ha perseguido a la secretaria por toda la colonia hasta la parada de autobús, pidiéndole su confesión. Pero Isabel no ha admitido su culpa, y entre lágrimas, le ha pedido que la dejase tranquila. "Disfruta de tu miserable vida", ha ultimado Gema, "a mí me las vas a pagar. A mí y a toda mi familia".
De regreso en el apartamento, Digna estaba observando los papeles del proyecto, y le ha propuesto a sus hijos contactar con Mario García, el topógrafo, para pedirle su opinión y consultarle si pensaba en otros terrenos con fuentes termales cuando pensó en el balneario con Gervasio. Joaquín y Luis han intentado quitarle de la cabeza aquella idea a su madre, pero el ama de llaves ha seguido en busca del amigo de su esposo. Gema ha encontrado a Digna decidida a buscar a García en Madrid, y la matriarca ha admitido que no podía permitir que Jesús se saliese con la suya.
La propuesta de Fina
Por su parte, Marta le ha contado a Fina el espectáculo que había protagonizado su hermano con los Merino. La dependienta ha expresado su miedo a ser las siguientes en el punto de mira de Jesús, y por ello le ha pedido a Marta alejarse del todo de él: "Vente conmigo a Barcelona". A Marta le ha seducido el posible cambio de vida, e incluso vivir junto a Fina, pero la realidad ha emergido cuando ha visitado a Jaime en el dispensario, quien volvía a sufrir una de sus jaquecas.
Jaime ha inducido a Marta a que siguiese a Fina hasta Barcelona, pero la firme empresaria no ha olvidado la promesa que le hizo a su marido: que se quedaría con él hasta el fin de sus días. Jaime ha opinado que tenía que aprovechar que tenía toda la vida por delante, pero Marta le ha dicho que aunque Fina era una de las personas más importantes de su vida, él también lo era: "Mi sitio está aquí contigo".
Fina no se ha tomado la decisión de Marta demasiado bien. De hecho, no ha llegado a creerse que Jaime estuviese seriamente enfermo, pues lo veía pasar consulta cada día. La dependienta ha pensado que Marta, en realidad, tenía miedo a perder el prestigio que había llegado a obtener trabajando en la empresa, y no ha querido escuchar más a su amada. Marta ha acabado llorando sola, en el almacén.
¿Quién tomará el veneno?
Por la noche, Julia ha escuchado discutir a Jesús y Begoña en el dormitorio. La enfermera estaba orgullosa de haberle fastidiado el día a su marido, contándole a Digna que había sido él quien había comprado las tierras a Peralta. Jesús se ha burlado de la inestabilidad de Begoña, y ella casi le ha dado una bofetada, que el marido ha conseguido frenar. El empresario ha deducido que Begoña les había escuchado hablar a Isabel y a él, y le ha llamado traidora y desgraciada.
"Todos saben cómo eres", ha proclamado una Begoña empoderada, avisándole de que si le llenaba el cuerpo de moratones, su familia sabría que es un salvaje. La esposa se ha marchado a dormir a la habitación de Julia, quien por fin le había perdonado, al concienciarse de que no era ella quien quería enviarla a un internado.
Jesús se ha burlado de la inestabilidad de Begoña, y ella casi le ha abofeteado
En el salón, Jaime ha echado unas gotas de arsénico en un vaso de coñac. Parecía que era él quien se lo iba a beber, pero al aparecer Jesús por su espalda, le ha invitado al trago, ofreciéndole el vaso de cristal. El médico le había pasado una nota a su cuñado para citarse allí por la noche, y Berenguer le ha anunciado que había convencido a Marta para que se marchase a Barcelona. Así, Jesús tenía vía libre para gestionar la empresa a su manera.
Con la copa en la mano, Jesús ha dicho que admiraba el temple que tenía Jaime, de permitir que su esposa hiciese lo que le viniese en gana. Pero Jaime ha defendido que se trataba de respeto y aceptación de las personas tal y como eran. "Invitas a tu mujer a que se vaya, yo la invito a que se quede", ha pensado Jesús sobre Begoña. Jaime ha dicho que "invitar" era una palabra muy benevolente para sí mismo, y su cuñado ha defendido que drogó a la enfermera por amor, y que todos cometían locuras por ello.
Jesús ha opinado que, en el fondo, Jaime y él no eran tan distintos. Cuando iba a dar un trago para celebrarlo, el doctor le ha tirado la copa al suelo: "Yo no soy como tú". Jesús se ha marchado ofendido a limpiarse la ropa, y no ha visto cómo a Jaime le daba un nuevo ataque cerebral que le dejaba desmayado sobre la alfombra. ¿Se recuperará? ¿Revelará el chantaje al que le tenía sometido Jesús antes de morir? ¿Beberá el arsénico él mismo antes de que la enfermedad vaya a más?
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