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2018, el año en el que Netflix perdió la paciencia y despidió una serie al mes
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2018, el año en el que Netflix perdió la paciencia y despidió una serie al mes

En los últimos doce meses la plataforma de streaming ha dicho adiós al doble de producciones propias que en 2017, entre ellas, algunos de sus proyectos más ambiciosos

Foto: Montaje: R. Cano
Montaje: R. Cano

El 29 de agosto de 1997, Marc Randolph y Reed Hastings fundaron un servicio de alquiler de películas por correo postal al que llamaron Netflix. Diez años después, los sobres y los deuvedés comenzaron a perder interés por culpa de internet y los servicios de transmisión ‘online’, el lugar al que dirigieron su modelo de negocio. Randolph y Hastings crearon una biblioteca de contenidos que se renovaba y crecía continuamente, al igual que su número de suscriptores. Un éxito que les permitió probar suerte en la producción propia de contenidos. Y de paso cambiar la historia de la industria audiovisual.

El 1 de febrero de 2013 Netflix estrenó ‘House of Cards’, su primer proyecto completamente propio, que se despidió definitivamente en 2018 con su sexta temporada. Más allá de la innegable contribución del escándalo sexual de Spacey como factor acelerador del desenlace, la creación de Beau Willimon acusaba el agotamiento propio de su longevidad, y Frank Underwood ya no resultaba tan relevante en las redes sociales como antaño.

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El adiós de la primogénita no fue el único que la compañía vivió en 2018, cuando Netflix casi duplicó las cancelaciones del año anterior. Sus suscriptores han visto los últimos doce meses cómo trece de las producciones propias de la plataforma han finalizado definitivamente, algunas de ellas de forma inesperada. Otras, fulminantemente, porque en el año que acabamos de dejar, además de cancelar más de lo habitual, Netflix ha cancelado rápido. Sirva como ejemplo que, como veremos más adelante, cuatro de sus nuevos proyectos fueron suspendidos después de que hubieran pasado menos de sesenta días desde su fecha de estreno.

El continuo crecimiento del número de producciones de la compañía de Hastings y Randolph lleva a la inevitable conclusión de algunos de ellos. A veces porque, el que mucho abarca poco aprieta, y no todo alcanza la calidad deseable, y otras veces por el inevitable ciclo de la vida creativa. Pero en este rincón seriéfilo hemos querido curiosear un poco más en la corta vida de Netflix como creadora, y con la imprescindible colaboración de mis compañeros de la Unidad de Datos de El Confidencial hemos revisado la contabilidad de producciones propias desde que la compañía apostó por ellas. Y además del balance creciente de cancelaciones, resulta destacable la sangría de superhéroes que la plataforma ha sufrido este año con algunos de sus proyectos más ambiciosos.

Trayectorias ascendentes

Durante sus tres primeros años en la industria televisiva, Netflix estrenó siete producciones propias y canceló una, que no era del todo suya, ‘Lilyhammer’. En 2015 la compañía ofreció a sus suscriptores una docena de nuevos proyectos exclusivos, pero mantuvo a cero el marcador de desenlaces forzosos. Un año después solo le llegó la hora a ‘Marco Polo’, que tuvo el honor de ser la primera producción propia a la que los jefes le ponían fecha de caducidad. Y la biblioteca de la plataforma añadía dieciséis nuevas series. Así que hasta enero de 2017 la compañía solo había cancelado dos producciones propias y había estrenado 35. Dos menos que las que han debutado en Netflix solo en 2018.

Como se puede observar en el gráfico, y como cualquier aficionado a las series de televisión ha experimentado en sus propias carnes, las series exclusivas de la plataforma se han multiplicado incontrolablemente. En 2017 estrenó 28 ficciones nuevas, el doble que el año anterior, y se cancelaron siete. En 2018 llegaron 37 nuevas incorporaciones, y ha puesto fin a casi el doble (menos una) que en el año anterior.

2019 ha arrancado con cuatro producciones propias que se despedirán de sus seguidores los proximos meses, ‘Una serie de catastróficas desdichas’, que ya lo hizo el día 1, ‘Orange Is the New Black’, ‘Easy’ y ‘Unbreakable Kimmy Schmidt’. Toda una declaración de principios que tal vez sirva para que no dejen todo para el último momento, y cancelen cinco series en los tres últimos meses del año, como vivimos el pasado otoño.

Novedades efímeras

2018 ha sido para Netflix el año en el que despidió su primera serie, y la que más tiempo llevaba en pantalla, pero también el año en el que puso fin a la producción que menos aguantó en sus planes creativos. Desde el mes de diciembre, la serie de animación adulta ‘Super Drags’ tiene el honor de ser la cancelación más rápida de la plataforma, con tan solo 43 días desde su estreno hasta el anuncio de su no renovación.

En abril ‘Todo es una mierda’ había establecido el récord de velocidad en 49 días, aunque a lo largo del año también se vivieron otras despedidas meteóricas, como la de ‘The Good Cop’, con 53 jornadas, o ‘Seven Seconds’ con una más. Aunque la compañía vendió este último anuncio como una reconversión en miniserie que, sobretodo, trataba de sacar provecho en las ceremonias de premios. Y el experimento no le ha ido mal, gracias a Regina King.

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La comedia afroamericana ‘All about Washingtons’, que se mantuvo 69 días “con vida”, es la quinta producción propia estrenada y cancelada en 2018. El año en el que ‘Día a Día’ y ‘GLOW’ temieron por su continuidad, y que dejó a casi una decena de series pendientes de su futuro en la plataforma.

Este quinteto de bruscos desenlaces ha contribuido indiscutiblemente a bajar la mediana de la duración de los proyectos de Netflix, que se sitúa en los 539 días. Casi un año y medio, que superan nueve de las series canceladas, mientras que siete de ellas no alcanzan los cien días de duración.

Finiquito para tres superhéroes

En noviembre de 2013 los aficionados al universo Marvel se frotaron las manos ante el anuncio de una de las apuestas más interesantes y esperadas por todos ellos. Netflix, que acababa de comenzar a dar sus primeros pasos en el mundo de las ficciones exclusivas, iba a ser la encargada de emitir el paquete de adaptaciones de novelas gráficas producido por ABC Studios y Marvel TV, compuesto por cuatro series y una miniserie. A ellas se sumó en 2017 ‘The Punisher’ que el día 18 estrenará su segunda temporada.

Seis años después Frank Castle y ‘Jessica Jones’, que volverá próximamente con su tercera temporada, son los únicos superhéroes de Netflix que podrán seguir narrando su historia. Ni ‘Daredevil’, que por el momento es la más extensa, ni ‘Luke Cage’ ni ‘Iron Fist’ han logrado sobrevivir a la fiebre liquidadora de la plataforma. Lo que para algunos era la “incursión más ambiciosa de Marvel en la televisión de acción” hasta entonces, es ahora un fracaso al que probablemente ha contribuido la gran cartera de producciones que la compañía tiene pendientes de estreno a corto y medio plazo.

Por mucho que Hastings y Randolph quieran atarnos al sofá, los días tienen 24 horas y aunque el número de suscriptores no para de crecer, el espectador debe renunciar a unas series para poder ver otras. El tiempo nos dirá si el deseo de Netflix de acaparar el mercado del ocio audiovisual casero hace de ella una firma en la que, como las cadenas convencionales, vive permanentemente agobiada por sus (desconocidas) audiencias y se olvida definitivamente de la paciencia de la que antaño presumía. Lo que sí parece probable es que, para cuando celebre su primera década en el negocio, la balanza de cancelaciones y estrenos estará más equilibrada que en sus primeros años. Porque, al fin y al cabo esto es un negocio, y de lo que se trata es de que sea rentable. Aunque sea a costa de las producciones favoritas de millones de seguidores en todo el mundo.

* En la segunda tabla, ‘Seven Seconds’ aparece con una duración de dos años cuando en realidad es de dos meses. El error no ha influido en las conclusiones posteriores.

El 29 de agosto de 1997, Marc Randolph y Reed Hastings fundaron un servicio de alquiler de películas por correo postal al que llamaron Netflix. Diez años después, los sobres y los deuvedés comenzaron a perder interés por culpa de internet y los servicios de transmisión ‘online’, el lugar al que dirigieron su modelo de negocio. Randolph y Hastings crearon una biblioteca de contenidos que se renovaba y crecía continuamente, al igual que su número de suscriptores. Un éxito que les permitió probar suerte en la producción propia de contenidos. Y de paso cambiar la historia de la industria audiovisual.