China vuelve al ataque contra EEUU: limitará nuevos materiales estratégicos

Lejos de abrir la mano con los materiales, China quiere controlar aún más quién accede a las cadenas de suministros de tierras raras vitales para la industria y la defensa que ha construido durante décadas mientras EEUU y Europa pasaban del tema y se contentaban con depender de Pekín. Como ya predijimos en nuestra serie documental Control Z, Pekín está usando su dominio total de la cadena para ahogar a occidente. Y esto sólo acaba de empezar.

Como cuenta el diario hongkonés South China Morning Post, el Ministerio de Comercio chino anunció el pasado jueves una serie de nuevas restricciones a la exportación que suponen una "actualización importante" de su régimen de control, según los analistas. Las nuevas reglas, que entran en vigor el 1 de diciembre, expanden el alcance de las limitaciones mucho más allá de las materias primas para incluir la tecnología y la propiedad intelectual asociadas a su procesado.

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La contundencia de la ofensiva de Pekín la resume el veterano de la industria de las telecomunicaciones Xiang Ligang, quien afirma que no se esperaba que la resolución de los cuellos de botella en la industria china de semiconductores ocurriera tan rápido. En menos de cinco años, asegura, el problema está básicamente resuelto. “Incluso como optimista, no esperaba que sucediera tan rápido”, declara Xiang, subrayando la nueva posición de fuerza desde la que China lanza su órdago.

El verdadero arsenal chino

El cambio fundamental en la estrategia de Pekín es que las restricciones ya no se limitan a los materiales en bruto. Las nuevas reglas afectan a la transferencia de tecnologías y equipos para la extracción, procesado, fundición y separación de las tierras raras. Según Wang Dan, directora para China de la consultora de riesgos Eurasia Group, “estas restricciones tendrán poco impacto en la producción de China, pero profundizarán la dependencia extranjera del ‘know-how’ chino”.

El verdadero misil teledirigido contra Washington está en la cláusula cuarta de la nueva normativa. Esta estipula que las solicitudes de exportación destinadas a la producción de chips lógicos de 14 nanómetros o inferiores y memorias de 256 capas o superiores, así como los equipos para su fabricación, serán sometidas a una revisión “caso por caso”. Lo mismo se aplicará a las exportaciones destinadas a la investigación y desarrollo de inteligencia artificial con potenciales usos militares.

El impacto en la industria de semiconductores, aunque indirecto, es crítico. Elementos como el neodimio y el disprosio son esenciales para los motores de precisión de las máquinas de litografía, la herramienta fundamental para fabricar chips. Otros como el lantano y el cerio se usan para fabricar el vidrio óptico y los compuestos de pulido de sus lentes. Controlar estos materiales complica la capacidad de las empresas extranjeras para producir y mantener sus equipos más avanzados.

Esta nueva confianza china se basa en sus propios avances tecnológicos. Xiang Ligang afirma que China no solo ha desarrollado una gama completa de herramientas de fabricación de chips que igualan a las mejores del mundo, sino que ha llegado al punto de poder regular la exportación de su propio equipamiento. “Estados Unidos quiere desarrollar su propia fabricación de chips, pero no puede usar despreocupadamente equipos de China”, apunta Xiang.

El movimiento es claramente una ficha de negociación de alto valor de cara a las próximas negociaciones entre China y Estados Unidos. Wang Dan considera que “el acceso y control de las tierras raras se espera que sea un punto central de negociación”. Pekín busca forzar concesiones estadounidenses en aranceles y semiconductores demostrando “un nuevo nivel de confianza y sofisticación en el uso de los controles de exportación como herramienta geopolítica”.

La ofensiva no se limita a las tierras raras. El mismo día, el ministerio anunció controles a la exportación de componentes para baterías de litio, materiales para ánodos de grafito y ciertos "supermateriales", sustancias sintéticas con una estabilidad estructural excepcional. Es una estrategia coordinada para proteger las tecnologías que China considera estratégicas para su seguridad nacional y su dominio industrial.

Llegamos tarde a la partida

La reacción de Occidente parece llegar tarde y sin la contundencia necesaria para alterar el tablero. Estados Unidos ha intentado reducir su dependencia impulsando la producción doméstica, con inversiones en mineras como MP Materials, que acaba de montar su primera instalación de procesado y fabricación de imanes. Y también buscando alianzas estratégicas con otros países. Sin embargo, estos esfuerzos se estrellan contra la realidad de los números: China controla cerca del 70% de la minería global de tierras raras y el 90% de su capacidad de procesado mundial.

El verdadero poder de China ya no reside solo en la extracción del mineral, sino en el conocimiento para procesarlo y aplicarlo, un monopolio intelectual que ahora blinda por ley. Mientras Occidente busca desesperadamente abrir nuevas minas, Pekín ha cambiado las reglas del juego una vez más. La partida ya no va de quién tiene los materiales, sino de quién posee la tecnología para usarlos. Y en esa partida, ahora mismo, China acaba de declarar jaque.