'Heartstopper' (Netflix) y el fin de las adolescencias robadas a los jóvenes LGTBI
La adaptación de los cómics de Alice Oseman narra la relación entre dos chicos adolescentes desde un prisma optimista y conmovedor
¿Se puede sentir melancolía por una situación que nunca te ha ocurrido? Es la sensación de muchos espectadores cuando ven 'Heartstopper', la nueva serie juvenil de Netflix sobre un romance de instituto entre dos chicos adolescentes. Una historia de amor pura, emocionante y sana que la mayor parte de las personas del colectivo LGTBIQ+ no pudieron experimentar hasta bien entrada la veintena.
La cantante Aitana recordaba el otro día en Twitter lo feliz que fue mientras estudiaba en el instituto. Inmediatamente, su publicación se inundó de comentarios de gente 'queer' hablando sobre la sensación de soledad, las burlas, los cuchicheos, el pánico a los matones de turno, los esfuerzos titánicos para disimular la pluma o las agresiones que tuvieron que soportar durante esa misma etapa.
Cuando el protagonista de la serie, un gay de 14 años, necesita sentirse seguro, busca refugio en su clase de arte. Allí se encuentra con su profesor, el señor Ayaji, un hombre homosexual que luce una chapita con la bandera arco iris y le aconseja sobre cómo afrontar el 'bullying' o el miedo. Una figura protectora que las generaciones anteriores jamás tuvieron durante su etapa estudiantil. Como tampoco contaron con un producto cultural que les explicase, utilizando sus códigos, que debían vivir su sexualidad libremente y sin sentimiento de culpa. Que también podían ser felices.
Basada en las novelas gráficas de la británica Alice Oseman, que se ha encargado personalmente de adaptar su propia historia para televisión, 'Heartstopper' sigue el incipiente romance entre Charlie (Joe Locke), un joven 'nerd' e inseguro, y Nick (Kit Connor), un chico muy popular en el instituto gracias a su liderazgo en el equipo de rugby. La clásica historia de amor adolescente entre dos polos opuestos, con sus correspondientes dosis de azúcar y todos los chiclés del género romántico, pero con el matiz de que ambos protagonistas son del sexo masculino e insultantemente jóvenes. Y lo más revolucionario de todo: un romance gay sin tragedia de por medio.
'Heartstopper' no oculta lo que es: un relato edulcorado y optimista dirigido a conquistar a una audiencia muy joven. Sus tonos pastel y los recursos gráficos (flores y mariposas de colores extraídas del cómic) refuerzan su carácter naíf. La serie se presenta como el contrapunto perfecto a otras que narran la adolescencia desde un punto de vista más oscuro, como 'Élite' (Netflix) o 'Euphoria' (HBO), en las que los protagonistas tienen experiencias que no se corresponden con la edad de los personajes —aunque sí con la de los intérpretes—. Netflix nos regala, al fin, una serie de instituto que puede proyectarse en los institutos.
Un instituto sin drogas, sexo ni alcohol
Alice Oseman solo tenía 19 años cuando firmó su primer contrato editorial y hoy, a sus 27, parece tener claro que quiere aportar una mirada realista de la vida de los jóvenes, alejándose de la sexualización prematura que muestran la mayoría de series de instituto. Oseman simplemente pretende transmitir el nerviosismo del despertar sexual, la magia del primer beso, en lugar de mostrarnos a niños jugando a ser universitarios. Por eso, todos los actores tienen menos de 20 años y no vemos ni una sola escena mínimamente sexual en toda la temporada. Joe Locke y Kit Connor tenían 17 y 18 años, respectivamente, cuando rodaron la ficción.
La industria lleva décadas normalizando la elección de actores adultos para interpretar a adolescentes y que, de este modo, el público no se escandalice con las escenas más explícitas. La actriz Emma Mackey, protagonista de 'Sex Education' (Netflix), tiene 26 años; los mismos que Albert Salazar o Carlos Alcaide, de 'El internado: Las Cumbres' (Prime Video); Claudia Salas, de 'Élite' (Netflix), 27; Zendaya, de 'Euphoria' (HBO), 25; al igual que Amaia Aberasturi, de 'La edad de la ira' (ATRESplayer Premium). Todos ellos interpretan a estudiantes de instituto, a pesar de que sus tramas tienen más relación con experiencias adultas.
Pero los protagonistas 'Heartstopper' todavía no se drogan, no van a botellones, no practican sexo en los vestuarios después de la clase de Educación Física, no pegan a sus padres ni asesinan a sus compañeros. Son, simplemente, niños de quince años que conservan su inocencia y quedan para tomar batidos de chocolate en el parque y ver películas de culto. Y, por qué no, también se enamoran locamente.
La felicidad como motor del relato
Si la serie se enfoca al público joven, ¿por qué tantos adultos están sintiendo una profunda conexión con 'Heartstopper'? Al margen de recrear una historia que les hubiera gustado vivir, quizás tenga algo que ver la necesidad imperiosa de consumir relatos protagonizados por personas LGTBIQ+ que esquiven la tragedia.
Una vez superada la fase en la que los personajes LGTBIQ+ eran meros secundarios utilizados como alivio cómico, el cine y la televisión se han ido abriendo a producir relatos que ponen el foco de la trama en relaciones entre personas del mismo sexo o con una identidad de género fuera de la norma. Aunque, a priori, esto parece una buena noticia en términos de representación, lo cierto es que todos estos productos tienden a mostrar las experiencias 'queer' desde el dolor: enfermedad, adicciones, muerte, amores prohibidos, clandestinidad y autosabotaje. ¿No tienen derecho todos los jóvenes a disfrutar de un producto audiovisual en el que sus protagonistas son plenamente felices?
Al igual que en cientos de series de amores adolescentes entre personas heterosexuales, 'Heartstopper' nos muestra a dos personas que se gustan, flirtean, se enamoran, lo viven y lo disfrutan. No hay drama en la relación entre Nick y Charlie, solo amor. Algo que dentro de pocos años no será revolucionario, pero que todavía lo es. No es la primera vez que un producto 'teen' intenta aportar una mirada blanca y optimista. Ya lo intentó la película 'Con amor, Simon' (Greg Berlanti, 2018) y su serie derivada, 'Con amor, Victor' (ambas disponibles en Disney+). La diferencia es que ambas se centran más en el proceso de autoaceptación y la salida del armario de sus protagonistas, dejando en un segundo plano sus historias de amor. Puedes suscribirte a Disney+ desde aquí.
A pesar de la positividad que inunda el guion, la serie no esquiva que la homofobia sigue latente en las aulas, aunque los agresores ahora nieguen serlo e intenten disfrazar su crueldad de humor. Charlie sigue siendo objeto de ciertas burlas, pero su sufrimiento es mucho menor porque cuenta con una red de apoyo: sus fieles amigos Elle (Yasmin Finney), Tao (William Gao) e Isaac (Tobie Donovan), a los que se suman después Tara (Corinna Brown) y Darcy (Kizzy Edgell). Un grupo diverso —Elle es una chica trans y Tara y Darcy son lesbianas— que se defienden, se protegen y se cuidan entre ellos. También cuentan con la protección de los profesores y de sus familias.
La oscarizada Olivia Colman ('The Crown') interpreta a la madre de Nick, una participación que Netflix ha conseguido mantener en secreto durante todos estos meses. Colman nos blinda uno de los momentos más emocionantes de la serie, al aceptar con total naturalidad la salida del armario como bisexual de su hijo. Porque en el mundo de 'Heartstopper' quedan trazas de odio, pero el amor lo puede todo.
Naturalidad, realismo y dulzura. Las piezas angulares de una serie dirigida a adolescentes que ha conseguido conquistar por igual al público adulto. Por el momento, las cifras de audiencia no permiten hablar de fenómeno: en su primer fin de semana obtuvo 14,5 millones de horas vistas, un dato relativamente bajo. Pero el poder del boca a boca, acompañado de las excelentes críticas, pueden ayudar a que continúe creciendo en el catálogo y conseguir la ansiada renovación que sus seguidores no se cansan de pedir en redes sociales.
La realidad es que el éxito de 'Heartstopper' está muy encima de sus números porque supone un gran hito en la representación de la juventud LGTBIQ+. Porque contribuye a acabar con décadas de adolescencias robadas. Porque, de algún modo, cierra las heridas de las generaciones del pasado mientras abre las puertas a las que vendrán. Porque también nos merecíamos dejar de llorar.
¿Se puede sentir melancolía por una situación que nunca te ha ocurrido? Es la sensación de muchos espectadores cuando ven 'Heartstopper', la nueva serie juvenil de Netflix sobre un romance de instituto entre dos chicos adolescentes. Una historia de amor pura, emocionante y sana que la mayor parte de las personas del colectivo LGTBIQ+ no pudieron experimentar hasta bien entrada la veintena.
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