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Mentiras y gordas... y terror descafeinado
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Mentiras y gordas... y terror descafeinado

Puede que sea injusto que la ópera prima de Sergi Vizcaíno recuerde a la que un día firmó la exministra de Cultura, Ángeles González Sinde. Pero

Puede que sea injusto que la ópera prima de Sergi Vizcaíno recuerde a la que un día firmó la exministra de Cultura, Ángeles González Sinde. Pero eligiendo a tantas estrellas juveniles como en Mentiras y gordas en un mismo cartel es inevitable que el espectador no pueda visionar esta película sin caer en los tópicos de siempre del cine quinceañero.

Pero hay más. XP3D es también ejemplo de tener un guion manido. El filme evoca a otros éxitos internacionales como La matanza de Texas o Viernes 13 y nos presenta un argumento trasnochado y sin ningún tipo de factor sorpresa, siendo el suicidio de toda película de terror que se precie.  

Cinco estudiantes de medicina se ven envueltos en una investigación en Susurro, un pueblo abandonado donde vivió uno de los asesinos más sangrientos que continuó su matanza después de su muerte. A partir de aquí, el director construirá una historia rápida (dura 89 minutos), poco creíble y sin un clímax razonable, despachando sin perdón al espectador a través de un desenlace paticojo.

Todo ello aderezado con terror descafeinado y con rostros televisivos como Amaia Salamanca, la única que se salva mínimamente, Úrsula Corberó, Luis Fernández, Maxi Iglesias, Óscar Sinela o Alba Ribas, para construir una historia sobrenatural que no logra escapar de la carcajada del espectador.

En resumen, la única aprobación que tendrá será por parte de la audiencia carpetera, que acudirá en tropel a visionar a las estrellas de Física o Química, El Barco o Gran Hotel. Salvo estos reclamos necesarios en tiempos de crisis, nada más se salva de la horca. Ni siquiera el discutible 3D.   

Puede que sea injusto que la ópera prima de Sergi Vizcaíno recuerde a la que un día firmó la exministra de Cultura, Ángeles González Sinde. Pero eligiendo a tantas estrellas juveniles como en Mentiras y gordas en un mismo cartel es inevitable que el espectador no pueda visionar esta película sin caer en los tópicos de siempre del cine quinceañero.