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El dron más pequeño del mundo tiene el tamaño de una patata frita
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Sólo 25 gramos

El dron más pequeño del mundo tiene el tamaño de una patata frita

Con sólo 22 milímetros de distancia entre rotores, el diseño utiliza un sistema de hélices superpuestas que lo hace más eficiente y aumenta el control, manteniendo un vuelo y una levitación estables

Foto: El robot diminuto es perfecto para misiones espías y meterse por sitios imposibles. (Sam Hoarder)
El robot diminuto es perfecto para misiones espías y meterse por sitios imposibles. (Sam Hoarder)

Este dron cámara es tan pequeño que puede colarse por cualquier sitio, volando de forma estable, flotando y maniobrando con la misma agilidad que un dron normal aunque su diseño tenga poco que ver con los cuadricópteros a los que estamos acostumbrados. La diminuta aeronave, que cabe en un tubo de Pringles sin problemas, puede ser la máquina perfecta para filmar desde lugares imposibles, espiar, o ayudar a operaciones de fuerzas especiales. Las posibilidades de uso son tantas y tan potencialmente comprometedoras que, si los vendieran comercialmente, probablemente serían ilegales en muchos países.

"Quería construir el dron FPV más pequeño del mundo", afirma su creador en el vídeo, el youtuber conocido como Hoarder Sam. Eso significada romper con la idea de que los drones de 65 milímetros eran el límite para conseguir un vuelo estable. El resultado es un aparato que no sólo vuela, sino que lo hace con precisión y control total en un tamaño de patata frita.

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Rediseño radical

La base del proyecto fue tomar los componentes electrónicos de un microdron comercial, el BetaFPV Air65, y trasplantarlos a un nuevo cuerpo radicalmente más compacto. La inspiración vino de un diseño antiguo de la comunidad de drones conocido como "bone drone", que superpone las hélices para conseguir un perfil extremadamente estrecho. El objetivo era comprimir la estructura sin perder la funcionalidad de los componentes principales.

Para lograr esta miniaturización, Sam diseñó en el programa SolidWorks un nuevo chasis de solo 22 milímetros de distancia entre motores, una reducción de casi el 70% respecto al original. Este nuevo esqueleto, impreso en 3D con plástico PLA, organiza la controladora de vuelo en un sándwich de dos placas y coloca los motores en soportes específicos que permiten la superposición de las hélices. La estructura final, una vez ensamblada con su batería y cámara, pesa apenas 25 gramos.

Microcirugía y componentes clave

El corazón del dron es una controladora de vuelo 5 en 1 con un procesador G473 y un giroscopio ICM42688P, que le proporcionan una potencia de cálculo inusualmente alta para su tamaño. Esta se combina con cuatro motores 0702SE II de 23.000KV y una batería Lipo de 300mAh, encajada en diagonal para ahorrar hasta el último milímetro. La cámara FPV, la misma del modelo original, se sitúa en un pequeño soporte frontal.

El ensamblaje fue un trabajo de precisión milimétrica. Hoarder Sam tuvo que desoldar y resoldar cada conexión bajo una lupa, recortar los cables a la medida exacta y perforar manualmente los orificios del chasis con una broca de 1,2 milímetros para asegurar el ajuste de la tornillería. Colocó cada componente estratégicamente para no interferir con las hélices ni con el centro de gravedad del diminuto aparato.

El desafío del software

Una vez montado, el dron era físicamente una máquina nueva y su software de control original no podía hacerlo volar. La configuración de "hueso" confundía por completo al sistema. Utilizando el configurador Betaflight, Sam tuvo que reescribir los parámetros de vuelo. Descubrió que la orientación de la controladora estaba desviada 45 grados y que el orden de los motores era incorrecto, lo que hacía que el dron se volteara al intentar despegar. Tras corregir el ángulo de guiñada y remapear los motores, el microdron finalmente respondió como quería.

A pesar de su diseño y su peso, la máquina es 100% funcional. Logra un tiempo de vuelo de dos minutos y medio, solo 30 segundos menos que el dron comercial del que proviene. Aunque su despegue debe hacerse lanzándolo a mano para evitar que las hélices golpeen el suelo, una vez en el aire demuestra agilidad y estabilidad. Este proyecto es una demostración de cómo la reimaginación de los principios de diseño puede llevar la tecnología a nuevos límites.

Este dron cámara es tan pequeño que puede colarse por cualquier sitio, volando de forma estable, flotando y maniobrando con la misma agilidad que un dron normal aunque su diseño tenga poco que ver con los cuadricópteros a los que estamos acostumbrados. La diminuta aeronave, que cabe en un tubo de Pringles sin problemas, puede ser la máquina perfecta para filmar desde lugares imposibles, espiar, o ayudar a operaciones de fuerzas especiales. Las posibilidades de uso son tantas y tan potencialmente comprometedoras que, si los vendieran comercialmente, probablemente serían ilegales en muchos países.

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