La importancia del accidente nuclear de Chernóbil, 34 años después: Carlos Franganillo apunta las claves

La explosión del reactor 4 de Chernóbil durante una prueba, en principio, rutinaria terminó por generar uno de los mayores desastres de la historia. Y aunque parece que sucedió no hace mucho, lo cierto es que este domingo, 26 de abril, se cumplirán 34 años de aquel catastrófico accidente nuclear.

Para rememorar este suceso, DMAX ha diseñado una programación especial que arrancará el sábado, a partir de las 22:00. La cadena 'regresará' a la zona del desastre y ofrecerá a los espectadores toda una serie de documentales que detallarán lo que rodeó al accidente y mostrarán la situación en la que se encuentra la zona más de 30 años después.

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X.M.

Con motivo de este aniversario, Discovery ha entrevistado a Carlos Franganillo, presentador de la segunda edición del 'Telediario'. El periodista, rostro referente de Televisión Española, fue durante muchos años corresponsal en Rusia y cubrió de primera mano el accidente nuclear de Fukushima. En esta entrevista exclusiva, Franganillo nos da su particular visión sobre este acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia.

PREGUNTA. ¿Cuál fue el cambio más relevante que provocó Chernóbil?

RESPUESTA. Yo creo que entre todas las consecuencias directas que tuvo en el momento, hay un elemento que sigue perdurando en el tiempo: el fortalecimiento del movimiento antinuclear y la percepción de las sociedades actuales hacia la industria nuclear y hacia lo que es la energía nuclear. Quizá, yo creo, de manera excesiva.

El accidente de Chernóbil tuvo un enorme impacto social, más allá de las consecuencias por la radiación y más allá de las consecuencias humanas. Es el momento clave para el fortalecimiento del movimiento antinuclear, que ya estaba en marcha desde décadas antes. Chernóbil lo cambia todo porque es un accidente de gran envergadura, como venían pronosticando muchos movimientos ecologistas. Finalmente, eso se convierte en una realidad, en una pesadilla, y ha marcado las políticas nucleares de muchos países y, sobre todo, también el movimiento antinuclear en Occidente en las décadas siguientes.

P. ¿Cuáles fueron los aspectos más relevantes de este hecho histórico?

R. Los aspectos más relevantes del accidente de Chernóbil fueron varios: la dimensión, que fue algo novedoso hasta ese momento. Se habían registrado otros incidentes, pero no con esa dimensión (afectando con nubes radioactivas a media Europa y generando una gran alarma social por ese secretismo en el que se mantuvo en un primer momento). Era un temor que ya existía en la sociedad.

Otro elemento clave, sin duda, es la respuesta de las autoridades. Esas 36 horas que pasan hasta las evacuaciones, esas primeras medidas que tardan mucho tiempo en llegar, es otra de las notas características de lo que ocurrió en Chernóbil.

Y por otro lado, tenemos esa trascendencia en el tiempo. Chernóbil está instalado en la mente de muchísimos ciudadanos en todo el mundo y ha condicionado también esa posición hacia la energía nuclear, hacia los riesgos y hacia los residuos nucleares todavía hoy.

P. ¿Qué palabra te viene a la mente cuando piensas en Chernóbil?

R. Yo creo que miedo, pero no personal, sino de cómo una energía como la nuclear, en ese caso de manera justificada, genera miedos a veces un poco irracionales incluso. Es una especie de amenaza invisible que nadie puede percibir.

La radiación tiene ese elemento psicológico que es devastador y que puede generar una gran paranoia incluso en zonas que no están tan directamente expuestas. Yo lo he vivido en alguna cobertura, no en Chernóbil, pero, por ejemplo, sí en Japón con el accidente en la central de Fukushima. La radiación, obviamente, tiene sus peligros, genera consecuencias, pero también tiene ese componente psicológico que provoca una gran paranoia muchas veces de manera injustificada.