El indiscreto momento que Rómulo ha presenciado en 'La Promesa' podría cambiar la serie para siempre

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La relación entre los personajes de Cruz y María Antonia sigue siendo cordial en la serie La Promesa, pero los espectadores saben que cada una de sus palabras son dardos envenenados. La marquesa de Luján está decidida a echar a la que fuera su mejor amiga de su palacio, pero en el capítulo de ayer, la señora había rechazado olímpicamente despedirse de la esposa de Alonso. En el capítulo de este martes, María Antonia ha querido cerciorarse de cuánta información poseía Cruz sobre su idilio con el marqués.

El episodio del melodrama protagonizado por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, ha comenzado con la aclaración de María Antonia de que no se despediría de Cruz porque siempre mantendrían el contacto. La mujer se ha tragado su orgullo, parece haber aceptado su marcha de La Promesa, y le ha prometido a la marquesa que se pondría a recoger sus cosas.

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Marina Velasco

Pero María Antonia no ha dejado pasar la oportunidad de lanzarle una pulla a su amiga: "No me gustaría por nada del mundo llevarme algo que no me pertenece". ¿Se refería al cariño de Alonso? Cruz, que siempre tiene la respuesta perfecta en los labios, le ha respondido que ya tendría tiempo de devolverlo.

María Antonia le ha contado a Lorenzo que no podría retrasar más su marcha del palacio, y ha comentado que había un ambiente raro en La Promesa. "Tú no le has dicho nada a Cruz de lo que hablamos, ¿no?", ha querido cerciorarse la noble, sobre lo que pasó entre Alonso y ella. El capitán ha perjurado que él no se fue de la lengua, y que Cruz debió darse cuenta por sí sola de lo que pasaba a su alrededor.

Una importante petición de Catalina

En otro orden, el conde de Añil se ha negado a escuchar a la que fuera su prometida Catalina, y le ha asegurado que no quería saber nada de los Luján: por su culpa, había tenido que cambiar su palacio por una casa más humilde, y se le cerraron todas sus puertas cuando arrastraron su apellido por el fango.

Catalina le ha pedido a Pelayo que no la metiese en el mismo saco que su familia, y se ha quedado pernoctando en el portal del conde, hasta que el noble le ha preguntado si nunca se daría por vencida. El conde le ha reprochado que se aireasen sus intimidades a la prensa, pero Catalina le ha negado que aquello fuese culpa suya. "Ahora, más que nunca, tenemos que hablar", ha asegurado la chica. Con ello, Pelayo le ha invitado finalmente a entrar en su nueva casa.

Si Pelayo aceptase la propuesta, tendría una oportunidad para vengarse de Cruz

Catalina le ha explicado que fue Cruz quien envió aquellos malévolos partes a la prensa, y el conde ha entendido que la marquesa era capaz de ello y mucho más. Pelayo ha explicado que, después de aquellas publicaciones, se había convertido en un repudiado social. El conde no volvió al negocio de las armas, y tuvo que vender su colección de arte y su palacio, así como despedir a gran parte de su servicio, para subsistir.

"Quiero que vuelvas conmigo a La Promesa", le ha pedido Catalina a Pelayo, pues no había superado su ruptura y creía que, si estaban juntos, podrían aclarar sus sentimientos. Si Pelayo aceptase, tendría una oportunidad para vengarse de Cruz. Pero, ¿cómo lo haría?

El hallazgo de Rómulo

Por su parte, Jana le ha contado a María Fernández el propósito de Manuel de recuperar sus planes de boda. La sirvienta ha admitido sentirse en una nube, pero también que tenía miedo por cómo podría reaccionar los Luján ante ello. María le ha dicho que ya se afrontaría aquello cuando ocurriese, pero Jana ha seguido pensando que su relación con Manuel siempre había estado atada de manos.

"Nos juraremos amor eterno delante de todo el mundo", ha prometido Manuel a Jana, en otro momento a solas, en su estudio. Ambos se han besado, sin ser conscientes de que Rómulo observaba la escena desde el marco de la puerta. Es la primera vez que alguien se entera por sorpresa del idilio entre señorito y doncella. ¿Lo contará el mayordomo al marqués?

Martina se despide de La Promesa

Hablando de bodas, Manuel ha preguntado a Curro cómo había conseguido que Martina diese su brazo a torcer sobre el casamiento entre Ayala y Margarita. En ese momento, Ignacio ha dejado clara su intención de ingresar a la prima de los Luján en un convento, pese a todo, pues pensaba que la muchacha había cedido sin convencimiento, y que ello no le impediría atentar contra su vida más adelante. Curro ha amenazado cara a cara a Ayala, y le ha dicho que ahora mismo llamaría al convento para cancelarlo todo, o se arrepentiría.

Más tarde, una religiosa ha llegado al palacio para recoger a Martina. La joven ha aceptado su destino sin queja, aunque con los ojos llorosos. "Que sea lo que Dios quiera", ha bromeado la chica, antes de que Margarita le jurase que iba a resolver todo aquel entuerto como fuese. Alonso ha llegado preguntando si acaso no le iban a avisar para despedirse de su sobrina, como en su último ingreso, y ha pedido al conde que recapacitase. Pero Ayala ha invitado a Martina que la acompañase hasta la puerta. ¿Será el fin de Martina en La Promesa?