Tarantino se pone la zancadilla
Tarantino se fue a la guerra. Y ni hay dolor ni pena, sino mucho, pero que mucho entretenimiento. Eso sí, no esperen un Doce del patíbulo
Tarantino se fue a la guerra. Y ni hay dolor ni pena, sino mucho, pero que mucho entretenimiento. Eso sí, no esperen un Doce del patíbulo al uso, porque se van a llevar un chasco. Malditos bastardos debería encuadrarse dentro de un género aparte llamado tarantiniada, en el que se deberían encuadrar esas películas que son una mezcla de cinefilia irónica -a veces más bien copia que homenaje a títulos mayores y menores del séptimo arte- y amor por la violencia un tanto descarnada.
Tarantino se fue a la guerra. Y ni hay dolor ni pena, sino mucho, pero que mucho entretenimiento. Eso sí, no esperen un Doce del patíbulo al uso, porque se van a llevar un chasco. Malditos bastardos debería encuadrarse dentro de un género aparte llamado tarantiniada, en el que se deberían encuadrar esas películas que son una mezcla de cinefilia irónica -a veces más bien copia que homenaje a títulos mayores y menores del séptimo arte- y amor por la violencia un tanto descarnada.