La policía interviene tras los insultos a Chicote en '¿Te lo vas a comer?' en La Sexta

El equipo de '¿Te lo vas a comer?', encabezado por Alberto Chicote, se desplazó a Canarias con el fin de comprobar la situación de los comedores escolares en la última entrega emitida este miércoles, 5 de junio. Al tratarse de una de las cuatro Comunidades Autónomas donde hay una tasa mayor de obesidad infantil, el prestigioso cocinero quiso conocer de primera mano cómo se elaboraban y supervisaban los menús, pero con lo que no contaba es que iba a llegar a tener que intervenir la policía durante su investigación.

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Tras conocer la versión de las autoridades, Chicote se desplazó a la sede de la empresa de catering Naranjo y Enríquez, la cual provee a más de 40 colegios públicos. Para su sorpresa, ninguno de sus responsables quiso dar la cara, ni presencialmente ni por teléfono: "No vamos a hacer ningún tipo de declaración", le espetaban.

Precisamente a las puertas de esta empresa, y mientras todavía mantenía esta conversación telefónica, el cocinero era insultado desde una de las puertas del recinto: "¡Me cago en tu puta madre!", le gritaba un hombre, unas palabras ante las que Chicote respondía con tranquilidad: "Yo le mando saludos a mi madre sin ningún problema, pero, ¿qué problema tiene usted?". Ante esta cuestión, el silencio.

Acto seguido el presentador se dirigía a cámara (y a los espectadores) sin perder el sentido del humor: "Estas son las únicas palabras que recibido de esta empresa, al menos ya tenemos un trato más familiar".

Lo que Alberto no sabía es que, según pronunciaba este chascarrillo, hasta tres unidades de policía se personaban en la sede de la empresa para conocer qué estaba sucediendo. Tras una rápida explicación por parte de Chicote, uno de los agentes se limitaba a verificarle algo que el cocinero ya sabía: "Mediando entre ambas partes solo puedo decir que si se quieren quedar aquí que se queden, pero que no van a atenderles".

Tras esta intervención, Chicote sí lograba al menos conversar con una de las empleadas, quien le facilitaba el nombre del nutricionista que supervisaba todos sus menús, un dato que sirvió, en última instancia, para acabar desacreditando todavía más a la compañía.