Verdades y mentiras del segundo episodio de 'La verdad'

El segundo episodio de la serie de Telecinco, ‘La verdad’, aglomera un sinfín de incógnitas. En el capítulo anterior, Paula García (Elena Rivera) aparecía viva tras 9 años desaparecida. Esta semana, su regreso a la casa familiar de los McMahón se vuelve tremendamente difícil, con una familia consternada y una joven con un evidente transtorno por estrés postraumático.

Tanto en el núcleo familiar como en el policial y la prensa surgen pistas que dejan entrever que muchos de ellos ocultan información o directamente mienten. Para ayudar al espectador y a lector, diferenciaremos lo que son verdades absolutas y lo que por ahora son engaños. Estas son las verdades y mentiras vistas tras el segundo eposiodio de la serie 'La verdad'. El texto contiene spoilers.

Paula fue comprada por internet

El hombre que tenía escondido a Paula en un zulo, Andrés Herrera (Paco Marín), y del que Paula logró zafarse y huir, falleció tras lanzarse por un acantilado en el episodio anterior, después de ser perseguido por la policía. Se trataba de un expolicía local, de baja por depresión, adicto a la cocaína y consumidor de pornografía infantil, tal y como descubren en la investigación.

Gracias a la intervención de equipos especializados en internet, resuelven que Herrera compró a Paula por internet, y que además tenía un colaborador entre la policía local. La policía le interroga, y este confiesa que tenía un negocio sucio con Herrera sobre multas de tráfico. Sin embargo, asegura no saber nada de la pornografía que encuentran en el ordenador de Herrera, ni mucho menos de Paula.

Una madre incondicional

Lidia (Lydia Bosch), matriarca de los McMahón, no tiene ninguna duda sobre la identidad de su hija Paula. Pese a la insistencia del abuelo, el banquero Enrique McMahón (Juan Meseguer), Lidia no necesita ninguna prueba de ADN. Paula es su hija y punto.

En el caso de su padre Fernando (Ginés García Millán), existen dudas sobre sus tejemanejes fuera del entorno familiar. Aunque muestra enorme vehemencia frente a los que pretenden alterar la tranquilidad familiar, especialmente la policía, es cliente del proxeneta de la comarca, Luis Fonseca (Pedro Mari Sánchez), quien estuvo a punto de comprar a Paula de manos de Herrera (información que Fernando no sabe).

Además, Fernando manifiesta una fuerte enemistad con el periodista Lalo Ruiz (Jose Luis García-Pérez), al que llega a agredir en este episodio, no solo porque escribiera un libro años atrás asegurando que la familia era la culpable de la desapación de Paula, sino porque no le perdona que tuviera un idilio con su mujer Lidia.

El banquero, Enirque McMahón, padre de Lidia, está obsesionado por saber quién secuestró a Paula, y aunque ha tenido sus dudas sobre la identidad de su nieta, esta ha conseguido convencerle de que es la dulce niña que conoció hace años. Lo mismo le ocurre a su hermano Toni (Oriol Puig), que al prinicpio del episodio confiesa sus dudas, y después acepta ser la memoria de su hermana de forma incondicional.

Paula idolatra a Marco

Desde su cautiverio, tras verle en diversas ocasiones por televisión, Paula ha convertido al policía Marcos Eguía (Jon Kortajarena) en un héroe en su imaginación. Paula lleva tatuado en su brazo una M por ser la inicial de su nombre, y que ella se autoinflingió durante su cautiverio. Tras mostrárselo a Marcos, Paula intenta tener un acercamiento íntimo con él, pero él lo esquiva. El espectador y Paula se enteran que la razón es porque tiene novia, la abogada Laura Santos (Esmeralda Moya).

La adoración de Paula hacia Marcos le deja a él en una posición privilegiada con respecto a ella, algo que él quiere aprovechar de cara a la investigación. En este episodio, Marcos consigue que ella confirme que estuvo secuestrada por Herrera, aunque solo unos meses. Más adelante, sin embargo, esa confianza se vuelve en su contra, ya que ella aprovecha para mentirle y asegurarle que realmente quien la secuestró fue Lalo, el periodista. Para hacerlo más evidente, ella deja el teléfono móvil de Herrera, y que la policía estaba buscando, en el coche de Lalo, forzando así su detención.

Falsos recuerdos

Paula demuestra en este segundo episodio unas tremendas dotes para la mentira. A su abuelo, Enrique McMahón, le engaña rememorando recuerdos de su niñez que realmente le ha contado su hermano, y así metérselo en el bolsillo y que no insista más con la prueba de ADN. La ayudante doméstica, Rosario (Berta Ojea), le manifiesta su extrañeza porque ahora coma huevos, cuando de niña le daban alergia, pero lo resuelve confesando no haberlos probado en estos años, "con lo mal que lo ha pasado".

Por último, Paula ha involucrado a Lalo como sospechoso, al introductir el teléfono móvil que esta le quitó a Herrera, en el coche. Un teléfono móvil que Paula había utilizado en dos ocasiones para intentar ponerse en contacto con alguien identificándose ella como Sara.

Tras la detención de Lalo, el capítulo termina con ella feliz, tras conseguir su primer Documento Nacional de Identidad como Paula García McMahón.