Leiva impacta a Pablo Motos en 'El hormiguero' al relatar el día en que le dispararon en un ojo: "Perdía sangre y el balín estaba cerca del cerebro"

Leiva volvió este jueves, 16 de octubre, a El hormiguero para presentar su nuevo documental, Hasta que me quede sin voz, y acabó protagonizando uno de los momentos más impactantes de la temporada. En una conversación íntima y sincera con Pablo Motos, el músico madrileño relató un episodio desconocido de su infancia: el día en que perdió un ojo tras recibir un disparo a quemarropa cuando apenas tenía doce años.

“Me dispararon muy cerquita con una pistola y perdí el ojo”, contó Leiva, dejando al público en silencio. El relato formará parte de su película documental, dirigida por dos amigos suyos, en la que el artista repasa las luces y sombras de su vida, desde sus inicios en Olías del Rey hasta su consagración como una de las voces más queridas del pop-rock español.

El músico explicó que nunca había querido abordar el tema por puro morbo, sino porque —según dijo— está ligado a su relación con la fama y la exposición pública: “Me acostumbré a que me miraran porque me dispararon muy cerquita y perdí el ojo. Los chicos me miraban y cuchicheaban, y luego, cuando estaba en la banda, sentía una especie de familiaridad con eso. Ya estaba entrenado para que me observaran”, reflexionó.

Pablo Motos, visiblemente sorprendido, intervino para conectar el relato con la vida pública del artista: “O sea que relacionas el cuchicheo de ‘fíjate, no tiene un ojo’ a los que hay cuando eres famoso”, subrayó el presentador. “Sí, me sirvió de entrenamiento. Me miraban porque tenía una cosa rara”, respondió Leiva, restándole dramatismo al suceso.

A pesar de la gravedad del accidente, el músico aseguró que no lo vivió como un trauma: “Tuve la suerte de que, por el imaginario de que te han disparado, no daba lugar a mofas. Era algo serio. No lo viví como un trauma. Salí de ahí y me puse a jugar”, recordó con serenidad.

El artista también desveló la frase que le dijo un celador del hospital mientras le llevaban a quirófano, palabras que jamás ha olvidado y que le sirvieron para afrontar la situación: “Cuando me bajaban a quirófano para operarme, estaba perdiendo sangre y el balín estaba cerca del cerebro. El celador me preguntó como me llamaba y luego me dijo: ‘Eres la persona con más suerte que conozco, porque de todos los órganos que puedes perder, el ojo es el único que no te cambia”.

La reflexión impresionó a Pablo Motos, que quiso compartir una experiencia personal para subrayar la importancia de las palabras que uno escucha antes de entrar en quirófano. “No me había dado cuenta hasta hoy de lo importante que es lo último que te dicen cuando te van a operar”, confesó el presentador, recordando su propia lesión en el bíceps: “Cuando entré en quirófano y pensé que me había quedado manco, mi médico me dijo: ‘Esto está hecho’. Y me relajé”.

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El intercambio entre ambos dejó uno de esos silencios difíciles de ver en El hormiguero. Un momento de verdad televisiva, sin artificio, en el que la historia personal de Leiva traspasó la pantalla. Lejos de buscar compasión, el músico aprovechó la entrevista para reivindicar su capacidad de adaptación: “Me tuve que acostumbrar a las distancias porque no tienes las tres dimensiones, te chocas mucho... Pero salí adelante”.

Con Hasta que me quede sin voz, Leiva ofrece una mirada honesta a su vida y a las cicatrices —físicas y emocionales— que lo han convertido en el artista que es hoy. Y lo hace con la misma sensibilidad que este jueves conmovió a Pablo Motos y a toda la audiencia de El hormiguero.