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¡Qué torpeza! ¡Qué postureo! Perdonen, pero no entiendo el éxito de 'Masterchef Celebrity'
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OPINIÓN DE 'LA TELETIPA'

¡Qué torpeza! ¡Qué postureo! Perdonen, pero no entiendo el éxito de 'Masterchef Celebrity'

A estas alturas, no me explico el éxito del programa, supongo que esto irá 'in crescendo' a medida que pasen las galas y los aspirantes vayan cogiendo tablas

Foto: Aspirantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)
Aspirantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)

Lo confieso, no he visto 'Masterchef' en mi vida. No me gusta cocinar. Cuando estoy sola, le quito el polvo a la vitrocerámica. Esto es tan cierto como que al día le sigue la noche. No me gusta cocinar, es más, podría decir que lo odio, y eso que tengo un amigo que siempre me recomienda que saque el verbo odiar de mi vida, puesto que el simple acto de odiar es tan terrible que merece que lo arrincone del vocabulario habitual. Bueno, pues eso, que detesto manejar los fogones. Ni en mis mejores sueños se me habría ocurrido tenderme en la 'chaise longe' para ver un 'talent' de cocina.

[Jordi Cruz hace llorar a Ana Obregón en el estreno de 'Masterchef Celebrity 4']

Paradojas de la vida, aquí estoy, esperando a que comience la cuarta edición de 'Masterchef Celebrity'. Con los ojos abiertos como platos, expectante, con la mirada limpia y alucinando con el arranque. No sé si esto es nuevo, si es habitual o si es una novedad. Pero la bromita de poco gusto que le están gastando los tres presentadores, jurados o lo que sea, tiene la gracia donde las abejas el aguijón. Puede que yo no tenga carrete, que ellos sean muy malos actores, pero ni pizca de sal tiene esto. En mi vida he visto una broma más sosa. Estos tres aprendices de Risto Mejide (Samantha Vallejo-Nágera, Jordi Cruz y Pepe Rodríguez) son lo peor. Y lo de Samantha escupiendo ya ni lo califico. Menudo postureo más desagradable.

La guinda la ponen Tamara y la Obregón, las repijas de la edición. "Un semifrío de lichi y frambuesa y yogur ahumado". ¡Olé, Tamara, olé tú! Y qué decir del 'salmonete y los siete'. ¡Menudo montaje más patético!

placeholder Aspirantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)
Aspirantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)

Por fin comienza de verdad la cuarta edición y el jurado deja una cosa clara, van a ser tan duros como con los anónimos, de manera que intuyo que el postureo va a continuar toda la noche, el resto de las galas y hasta la final. Quince famosos, aspirantes a cocineros, pelearán por el gran premio de 75.000 euros que el ganador podrá donar a la ONG que elija, y los dos finalistas disfrutarán de un curso de fin de semana en el Basque Culinary Center con el acompañante que quieran.

Así, a bote pronto, Tamara y su escaso filtro prometen. Elena Furiase, fagocitada por el espíritu de la faraona, tampoco se queda atrás. Mientras el jurado intenta amilanar a los aspirantes, Ana Obregón confiesa que desea ganar para donar el premio a una ONG que lucha contra el cáncer. Yolanda Ramos vacila al jurado con sus habilidades culinarias y tras una lista de presentaciones soporíferas, los aspirantes se estrenan con la primera prueba de la mano de Miguel Ángel Muñoz y Saúl Craviotto, ganadores de la primera y la segunda edición de 'Masterchef Celebrity'.

Tienen que elaborar un plato vegetariano, dulce o salado. Mientras Samantha alardea de su facilidad con el inglés traduciendo los consejos del maestro Otto Lenghi, mi mente vuela con los Chunguitos. No me imagino yo a los hermanos de las Azúcar Moreno bregando en este universo vegetariano.

Tamara Falcó, Ana García Obregón, Vicky Martín Berrocal, Yolanda Ramos, Elena Furiase, los Chunguitos, Almudena Cid, Ana Milán, Juan Avellaneda, el Sevilla, Álex Adróver, Marta Torné, Félix Gómez y José Miguel Antúnez, los 15 ya están listos para elaborar su primer 'platochispas'.

placeholder Concursantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)
Concursantes de 'Masterchef Celebrity 4'. (TVE)

Se supone que tienen 60 minutos para hacerlo y, mientras los aspirantes demuestran su torpeza, yo me topo con los primeros bostezos. Me parece que no ha sido buena idea eso de tumbarse para ver un programa de cocina. Me aburro. De verdad, no me gusta cocinar, pero lo de esta gente es la torpeza máxima. Tamara no sabía que para cocer unos espárragos es necesario pelarlos antes. ¡Alma de cántaro, estás destrozando el oro navarro! Así, de refilón, mientras escribo he visto unas manos partiendo alcachofas sin limpiar.

Esta tropa es tremenda. Empiezo a pensar que no soy tan mala entre fogones, aunque no me gusten. Tener sangre navarra y una madre que cocina como los ángeles me parece que imprime carácter. Desde luego, no se puede hacer peor.

A estas alturas, no me explico el éxito del programa, supongo que esto irá 'in crescendo' a medida que pasen las galas y los aspirantes vayan cogiendo tablas. De verdad, me incomoda el montaje. No puedo evitar acordarme de los 'tróspidos' ('¿Quién quiere casarse con mi hijo?'). Por no hablar de esa banda sonora, una amalgama de 'Benny Hill' y las comedias americanas de los años cincuenta que me ha puesto la cabeza como un bombo.

Almudena Cid pide el comodín de la llamada a la madre. ¡Qué lista es! Ese es el que mejor se me da a mí. ¡Qué haría yo sin el teléfono! La de veces que he cocinado vía Skype, si a eso se le puede llamar cocinar y no hacer de pinche a distancia. Gracias a las nuevas tecnologías, he sido capaz de hacer asados para 20 personas, chipirones en su tinta, menestra (ojo, a la navarra, con todos sus líos, ingrediente a ingrediente) y lo que se me ponga por delante. Siempre y cuando no le pidas a la jefa una cantidad exacta, porque siempre contesta lo mismo: "Yo qué sé, yo se lo pongo a ojo". Y no digo nada cuando se trata de la cocción. "¿Cuánto tiempo tengo que dejarlo en el fuego?". "Pues a ojo también, qué preguntas más absurdas me haces". Lo dicho, bendito Skype.

Lo sé, estoy desvariando, pero es que me carga este momento de cata. Mientras los aspirantes bautizan a sus platos de manera absurda, los miembros del jurado los prueban y dan su veredicto, he decidido sentarme en una silla del comedor. Tiesa como un vara. Se trata de no dejarse caen en los brazos de Morfeo y la 'chaise longe' no ha sido buena idea esta noche. Así, desbarrando y con mi batalla contra el sueño, Ana Obregón y Juan Avellaneda se convierten en los capitanes de la prueba por equipos, al tiempo que el diseñador se alza con el triunfo y los 4.000 euros de la primera noche.

La prueba por equipos, para ser el primer día y viendo la inutilidad manifiesta de estos pseudococineros, me parece una faena, complicadísima. Tienen que guisar para 42 comensales unos platos cuya elaboración deben finalizar en la mesa. Continúo aburrida, muy aburrida. No hago más que mirar el reloj y agradecer que estemos en La 1 y no haya parones publicitarios. Lo sé, me repito como el ajo, pero, con la mano en el corazón, cada vez entiendo menos el éxito de este programa. Que me perdonen sus fans.

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Lo confieso, no he visto 'Masterchef' en mi vida. No me gusta cocinar. Cuando estoy sola, le quito el polvo a la vitrocerámica. Esto es tan cierto como que al día le sigue la noche. No me gusta cocinar, es más, podría decir que lo odio, y eso que tengo un amigo que siempre me recomienda que saque el verbo odiar de mi vida, puesto que el simple acto de odiar es tan terrible que merece que lo arrincone del vocabulario habitual. Bueno, pues eso, que detesto manejar los fogones. Ni en mis mejores sueños se me habría ocurrido tenderme en la 'chaise longe' para ver un 'talent' de cocina.

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