'Ms. Marvel' (Disney+), el necesario relevo generacional para un agotado UCM

Iman Vellami, la protagonista de 'Ms. Marvel', la serie de Disney+ sobre la primera superheroína musulmana, llegó a su casting con los deberes hechos. La actriz se había leído todos los cómics sobre Kamala Khan, el personaje al que interpreta, y hasta se había disfrazado de ella antes de que en Marvel Studios se planteasen siquiera adaptarla a la pantalla. Hoy, su condición de fan irredenta, joven y mujer es fundamental para entender cómo 'Ms. Marvel' cambia la lógica del UCM.

Es muy posible que 'Ms. Marvel' no guste. Pero también es más que probable que el problema sea, en cierta medida, del espectador. La serie, que acaba de estrenar el primero de sus seis episodios, tiene muchos defectos de cosecha propia, pero trae además un augurio que a nadie le gusta oír: el público de Marvel se está haciendo viejo y toca renovarlo. Y lo hace, significativamente, desde una plataforma como Disney+ (a la que puedes suscribirte aquí).

La serie trae a la primera superheroína musulmana, pero de la forma más convencional

A primera vista, tampoco parece que 'Ms. Marvel' sea ninguna revolución. Su trama introduce a la primera superheroína de religión musulmana del universo cinematográfico, sí, pero no podría hacerlo de forma más convencional.

La protagonista es una adolescente de Nueva Jersey con raíces paquistanís que se debate entre la tradición familiar, los dramas habituales del instituto y su auténtica pasión: los Vengadores. Como la propia Iman Vellami, Kamala es fanática de los superhéroes e incluso acude a una convención con un 'cosplay' de Capitana Marvel. Allí obtiene unas habilidades sobrehumanas que acentúan todavía más la brecha entre su legado cultural y la vida que ella desea: la de una superheroína.

Los superpoderes como metáfora del paso a la madurez, una realidad cultural infrarrepresentada, el metacomentario sobre la propia Marvel y su mercadotecnia… Todos los elementos de la historia con potencial para desequilibrar la hipernormatividad de la Casa de las Ideas están contados en la serie de una forma tan previsible que los desactiva.

Radical

El Universo Cinematográfico de Marvel nos ha acostumbrado a tal entumecimiento del estilo en sus películas y series que una propuesta estética mínimamente imaginativa como la de 'Ms. Marvel' llega a parecer innovadora por contraste. Pero no hay que perder el norte: como casi todo en la serie, es muy probable que el espectador haya visto cualquiera de los presuntos atrevimientos gráficos de la producción de Disney+ montones de veces antes.

'Ms. Marvel' es radical por otras razones. La principal es que, de todas las series y películas estrenadas desde 'Vengadores: Endgame', ninguna había sido tan extrema en su mensaje como esta. Y ese manifiesto dice que el universo Marvel necesita urgentemente un relevo generacional o se acabará agotando.

No es baladí que el toque de atención venga desde Disney+, que va dominando pacientemente a las salas de cine como escaparate hegemónico de los productos de la compañía —quizá no todavía en las cifras, pero sí en el terreno de lo simbólico—. Al fin y al cabo, allí es hacia donde avanzan también otras 'majors' de la industria, como Warner.

Sin embargo, ninguna de las propuestas seriadas de la misma plataforma, todas de espíritu extremadamente continuista, se había posicionado con tanta firmeza como 'Ms. Marvel'. La serie sobre Kamala Khan no es otra cosa que un canto de bienvenida a los neófitos y despedida de las audiencias apolilladas, una celebración hecha por y para fans de penúltima generación que susurra a los que ya peinan canas: 'tempus fugit'.

Marvel Studios debe empezar a producir contenido con los fans del futuro en mente

Marvel, como todos los fenómenos fanáticos, es cada vez menos propiedad de los ejecutivos encorbatados y más de su entregado público. Y si la empresa pretende ser algo más que una alacena de nostálgicos lectores de tebeos en los próximos años —¿décadas?—, debe empezar a producir contenido con los fans del futuro en mente.

Esa transición, por supuesto, será traumática. No podría no serlo cuando amplios sectores de su público histórico se han resistido al cambio, vía 'review bombing' y otras estrategias abiertamente machistas, racistas u homófobas, para evitar por todos los medios que el UCM evolucione.

La nueva serie no expulsa a nadie, ni mucho menos, aunque habrá quienes se sientan igualmente expulsados. A 'Ms. Marvel' eso le da igual, porque tiene en el punto de mira otros perfiles de espectadores: más jóvenes, más abiertos, más sanos y cuyo consumo seguramente vaya del cine a los cómics, y no al revés.

Puede que por eso la previsibilidad y las redundancias de la propuesta no chirríen dentro de esta nueva lógica: porque 'Ms. Marvel' cuenta con ser la primera serie de la marca —quizá la primera serie, en general— para toda una nueva generación de fans. Por las buenas o por las malas.