Chicote, al borde del vómito en 'Pesadilla': "¿Por qué me he comido yo esta mierda?"

Alberto Chicote ha vivido uno de los episodios más repugnantes de 'Pesadilla en la cocina'. El cocinero descubrió que algunos de los alimentos que había probado durante la cata estaban podridos y guardados dentro de la nevera del restaurante.

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El famoso programa culinario de La Sexta que va enmendando cocinas por todo el país se desplazó a Aranjuez (Madrid) para investigar el caso del bar 'Rusiñol', un negocio de más de 30 años regentado aún por su dueño al borde ya de los 80 años de edad. El deterioro del establecimiento, la visible suciedad y la peligrosa putrefacción de algunos alimentos han llevado al restaurante a una situación que ni el propio Chicote supo en un primer momento como salvar.

Las croquetas caseras estaban duras, el bacalao soso (y ya es difícil), el vinagre con insectos... Pero sobre todo, lo que por poco hizo vomitar al chef de 'Pesadilla' fue el infecto estado en el que encontró el pescado, al arcaico modo de conservación de timbre con hielo en una bandeja: "Espérate que recupere el habla. Host**, que yo he comido de aquí". Las abundantes arcadas tras ver el estado descompuesto de las doradas no permitían a Chicote continuar con la inspección de los alimentos y de la cocina.

"Pedro, esto hace 50 años era una asquerosidad y ahora lo sigue siendo", le reprochó al dueño del restaurante. "¿Alguien me puede decir por qué me he comido yo esta mierda?", manifestó el chef con la mano en la boca y con visibles náuseas. "Sí... Si en el color se le ve", admitió el hijo del jefe. "¡No me jo***! Es que vosotros no lo habéis comido pero yo sí. Estoy pensando que tengo esto dando vueltas por la tripita ahora", respondió Alberto con cara de asco.

"Esta cocina tiene 32 años y hay sitios que tienen mugre desde el primer día"

"No pasa nada", interrumpió el padre. "¿Qué no pasa nada? ¿Y luego me dices que las cosas no os van bien porque ha bajado el turismo?", replicó Chicote. "Lo que me extraña es que no hayan venido todos los del pueblo con hachas y palos como si fuese esto la casa de Frankenstein", zanjó el chef indignado.