Cuando el Broncano versus Motos era el salvaje oeste: "Pepe Navarro lo pagó caro"
La batalla por la audiencia entre 'Crónicas marcianas' y el 'Mississippi II' no hizo prisioneros en los noventa. Parecidos y diferencias con la actualidad. Cuando a falta de Twitter había navajazos subterráneos
Lo contó El País en octubre de 1997: "Ellos, Pepe Navarro y Xavier Sardà, intentan quitar hierro al duelo que mantienen en las madrugadas televisivas. Insisten en que hacen sus respectivos programas ajenos a la presión de las audiencias. Pero las cadenas para las que trabajan bombardean diariamente a los medios de comunicación con notas sobre los millones de espectadores que arrastran uno y otro. Globalmente, en el primer mes de competencia, Navarro se impone a Sardà, aunque las distancias se acortan y la sombra de Crónicas marcianas (Tele 5) empieza a truncar el rictus de La sonrisa del pelícano (Antena 3). Durante dos años, Pepe Navarro ha sembrado la televisión de cadáveres. Pero su reinado parece que acaba".
¿Les recuerda al Broncano versus Motos de hoy?
Es difícil pensar en mayores niveles de drama industrial que el fichaje de David Broncano por TVE, con sus portadas contra el contrato y las cabezas de sus directivos rodando, pero haberlos haylos: el fichaje por Antena 3 del Pepe Navarro del Mississippi (Telecinco) y su choque con las Crónicas marcianas de Javier Sardà desencadenó una batalla ultra turbia.
Navarro llevaba tiempo intentando colocar un late night, formato clásico en EEUU, pero inédito en España, donde la franja nocturna no existía como tal, relegada a menudeos, repeticiones y teletiendas. Las teles no creían que hubiera suficientes espectadores pasada la medianoche, páramo comercial visto como baldío.
Pero se produjo una carambola. Telecinco tenía apalabrado a Navarro para hacerle la competencia a María Teresa Campos, que dominaba las mañanas con mano de hierro desde TVE. Pero la Campos se puso a tiro y fichó por las mañanas de Telecinco. Para no dejar plantado a Navarro, Telecinco le compró la idea de Esta noche cruzamos el Mississippi, producido en la casa (son los años previos a la proliferación de productoras externas).
"Pepe Navarro se metió en uno de sus charcos… y esta vez no puedo salir"
Decisión osada que se entiende mejor en contexto industrial: el primer lustro de Telecinco había sido algo errático, fuerte en bizarrismo primario (del jacuzzi de Jesús Gil a los bailes de las Mama Chicho), pero sin la ansiada velocidad comercial de crucero. Hasta que Berlusconi mandó desde Italia a Maurizio Carlotti para voltear el tablero. Con Carlotti de CEO y Mikel Legarza en contenidos, Telecinco tomó riesgos y la audiencia respondió. ¿El símbolo de la época? El Mississippi.
Aunque tenía a los late cómicos estadounidenses en mente, Navarro se sacó de la manga su propia versión celtibérica. En el Mississippi había bastante humor, sí, pero también sexo, sucesos y escándalos políticos sin filtro. Menos David Letterman y más Interviú. No es extraño, por tanto, que a Antonio Asensio (editor de Interviú y dueño de Z) le fascinara el Mississippi (aunque estuviera triturando en audiencia a otro medio de su propiedad: Antena 3).
Navarro y Asensio estaban condenados a entenderse. Tras un largo cortejo, un mes antes del final de la convulsa segunda temporada del Mississippi, Navarro fichó por Antena 3 para hacer lo mismo bajo el nombre de La sonrisa del pelícano. Lo que pasó el siguiente medio año es historia brutal de la televisión en España.
A vueltas con Alcàsser
Empecemos por la salida de Navarro de Telecinco. En sus memorias, el presentador la achacó al conservadurismo creciente de los accionistas del grupo, una propiedad moralista incapaz de asumir los contenidos (y las quejas por los mismos) de un programa que daba buenísimos réditos. Forzaron su salida a base de ponerle palos en las ruedas.
Un antiguo alto cargo de Telecinco tiene un recuerdo un poco diferente de lo ocurrido: "No hubo presiones políticas de ningún tipo. Simplemente, Navarro llevaba veinte días seguidos con la conspiración del crimen de Alcàsser. No entro en qué me parecía como contenido, pero no le pagábamos para que hiciera el mismo programa todos los días. No era un programa, era una campaña. No lo puedo asegurar, pero sospecho que tanto Mississippi incendiario seguido tenía una explicación oculta: Navarro ya había decidido fichar por Antena 3 y se dedicó a forzar la situación para justificar su salida".
Fichado por Antena 3, pero con la temporada del Mississippi en Telecinco sin finalizar, las últimas semanas del programa fueron de alta tensión interna… pero una broma comparado con lo que le esperaba a Navarro en Antena 3.
Es la guerra
Si una carambola industrial (el fichaje de Campos por Telecinco) facilitó la llegada del Mississippi, otra le iba a complicar mucho la vida a Navarro en Antena 3: de pronto, su valedor Antonio Asensio vendió la endeudada cadena televisiva a Telefónica. Igual aún no era consciente del todo, pero Navarro se quedaba solo ante el peligro en caso de follón nuclear.
"Sardà se lo pensó mucho antes de tirarse a la piscina contra Navarro, pero le salió bien"
Pepe Navarro llevó un día al Mississippi a una dominatrix a la que sus clientes pedían que les encerrara en jaulas y les momificara (que se dice pronto). Aunque se recuerden más sus densos escándalos, el Mississippi se movía sobre todo en la comedia punkie de costumbres, así que, cuando Navarro se despidió de su invitada de cuero negro, preguntó: "Cuando terminas con tus clientes, ¿cómo se van ellos? ¿Utilizan el ascensor o se tiran por el hueco de la escalera?" LOL. Pero el que acabaría cayendo pronto por el hueco de la escalera (de Antena 3) iba a ser Navarro, algo que lógicamente no vio venir, como mostraron sus palabras durante la presentación de su fichaje. "Deseaba subir, un piso más y Antena 3 me ha proporcionado la escalera".
El País cubrió esa rueda de prensa, por cierto, en modo territorio comanche: "Arrogante, intransigente y poco dispuesto a encajar críticas. Así se mostró ayer Pepe Navarro en la presentación del nuevo programa, una copia casi idéntica de Esta noche cruzamos el Mississippi".
Niño mimado mete el turbo
Mucho mejor trato del bloque mediático progresista iba a recibir el programa que Telecinco improvisó para hacerle la competencia a su antiguo hijo pródigo: las Crónicas marcianas de Javier Sardà, que la prensa vendió como el antinavarro. Según el directivo televisado citado antes, "Sardà se lo pensó mucho antes de tirarse a la piscina contra Navarro, pero le salió bien".
Dejemos para más tarde el navarrocidio y centrémonos en el fenómeno Crónicas marcianas. Si ahora hay una competición entre motistas y broncanistas, los medios que se quejaban del "amarillismo" del Mississippi, recibieron alborozados la llegada del "humor inteligente" de Sardà, figura de prestigio tras su paso por La ventana de la SER. En su reseña del piloto de Crónicas marcianas, El País dijo: "Xavier Sardà intenta que las noches de Tele 5 sean un lugar al que no dé miedo asomarse... Intenta fabricar dos horas diarias de entretenimiento a base de observar a la Tierra con ironía y lo que el llama buen rollo. Loable intención... Sardà tiene a su favor su propia persona. Es un tipo simpático, que cae bien, que trata decentemente a sus invitados y que nunca toma al espectador por tonto... Se le agradece que no haya optado por esos temas y personajes impresentables que se habían adueñado de la madrugada de Tele 5".
En una entrevista previa al estreno, Sardà subrayó su condición de hombre de paz: "No queremos ganar audiencia con guerras sucias. El programa rozará siempre el larguero pero sin buscar la provocación".
Para las mentes biempensantes, en definitiva, Navarro era la telebasura y Sardá música para los oídos, tesis que pronto iba a quedar obsoleta y ridiculizada, en concreto, en cuanto Sardà cambió el buen rollito del principio (Crónicas como versión estrafalaria de La ventana, con contenidos sociales como una tertulia de presos) por los escándalos vocingleros, las tanganas entre concursantes de Gran Hermano y la humillación de frikis (cortesía de Javier Cárdenas).
Nada ejemplifica mejor el abismo macarra entre La ventana y Crónicas marcianas que la familia Matamoros… Gracias al programa de Sardà, España conoció a los dos gemelos desahogados más famosos del país, Coto y Kiko Matamoros, con tan mala relación entre ellos como buenas conexiones con el cuore (Kiko era representante de dos celebrities alfa: Mar Flores y Carmina Ordóñez). Coto aceptó con gusto tertulianear en Crónicas porque su madre era fan de La ventana: "Javier Sardà me caía bien sin conocerle. Había entretenido a mi madre en sus últimos años de lucidez y durante los dos primeros de su desvarío, lo que era suficiente para que le estuviera agradecido. Mi vieja adoraba a aquel cabrón y a su alter ego, el señor Casamajor. No perdonaba un día sin escuchar a quien, me aseguraba, era sin discusión el mejor de la radio".
Contenido más duro para una madre en su ocaso era (sin duda) la tertulia de famosos y arribistas de Crónicas marcianas, en la que Coto casi la diña una noche por abuso de cocaína. "En el camerino sacaron una [cocaína] que era crema y nos atizamos [rayas] sin parar, sin compasión y sin cerebro, hasta que me llamaron a escena. Todo bien", contó Matamoros en sus memorias.
Ya en plató, y tras un ataque verbal de su hermano, a Coto le dio un jamacuco en directo. "Sentí una sacudida eléctrica en la cabeza que me fundió a negro. Recobré la vista al instante, no creo que pasaran dos segundos. Estaba tambaleándome, pero había permanecido sentado. El silencio era total, me había quedado sordo. De repente, comencé a escuchar algo así como la interferencia de una radio… ¿Tiiiiiieeeeeneeees aaalgoo que contestarle a tu hermano?, me preguntó Sardà. Mi cerebro iba con una lentitud pasmosa, todo a mi alrededor se había ralentizado. Quería responder, pero no podía articular palabra. Era angustioso. Acerté a balbucear: ¿Qué hermano? Debieron alimentar sus sospechas de que iba puesto hasta el culo, sin sospechar que se quedaban cortos. Me faltaba el aire, en el brazo izquierdo tenía un destornillador clavado, el dolor me recorría desde la yema del dedo hasta el cuello. Otro dolor sordo y constante que nacía en la mandíbula bajaba por el cuello y me inundaba el pecho… Nos fuimos a publicidad. Llegué bamboleante hasta el camerino... Me esperaba Rafa con unas lonchas del trece. ¡Toma, Pichita! ¿Quieres beber algo?, dijo mecánico. Los dos llevábamos un globo criminal. ¡Agua! ¡Dame agua, tronco!, dije apartando con el dorso de la mano la carpeta sobre la que había puesto unas rayas descomunales. ¿Qué te pasa, Coto?, preguntó apercibido de que algo no iba bien. Tío, me ha dado un infarto. ¡Me cago en su puta madre!, respondí tajante... Coto, me estás asustando. Vamos a llamar a un médico, lo dijo de una forma que me pareció que el siguiente en caer iba a ser él. No, tronco. Ya estoy mejor. Voy a entrar y voy a acabar el puto programa. Ese tío es el ídolo de mi vieja y no le voy a joder el asunto".
Los pelos como escarpias.
Resumiendo: regeneración televisiva, el musical.
El sorpaso del malvado Navarro acabó con Sardà navarrecido al cubo
Lo cierto es que a muchos espectadores les flipaba el frenesí humano que ponía en juego Sardá cada noche, la sensación de no saber qué podía pasar al instante siguiente (como el Mississippi, Crónicas llegó a tener audiencias del 40%, el doble que lo más visto hoy día). Tampoco hay dudas sobre su factura: como show televisivo anárquico, estaba engrasado de lujo. Lo que casi nadie negará a estas alturas es que la coartada cultureta del primer Sardà, saltó rápido por los aires: el sorpaso del malvado Navarro acabó con Sardà navarrecido al cubo. Sardá ni siquiera pudo alegar que la lucha con Navarro le obligó a asalvajarse, pues la competencia directa entre ambos programas no llegó a los tres meses (debido a la precipitada purga interna de Navarro), y el reinado histriónico de Crónicas se prolongó más de media década. En el arranque de la sexta temporada, Sardà calificó Crónicas de "espacio de entretenimiento, diversión y claramente progresista", pero para entonces nadie se tomaba esto en serio, y El País calificaba constantemente al programa de "basura".
Guerra cultural
A algunos en la industria les sorprendió que El Hormiguero, con fama de programa blanco y familiar, añadiera a su fórmula ganadora el tertulianismo crítico con el Gobierno (primera piedra de la futura lucha polarizada entre motistas y broncanistas). Lo cierto es que no era la primera vez que un programa de entretenimiento se lanzaba al barro politiquero. Crónicas marcianas colisionó con el aznarismo durante la Guerra de Irak. "George Bush es un hijo de puta en el sentido literal", espetó una noche Sardà, mientras el público coreaba "no a la guerra" y abucheaba a los tertulianos favorables al conflicto bélico.
Que el programa con más share de España, con público transversal, tomara partido de esta forma desasosegó al Gobierno y a la prensa conservadora.
El 15 de octubre de 2003, Iñaki Ezkerra escribió una columna en La Razón ("Sardà, el cutre-pogre") donde se quedó a gusto: "El cutre-progre es el que sale con la pegatina del 'no a la guerra' en una tertulia o simposio monográficos sobre la vida íntima y atroz de Dinio o el conde Lecquio. Es el espectador o el participante de los reality show y los programas de cotilleo, de las revistas rosáceas o amarillistas, o sea, el creador o ingeridor de telebasura que no se conforma con su conformismo moral y vital, sino que pretende adoptar un discurso pacifista e invertirse de un halo de progresismo-kitsch que se da de hostias con el propio concepto tradicional de la izquierda que ha denunciado siempre el kitsch como signo de la peor derecha y de una cultura tan consumista como reaccionaria… El progre de siempre es el que salía con unas barbas marxistas y una pelambrera beethoveniana condenando la guerra en un extemporáneo programa de La 2 y rodeado de libracos. El progre de toda la vida era pseudointelectual, apocalíptico y nadie le oía. El cutre-progre es integrado y simplemente listillo, sale en las Crónicas marcianas de Telecinco y recibe aplausos. Es un sincretismo del XXI. Es el pensamiento débil de Vattimo pero con modales fuertes, heavys y mesiánicos… Sardá representa el arquetipo más acabado del cutre-progre con sus alegatos contra la guerra entre grito y grito de la bruja Lola y Pocholo Martínez-Bordiú (eso sí que es neofranquismo, no librarnos en la vida de esa familia). Sardá pone cara de listo ante la corte de los milagros y la bronca permanente en que ha degenerado su circo. Pero la cara de listo no salva un programa de tontos".
Aznar contra 'Crónicas marcianas': "Soy contrario a la telebasura"
Poco después, el presidente del Gobierno, José María Aznar, cargó contra Crónicas y otros programas de Telecinco sin mencionarlos: "Soy contrario a la telebasura, a los espectáculos de gente que no se sabe quién es, aireando miserias, insultándose de la manera más descarnada… Soy partidario, probablemente más que nadie, de la libre competencia entre los medios de comunicación, pero todo tiene sus límites. (…) La responsabilidad es de los empresarios de esas televisiones y de los profesionales, que pueden decir: 'Mire usted, yo no voy a hacer esto'".
Sardà respondió a Aznar en directo diciendo que "telebasura es Informe Semanal" [era la época en la que Alfredo Urdaci estaba bajo fuego como jefe de informativos de TVE cercano al Gobierno].
En efecto, todo esto recuerda al alineamiento mediático y tuitero entre motistas y broncanistas, pero la defenestración de Pepe Navarro fue mucho más compleja políticamente…
Hombre al agua
Se tiende a explicar El Hormiguero versus La Revuelta en clave de guerra cultural, mecanismo al que muchos responsabilizan de la polarización de la política contemporánea, como si antes de la guerra cultural la política hubiera sido un juego de caballeros, observación que divertirá a Pepe Navarro, cuya caída tuvo el aroma despiadado de las buenas cuchilladas old school.
A Pepe Navarro le acabó enterrando un bloque mediático conservador con intereses mayores
Igual que pasó antes del estreno de Broncano en TVE, por el que casi nadie daba un duro, la industria tampoco vio claro que Sardà pudiera competir en serio contra Navarro. Pero aunque el Pelícano empezó ganando, no lo hizo con su dominio habitual, pronto empezó a sentir el aliento de Crónicas en el cogote. Como un juego en el que un coche te viene de frente y aceleras a ver si se aparta antes que tú, Navarro pisó a fondo contra Sardà… y descarriló. O mejor dicho: le descarrilaron. Tras varios días de nerviosismo en el Madrid de los chismorreos —se rumoreaba que Navarro iba a emitir en su programa el vídeo sexual de Pedro J. Ramírez (recuerden: el director de El Mundo había sido grabado clandestinamente por los bajos fondos calcinados del GAL socialista), Pedro J. denunció la situación a Juan Villalonga, mandamás de Antena 3, con el que El Mundo tenía una alianza estratégica. Villalonga decidió fulminar el programa de Navarro, de un día para otro y siendo aún líder de audiencia. Lo nunca visto. ¿Qué más sabemos de este asunto? Extrabajadores del Pelícano cuentan que lo que se planteó no fue emitir tal cual el vídeo de Pedro J., sino una recreación con actores del mismo, que tampoco llegamos nunca a ver, pues el programa fue purgado preventivamente.
"Todo esto de Pedro J. y Villalonga pasó, pero también es verdad que Pepe Navarro se metió en uno de sus charcos… y esta vez no puedo salir. Se pasó de frenada y lo pagó caro", recuerda un ex directivo de Antena 3.
Es decir, aunque aún no existía en España la guerra cultural, la lucha por el poder era un campo de batalla tan bestia como siempre, más embarrado aún en la parte mediática, pues la guerra entre bloques por la hegemonía comunicativa en España (con PRISA, por un lado, y Antena 3/Telefónica/El Mundo por el otro) acabó salpicando a todo el mundo, de Pepe Navarro a las broncas salvajes entre José María García y José Ramón de la Morena (cuya extrema beligerancia, más allá de inquina personal y su lucha por el liderazgo, respondía a su condición de soldados de la guerra mediática entre conservadores y progresistas). Aunque ideológicamente no era sencillo definir al Mississippi, y el sorpaso de Sardà fue impulsado por la prensa progresista, finalmente a Navarro le acabó enterrando un bloque conservador con intereses mayores que los suyos. En resumen, en los noventa no había Twitter, pero podías acabar igualmente en el fondo del Manzanares.
Epílogo
Si los intentos por plantar cara al Mississippi con imitaciones salieron mal —lo único que logró frenar a Navarro, además de los poderes fácticos madrileños y su propio ardor guerrero, fue un producto diferenciado— tres cuartos de lo mismo le pasaría luego con Crónicas marcianas y con El Hormiguero: los calcos creados para competir contra ellos mordieron el polvo, solo los que ofrecían algo diferente (Buenafuente y Broncano) cuajaron, aunque esto "no sea una ciencia exacta", recuerda un directivo televisivo que aporta otra clave para zanjar la batalla actual. "A día de hoy, a quien está haciendo daño Broncano no es a Antena 3, sino a Telecinco, que fracasó lanzando a Carlos Latre a competir contra los dos. Aunque a Broncano le va mejor de lo esperado, El Hormiguero ha mantenido su audiencia, mientras Telecinco no deja de bajar. No lo olvidemos: Atresmedia no le disputa la publicidad con TVE, compite con Mediaset, y las privadas hacen tele para vender publicidad".
A mitad de los noventa, Telecinco consiguió el más difícil todavía: perdió por sorpresa a su buque insignia nocturno, se inventó deprisa y corriendo un programa para competir contra él y, contra todo pronóstico, siguió liderando las noches seis años más. Treinta años después, Telecinco ha sido el invitado de piedra del duelo entre Motos y Broncano, y ha acabado pagando los platos rotos.
Lo contó El País en octubre de 1997: "Ellos, Pepe Navarro y Xavier Sardà, intentan quitar hierro al duelo que mantienen en las madrugadas televisivas. Insisten en que hacen sus respectivos programas ajenos a la presión de las audiencias. Pero las cadenas para las que trabajan bombardean diariamente a los medios de comunicación con notas sobre los millones de espectadores que arrastran uno y otro. Globalmente, en el primer mes de competencia, Navarro se impone a Sardà, aunque las distancias se acortan y la sombra de Crónicas marcianas (Tele 5) empieza a truncar el rictus de La sonrisa del pelícano (Antena 3). Durante dos años, Pepe Navarro ha sembrado la televisión de cadáveres. Pero su reinado parece que acaba".
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