"Esperaba a que vinieran mis verdugos": la noche que Iker Jiménez pensó que podía morir

Iker Jiménez arrancó este domingo 'Cuarto milenio' con una nueva sección, 'Carreteras secundarias', en las que relatará algunas historias extraordinarias que ha vivido en primera persona recorriendo las carreteras de España. Y para empezar recordó un suceso que le ocurrió hace exactamente 25 años y que aún no ha podido olvidar.

El presentador se encontraba por la zona de la Sierra del Retín, en el término municipal de Barbate. "Yo andaba por esos lugares en busca de misterios porque en sus inmediaciones había habido alguna aproximación de lo enigmático [...] Eran tiempos sin móviles, caía la noche y no encontraba ningún lugar en el que dormir, así que ya me veía pasando la noche dentro del coche. Me lamentaba porque al día siguiente tenía otros cientos de kilómetros por delante y otras investigaciones para la revista en la que yo trabajaba".

En ese momento, cuando pensaba que no encontraría ningún sitio para hospedarse, vio a lo lejos lo que parecía ser "una vieja venta de bandoleros". Según Iker, apagó el vehículo, entró en la venta y tuvo la "corazonada inmediata, como un punzón en la nuca, que te dice que te vayas de allí".

El presentador estuvo a punto de abondonar el lugar. "Me marcho", dije, "pero, por otro lado, la vergüenza y el rubor" le llevó a no hacerlo. "Yo iba de gran reportero en la vida, engreído, además había viajado mucho solo. No quise quedar mal delante de esos señores, pero algo en su mirada a mí me inquietó. Les dije que si tenían algún alojamiento y curiosamente los dos se me aproximaron y me dijeron que sí, pero que les tenía que acompañar".

"Allí empezó una odisea que yo nunca he olvidado", recalcó el presentador de Mediaset. Los señores se montaron en un vehículo y Jiménez les siguió por detrás. "Es [en una situación así] cuando la mente se pone a maquinar, más que el misterio... Yo no sabía dónde me llevaban y la carretera era cada vez más estrecha. Yo ascendía por una especie de puerto, con dos tipos que no me habían dado una buena sensación, sin saber a dónde iba. Así que empecé a pensar que eso iba a acabar mal, que me llevaban a un sitio para desvalijarme y vaya usted a saber qué más".

"Llegamos a una especie de cortijo, de refugio, o caseta militar y me dijeron que ese iba a ser mi hogar en la noche. Había carteles como de los años 70 y me dio la sensación de que aquello no había sido utilizado desde entonces. Vi un pasillo con varias habitaciones, cada una más lúgubre que la otra. Me fijé que mi habitación no tenía llave y ahí me dejaron". En ese momento, imaginó que le robarían el coche. "Era tal mi tensión, mi soledad, que incluso me fijé que la puerta de entrada tampoco tenía llave. Pensé que había caído en la trampa y que era realmente un idiota. Pensé que tenía que irme corriendo".

Según Iker, muchas veces en la vida hacemos cosas y no nos negamos a ellas por vergüenza, por no quedar mal, por el qué dirán... y eso mismo le sucedió hace 25 años. Al mismo tiempo, su otro yo le decía "que era un sitio malo, que me podía pasar cualquier cosa, que sabían que estaba ahí solo, que podían llamar a otros...". Decidió sentarse en la cama y ponerse a leer un dosier de la revista 'Más allá, que su amigo Javier Sierra le había publicado. "Estaba solo, en ese refugio de la Sierra del Retín, esperando a que vinieran mis verdugos, según mi mente, y leyendo unas cosas espantosas. Ya no sabía qué hacer".

La tensión era máxima. "Les doy mi palabra que en un momento dado yo veía en la oscuridad del baño una figura, pero ¿era alguien humano que había entrado?". Según Iker Jiménez, la mente ya no conectaba con nada racional y el miedo empezó a aumentar los peldaños. "Intenté calmarme y esperar al amanecer, pero escuché unas voces, como unos susurros, como un diálogo entre personas... Me asomé y al final del pasillo vi a alguien agazapado, en cuclillas, como esperándome. No llevaba ningún arma ni nada". El presentador no sabe con certeza lo que sucedió aquella noche y si todo lo que vivió fue fruto de su imaginación, de la sugestión, del miedo o una alucinación. Lo que hizo fue atrancar la puerta de la habitación y cuando se hizo de día, con el primer rayo de sol, salí y fui a la venta".

"Pasé una noche de verdadero terror, aunque no me agredieron". Con mucha vergüenza, se acercó al hombre de la venta, le dejó el dinero estipulado y se marchó. "Tiempo después, imaginé que igual solo me habían querido ayudar. Volví a aquel lugar dos veces y nunca encontré la venta ni el refugio. No estaba el sitio ese, seguramente había sido derruido en 5 años. Intenté investigar, pero ya no existía nada", Según Iker, "no hay nada de paranormal" en este relato, "es la fuerza de la mente humana cuando está en soledad. Me hubiera ahorrado mucho si en aquel momento, nada más entrar en la venta, me hubiese ido". Hoy día, 25 años después, aquella pesadilla vuelve de vez en cuando, aunque el presentador prefiere pensar que todo fue cosa de su imaginación.