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'Baby', la historia de jóvenes prostitutas, regresa cargada de sexo y dramas personales
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NUEVA TEMPORADA (CONTIENE SPOILERS)

'Baby', la historia de jóvenes prostitutas, regresa cargada de sexo y dramas personales

Sus protagonistas, Chiara y Ludovica, continúan ejerciendo a espaldas de todo el mundo como prostitutas de lujo, mientras su vida personal se complica más y más esta temporada

Foto: Imagen promocional de la serie 'Baby'. (Netflix)
Imagen promocional de la serie 'Baby'. (Netflix)

La serie italiana 'Baby' aterrizó en Netflix hace ahora un año envuelta en la polémica. Abordaba sin pudor algo tan peliagudo como la prostitución de alto 'standing' ejercida por menores. Dos adolescentes aburridas de la vida, Chiara (Benedetta Porcaroli) y Ludovika (Alice Pagani), desafiaban todos los convencionalismos establecidos, convirtiéndose por voluntad propia en 'scorts' de lujo. Incomprensiblemente, buscaban en ese oscuro mundo dar rienda suelta a su sexualidad, independizarse económicamente y, sobre todo, salir de la rutina que les invadía en su casa y el elitista colegio al que acudían perfectamente uniformadas con cara de angelitos.

[Así es la polémica 'Baby' (Netflix): estudiantes modélicas de día, prostitutas de lujo de noche]

Por si fuera poco, la historia se inspiraba en el conocido como 'Baby Scillo', uno de los mayores escándalos sexuales ocurrido en Italia en los últimos años. Entonces, decenas de empresarios y políticos fueron detenidos y juzgados por mantener relaciones sexuales con dos adolescentes, a sabiendas de que eran menores. Ambas, como las protagonistas de 'Baby', residían en el lujoso barrio de Pariole y llevaban una doble vida. La madre de una de las chicas, además, estaba al tanto de que su hija se prostituía, por lo que fue condenada a seis años de cárcel.

placeholder Las protagonistas de la serie 'Baby'. (Netflix)
Las protagonistas de la serie 'Baby'. (Netflix)

No fueron pocas las voces que, indignadas, se alzaron desde un principio en contra de la serie. El Centro Nacional sobre la Explotación Sexual de Estados Unidos, sin ir más lejos, acusó públicamente a Netflix de normalizar el abuso sexual infantil y de promover el tráfico sexual de menores. La compañía, con el apoyo incondicional de los fans de la serie, decidió no censurar ni eliminar la serie de la plataforma. Las protestas y movilizaciones alimentaron la leyenda sobre la polémica 'Baby', convirtiéndola en uno de los grandes éxitos de la plataforma norteamericana.

La segunda temporada, igual o más dura e irreverente que la primera, llega cargada de sexo, prostitución y nuevos e inquietantes personajes

Una acertada primera temporada

En su primera temporada, asistimos impertérritos a la frenética, provocativa y agresiva narración de las dos realidades paralelas por las que transitan Chiara y Ludovica. Por un lado, la del mundo del sexo por dinero y, por otro, la de unas chicas normales y corrientes metidas en conflictos propios de su edad, que se enamoran como cualquier adolescente, se pelean con sus mejores amigas y también sufren el desamor. Todo un clásico de las series 'teen'.

Además de estas dos caras, el gran acierto de la serie fue ocuparse y mostrar sin tapujos otros asuntos como el acoso y 'bullying', las conflictivas relaciones entre padres e hijos, el amor, la amistad, la traición, la soledad, el sexo a distintas edades, las drogas o los peligros del móvil.

placeholder Imagen de la serie 'Baby', en su temporada 2. (Netflix)
Imagen de la serie 'Baby', en su temporada 2. (Netflix)

Todos esos elementos convirtieron a 'Baby' en una serie tremendamente adictiva, que impactaba sobre todo por su crudeza. Era irreverente, políticamente incorrecta y muy osada, atreviéndose con la prostitución de menores. Chiara y Ludovica atraían desde el minuto uno. Pero es que, además, estaban rodeadas por otros atractivos personajes: Damiano (Ricardo Mandolini), el chico guapo e incomprendido del colegio que terminaba locamente enamorado de Chiara; y Fiore (Giuseppe Maggio), otro cañonazo que además de trabajar para Siverio, un peligroso proxeneta obsesionado por captar a las chicas para su club, caía rendido ante los encantos de Ludo, con quien mantuvo apasionados encuentros.

El último capítulo dejaba en el aire muchas cuestiones. Siverio moría en un aparatoso accidente de tráfico... ¿quién era el verdadero responsable de su muerte? ¿Qué ocurriría con la relación recién empezada entre Damiano y Chiara? ¿Se darían una nueva oportunidad Fiore y Ludo? ¿Utilizarían las chicas la poderosa agenda de clientes, robada a Siverio en su lecho de muerte, para su propio beneficio? La segunda temporada da respuesta a esta y a otras muchas preguntas.

placeholder 'Baby' T.2 (Netflix)
'Baby' T.2 (Netflix)

La segunda temporada no sorprende

A diferencia de la primera, la temporada dos se centra más en el drama personal de sus protagonistas. Chiara consolida su relación con Damiano, regalándonos tórridas escenas de cama de alto voltaje sexual. Sin embargo, a sus espaldas sigue ejerciendo la prostitución, precisamente para salvarle el pellejo frente a Fiore. En cuanto a Ludo, la chica más misteriosa y enigmática de 'Baby', empieza la temporada empoderada en su oficio de prostituta y disfrutándolo como nunca. Alejada de su antiguo amor, Fiore, su drama viene marcado esta temporada por un profesor nuevo con quien tiene sus más y sus menos, su madre y su amistad con Chiara.

placeholder Imagen de la T2 de 'Baby'. (Netflix)
Imagen de la T2 de 'Baby'. (Netflix)

Fiore se hace con las riendas del club Marge donde conoció a Ludo. Su personaje vira hacia un hombre sin escrúpulos que no tiene ningún reparo en hacer dinero a costa de las prostitutas a las que protege. Además, sigue obsesionado por recuperar a Ludo. A dicho club, y a la serie, llega un nuevo personaje, Natalia (Denise Capezza), una prostituta que flirteará con Damiano, pero también se convertirá en la nueva aliada de Chiara.

Por el camino transitan otras historias marcadamente sexuales, como la de Nicolo, un alumno que se lía con su profesora de educación física o la relación gay que nace entre dos alumnos del exclusivo colegio: Fabio, el hijo del director, que sale del armario, y Brando, un prenda insatisfecho consigo mismo y sin escrúpulos, capaz de hacer todo tipo de perrerías con tal de esconder su sexualidad.

Sorprende menos que la primera temporada, pero su exquisita música, realización e interpretaciones hacen que tenga un pase

La temporada uno atrapaba por cuanto tenía de novedosa y atrevida. Mostraba, sin censuras, la prostitución infantil consentida; gracias a sus protagonistas, unos personajes extremos, oscuros, llenos de recovecos, que se movían por tramas muy bien construidas y justificadas. No ocurre lo mismo con la segunda temporada. Intenta mantener el nivel de la primera, sin lograrlo. Y es que 'Baby', mal que me pese, no sorprende en su vuelta. Ha optado por centrarse más en los culebrones personales de sus protagonistas, y ello le pasa factura. Uno tiene la sensación que sus guionistas, a la hora de darle continuidad, han estirado el chicle con historias que no aportan demasiado.

placeholder Imagen de 'Baby'. (Netflix)
Imagen de 'Baby'. (Netflix)

Sin embargo, esta segunda temporada se deja ver de buen gusto. Sus seis capítulos, excelentemente realizados bajo una composición de planos y música maravillosos, cuentan con unas escenas de sexo absolutamente cuidadas y, sobre todo, con Benedetta Porcaroli y Alice Pagani, las dos jóvenes protagonistas que igual que han crecido en la vida real, se han hecho enormes en la pantalla. Por cierto, después de ese inquietante final, no queda más remedio que una tercera temporada. De momento, Netflix nada ha confirmado.

La serie italiana 'Baby' aterrizó en Netflix hace ahora un año envuelta en la polémica. Abordaba sin pudor algo tan peliagudo como la prostitución de alto 'standing' ejercida por menores. Dos adolescentes aburridas de la vida, Chiara (Benedetta Porcaroli) y Ludovika (Alice Pagani), desafiaban todos los convencionalismos establecidos, convirtiéndose por voluntad propia en 'scorts' de lujo. Incomprensiblemente, buscaban en ese oscuro mundo dar rienda suelta a su sexualidad, independizarse económicamente y, sobre todo, salir de la rutina que les invadía en su casa y el elitista colegio al que acudían perfectamente uniformadas con cara de angelitos.

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