El trauma desconocido de Alejandra Rubio, la hija de Terelu Campos: "Era la marginada"

Alejandra Rubio no deja de sorprender con sus confesiones. En el último vídeo, publicado en su canal de Mtmad (Mediaset España), la hija de Terelu Campos reconoce que ella también sufrió bullying o acoso en el colegio. "Hubo épocas en las que lo pasé fenomenal y otras en las que fue más difícil para mí". Según su relato, los problemas empezaron a medida que fue creciendo y sus compañeros se fueron dando cuenta de quién era. Alejandra culpa, en parte, a las madres de aquel rechazo, porque son siempre ellas -dice- quienes acaban influyendo en las hijas.

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La hija de Terelu ha decidido desvelar este duro episodio de su vida y hacerlo público. Nunca hasta ahora lo había contado porque para superarlo optó por olvidarlo y quitarle importancia. Todo comenzó en quinto y sexto de primaria. "Las niñas se portaron fatal conmigo, siempre me excluían de los grupos". Alejandra recuerda que sus compañeras tenían un grupo de baile que le encantaba, pero nunca llegó a formar parte del mismo. "Yo era siempre la marginada, les caía mal [...] y me dejaban bastante de lado".

Es una cosa que nunca he contado porque la olvidé y no le he dado importancia

Pero la vida siempre da muchas vueltas. De hecho, "una de esas niñas ha sido después una de mis mejores amigas". Alejandra Rubio ha tenido ocasión de solucionar los malos rollos con algunas compañeras, pero "otras se portaron muy mal conmigo". La hija de Terelu lamenta que ni siquiera sus profesores estuvieron ahí cuando necesitó de su ayuda: "No era santo de su devoción".

A pesar de ese trauma, de sentirse apartada y excluida de los grupos, Alejandra Rubio continuó en aquel colegio. Fue más tarde cuando tomó la determinación de cambiar de centro, "porque necesitaba cambiar de aires y de gente". Según sus palabras, "quería gente menos uniformada, menos santa y más espabiladilla".

Los complejos de Alejandra

Alejandra confiesa también en este último vídeo algunos de sus complejos. "Hubo un momento que era la bajita de la clase. Todos mis compañeros se habían desarrollado y yo era un retaco. Siempre llevaba unas botas negras con calaveras y metía un taco de papel higiénico hasta hacer como una cuña para parecer más alta".

Siempre he sido una desordenada en casa de mi madre, pero he madurado y ahora soy limpia y ordenada

Según cuenta, su padre empezó a cebarla "a bocatas de salchichón" y lo cierto es que en poco tiempo pasó a ser "la más alta de la clase por mucho tiempo". Hoy día, ya no tiene aquel complejo. Mide 1,71 cm frente a su madre o abuela. "Ellas son superbajitas y les sacó bastante". Tal vez por ello, dice que ha salido más a su padre.

Otro de sus complejos es que siempre ha sido superflaca. "Iba al colegio con tres leotardos para hacer más gorditas las piernas". Estaba obsesionada por parecer más gordita, por lo que no dudaba en ponerse hasta 'leggins' debajo de los pantalones. "Ahora estoy supercontenta porque las piernas me han engordado un poquito".

Lo que no ha cambiado es su miedo. "Soy miedosa", reconoce. "Cuando era pequeña no podía dormir sola, pensaba que había fantasmas, que iban a entrar a robar... Creo que hay cosas [tras la muerte] y que hay gente que se queda aquí. Sinceramente, me da miedito. Esa es la razón por la que -cuenta- va encendiendo luces cuando avanza por el pasillo.