Risto Mejide pone contra las cuerdas al Gobierno con tres preguntas clave que siguen sin respuesta tras el apagón masivo

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Cuando se cumplen 27 horas del histórico apagón eléctrico que dejó a millones de españoles sin suministro en pleno horario de máxima audiencia, el presentador Risto Mejide ha puesto voz a la incredulidad generalizada en el arranque de Todo es mentira. Con su estilo directo y crítico, ha lanzado tres preguntas clave que, a pesar del paso del tiempo, siguen sin una respuesta clara por parte de las autoridades.

“Sabemos que se van descartando hipótesis, según a quién le preguntes”, señalaba Mejide con tono irónico. La primera pregunta —“¿Qué ha pasado?”— apunta directamente a la falta de una versión oficial unificada. En un país donde las comunicaciones y servicios digitales dependen críticamente de la red eléctrica, la opacidad informativa tras una caída de tal magnitud resulta, como mínimo, preocupante. Las versiones oscilan entre un fallo técnico, un sabotaje cibernético y un fenómeno meteorológico. Pero ninguna ha sido confirmada con rotundidad por el Gobierno.

La segunda cuestión que plantea Mejide es aún más incómoda: “¿Quiénes son los responsables?”. Mientras Pedro Sánchez, en su comparecencia más reciente, ha dejado entrever una posible responsabilidad de las empresas privadas encargadas de la distribución eléctrica, la ausencia de nombres o medidas concretas ha alimentado la sospecha de que hay más sombras que luces en esta crisis. Para el presentador, la ambigüedad del Ejecutivo contribuye a aumentar la desconfianza de los ciudadanos.

En su tercera y última pregunta, Mejide eleva el debate a una dimensión estructural: “¿Cómo evitamos que lo de ayer vuelva a ocurrir?” Es decir, ¿está España preparada para afrontar una emergencia energética? ¿Existe un protocolo eficaz? ¿Cuáles son las inversiones pendientes para blindar la red eléctrica ante amenazas externas o fallos internos? Preguntas que no solo apelan a la gestión inmediata del incidente, sino que ponen en tela de juicio la resiliencia del sistema eléctrico nacional.

La intervención de Mejide ha calado especialmente porque canaliza una inquietud colectiva. En un contexto donde los ciudadanos sienten que la información llega tarde y filtrada, que el cruce de acusaciones sustituye a las explicaciones, y donde los efectos del apagón aún resuenan —en hospitales, transportes y sistemas de comunicación—, estas preguntas resuenan con fuerza más allá del plató de televisión.

El apagón ha dejado al descubierto, no solo las vulnerabilidades técnicas del país, sino también las grietas en la gestión de la información y la rendición de cuentas. Mientras se esperan investigaciones oficiales y comparecencias parlamentarias, los medios y figuras como Risto Mejide cumplen una función esencial: mantener viva la exigencia de transparencia, algo tan esencial como la propia luz.