Roberto Leal, reportero, presentador…y nostálgico empedernido
A Roberto Leal se le nota el desenfado. En conversación telefónica con Vanitatis es fácil notar la naturalidad que exhibe cada tarde presentando 'España Directo'
A Roberto Leal se le nota el desenfado. En conversación telefónica con Vanitatis es fácil notar la naturalidad que exhibe cada tarde en España Directo, un programa al que le está ofreciendo lo mejor, al que llegó hace años como reportero y al que ha vuelto como flamante presentador. “Las tardes de Televisión Española son duras y tenemos una competencia feroz. En Espejo Público estaba de maravilla pero hasta Sussana Griso me dijo que no podía decir que no a un reto así”, asegura. Sin embargo, su espontaneidad crece cuando habla de su nuevo libro, Cuando los muñecos de la tele tenían un señor dentro, en el que repasa con nostalgia la niñez de los de su quinta, aquellos que crecieron entre bocadillos de Nocilla, capítulos de Heidi y Verano azul. “Siempre he sido una persona nostálgica. Echo de menos cosas de nuestra infancia, aunque entiendo que todo debe progresar o aún viviríamos en la Edad de Piedra”.
En una televisión que vive por y para la nostalgia, con miles de programas que recuperan imágenes de archivo y un siglo XXI que ha nacido en medio de la nostalgia, Leal repasa con humor aquellos años, después de rechazar varias propuestas de escribir libros sobre sus vivencias como reportero. “Me parecía un poco presuntuoso escribir mis experiencias como reportero. Prefería contar algo que me hiciese gracia”.
Y así, entre gracia y gracia, Roberto recuerda aquellos tiempos y a aquellos jóvenes que esperaban pacientemente a Navidad para conseguir su videojuego favorito o ligaban a través del desaparecido Messenger. “Creo que nosotros no crecimos tan rápido como los niños de ahora. Yo lo veo en mis sobrinos, que cogen el móvil ysaben hasta desbloquearlo. Mi sobrina, con cuatro años, ya sabe que puede buscar cualquier cosa en internet”.
¿Disfrutan esos niños como lo hizo él? “Ellos tienen la posibilidad de tener algo de manera inmediata y a mí a veces me gustaría que disfrutasen más de la infancia”, dice el presentador, que recuerda con una sonrisa los trompos que se intercambiaban en los recreos, no presagiaban el Whatsapp ni en sueños y veían las series de dibujos en televisión y no en una Tablet. “Somos una generación bisagra; la que mejor ha recibido los cambios tecnológicos porque han vivido entre dos siglos. Parezco mi padre, y eso que lo criticaba, pero quiero poder contar a mis nietos algún día que cuando ibas a buscar a tu amigo tenías que hacerlo en su portal y no a través del teléfono móvil”.
Respecto a su profesión, el libro encajaría con la visión que él tiene de su propio futuro. “Me encanta el entretenimiento. Estoy muy a gusto en España Directo pero a largo plazo me gustaría hacer algo en lo que empiece y acabe riéndome. No me quiero quedar con la espinita de hacer un concurso o algo así”, asegura este hombre de 35 años, prematuramente nostálgico y consciente de haber vivido un tiempo que nunca volverá, pese a que asegura que de los treinta a los cuarenta y tantos “se está en la plenitud de la vida”. Una plenitud que ha convertido a este joven en el rostro que puede salvar las tardes de Televisión Española con ese desenfado que ha convertido en su principal baza.
A Roberto Leal se le nota el desenfado. En conversación telefónica con Vanitatis es fácil notar la naturalidad que exhibe cada tarde en España Directo, un programa al que le está ofreciendo lo mejor, al que llegó hace años como reportero y al que ha vuelto como flamante presentador. “Las tardes de Televisión Española son duras y tenemos una competencia feroz. En Espejo Público estaba de maravilla pero hasta Sussana Griso me dijo que no podía decir que no a un reto así”, asegura. Sin embargo, su espontaneidad crece cuando habla de su nuevo libro, Cuando los muñecos de la tele tenían un señor dentro, en el que repasa con nostalgia la niñez de los de su quinta, aquellos que crecieron entre bocadillos de Nocilla, capítulos de Heidi y Verano azul. “Siempre he sido una persona nostálgica. Echo de menos cosas de nuestra infancia, aunque entiendo que todo debe progresar o aún viviríamos en la Edad de Piedra”.