"No me gustó una mierda": Chicote confiesa en 'Pesadilla en la cocina' su momento más doloroso
El chef televisivo ha utilizado una amarga situación personal vivida en uno de sus restaurantes para que le sirviera de ejemplo al propietario de Magalia
La larga carrera profesional de Alberto Chicote en la hostelería ha servido de ejemplo para una de sus visitas en Pesadilla en la cocina. El chef ha querido someter al dueño del restaurante a un incómodo, pero efectivo experimento, que él mismo vivió de manera totalmente fortuita con sus trabajadores.
Las malas formas del propietario de Magalia han hecho reaccionar al chef de La Sexta, después de todas las quejas de sus actuales empleados y también de otros que estuvieron a su cargo. Todos le reprochan que no tiene en cuenta sus problemas, que les habla de malas maneras o que entorpece su trabajo en el local.
"Que quien dé una opinión no condicionada te está diciendo lo que de verdad piensa"
Sin embargo, Manuel no ha sido capaz de asumir nada de esto durante casi toda la intervención del programa, ni tan siquiera llevándole a antiguos empleados a los que terminó echando a la calle para que practicase la empatía. Es por ello que Alberto quiso revelarle una dolorosa situación que vivió con su personal para que pusiera los pies en la tierra.
Fue entonces cuando Chicote se abrió en canal y compartió delante de todos los telespectadores que escuchó a los empleados de uno de sus restaurantes soltar pestes de él a través del teléfono, sin saber que los estaba escuchando.
"Tres de los miembros de la cocina estaban hablando libremente hablando de mí y lo que escuché no me gustó una mierda, pero decidí aprender algo de eso. Que quien dé una opinión no condicionada te está diciendo lo que de verdad piensa", desveló el presentador con notable dolor por recordar aquel momento.
Algo que puso en práctica ahora con Manuel. Llevó a sus cuatro empleados a una sala para que, sin ellos saberlo, el jefe escuchase sus verdaderos pensamientos. El ejercicio resultó con éxito, ya que pudo empatizar y ponerse en sus pieles, además de pedirles perdón y asumir parte de su mal carácter con ellos.
La larga carrera profesional de Alberto Chicote en la hostelería ha servido de ejemplo para una de sus visitas en Pesadilla en la cocina. El chef ha querido someter al dueño del restaurante a un incómodo, pero efectivo experimento, que él mismo vivió de manera totalmente fortuita con sus trabajadores.
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