Las lecciones vitales (y televisivas) del emocionante regreso de 'Got Talent'

'Got Talent España' estrenó este lunes, 28 de enero, su cuarta temporada en Telecinco, y lo hizo renovando su plantel de jueces con la incorporación de Paz Padilla y Eva Isanta en el lugar de Jorge Javier Vázquez y Eva Hache. Sin embargo, aunque el cambio funcionó bien al resultar un soplo de aire fresco, lo mejor de este regreso fueron las importantes lecciones vitales y televisivas que el programa dejó en forma de emocionantes actuaciones.

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Sorprender a público y jueces no es sencillo a estas alturas, pero el equipo de casting del programa lo logró gracias a contar historias que transgredían al talento de sus protagonistas. La base del concurso sigue siendo encontrar a grandes talentos desconocidos, pero el espacio cobra fuerza si por el camino además muestra historias humanas que emocionan, que traspasan la pantalla por su verdad y, encima, sirven como denuncia social. Una televisión que enriquece.

Risto Mejide: "Me he sentido tocado por los dioses con tu voz"

Lo hizo con la poesía de Brandon, ganador de la última temporada, y lo ha vuelto a hacer en este arranque de la mano de Cyntia. Esta mujer llegó a España en patera, y solo aquí descubrió todo su potencial: "Estuve recibiendo clases de español para poder integrarme en esta sociedad. Me di cuenta de mi voz cuando llegué a España, ya que en Camerún no cantaba. Me presenté a las pruebas de un coro y me cogieron como solista, pero no he recibido clases de canto en mi vida".

Su talento natural fue tan impresionante que hasta el propio Risto reconoció haberse sentido "tocado por los dioses" y Paz Padilla habló de música celestial. Las redes sociales se deshacían entonces en halagos hacia una artista con mayúsculas, pidiendo ya su pase a la gran final como una de las grandes favoritas (pese a ser solo la segunda actuación de la temporada).

No sería esta la única actuación que cumpliría con los atributos anteriormente mencionados ya que posteriormente las lágrimas inundaría el teatro, y las casas de lo espectadores a juzgar por sus comentarios en redes sociales, con un coro de ancianos enfermos de alzhéimer. 'Les veus de la memoria' se presentaron a través de uno de sus portavoces: "Las canciones que cantamos en el centro no se me quedan grabadas en las neuronas, se me quedan grabadas en el corazón. Nosotros podemos, no nos podemos quedar en casa, tenemos que salir diariamente y expresarnos tal y como somos. La música nos está dando vidilla".

"Queremos dedicar esta actuación a todas las familias que tienen un enfermo de alzhéimer en su casa", proseguía entonces una de sus cuidadoras antes de dar paso a la actuación. No era el talento lo que sobresalía en esta historia de superación, pero el mensaje calaba rápidamente entre el público, pidiendo el pase de oro, embargados de emoción por la actitud de lucha de sus protagonistas, de felicidad ante la batalla que estaban ganando en ese preciso instante.

Paz Padilla tomaba la palabra entonces: "Viéndolos tan felices me da pena que no puedan recordar mañana este momento, pero nos tenemos que quedar con esta felicidad". "Me siento afortunada y feliz de dedicarme a la música al ver el poder que tiene en un caso como el vuestro. Da gusto ver cómo lo disfrutáis", añadía Edurne, quien a duras penas podía hablar de la emoción de cantar con ellos su tema 'Amanecer'.

"Esto es un subidón, es un regalo para nosotros", concluía Eva Isanta, un sentimiento que resumió a la perfección las dos actuaciones más destacadas de la velada, por talento y por emoción. Hasta Risto dejó ver su lado más sensible con una actuación que le tocó la fibra como pocas.

La emoción y al denuncia no acabaría aquí. De la mano de José Luis los jueces pudieron de manifiesto que "los límites no existen, se los pone uno mismo". El joven bailarín se subió al escenario tras perder una pierna en un accidente con 16 años, un obstáculo que no le impidió conseguir los cuatro síes por parte del jurado: "Sentí que mi vida se acababa, quise suicidarme dos veces".

Afortunadamente no lo hizo. "No sobrevive el más perfecto, sino el que mejor se adapta, y tú eres un ejemplo de ello", analizaba Risto antes de darle un tirón de orejas a la aerolínea que le impidió subir las herramientas que le permitían quitarse la prótesis.