Revelan nuevas pérdidas rusas críticas en el genial bombardeo ucraniano
La operación 'Spiderweb' no para de dar alegrías a los ciudadanos. Hoy hemos sabido que el bombardeo evitó un nuevo ataque masivo ruso, vaporizando decenas de misiles crucero
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Ucrania ha cantado bingo con su ataque de la semana pasada contra bases aéreas rusas. No sólo ha destruido bombarderos nucleares estratégicos críticos para Moscú, sino que además ha eliminado otras armas en una carambola providencial. Varios de esos aviones estaban listos para partir, cargados de misiles crucero. Los drones ucranianos no sólo evitaron una oleada de destrucción sino que acabaron con armas que cuestan millones de euros. Según los expertos, el ataque forzará al dictador Vladimir Putin a dispersar aún más y más lejos a su flota de bombarderos. Esto tendrá consecuencias graves para su capacidad de llegar a territorio ucraniano.
La publicación de nuevo material gráfico inédito, incluyendo vídeos que muestran con claridad el objeto de la destrucción, e imágenes por satélite, confirman pérdidas rusas significativamente mayores a las inicialmente conocidas. El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) difundió hoy los vídeos grabados por los propios drones durante la denominada Operación Spiderweb.
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Misiles cruceros vaporizados
Los vídeos y las fotografías de satélite de alta resolución de Maxar, Airbus Defense and Space y Planet Labs, muestran impactos directos en bases aéreas rusas a más de 4.000 kilómetros de Ucrania. Estas pruebas visuales permiten verificar la destrucción de al menos seis bombarderos estratégicos Tu-95MS Bear y cuatro bombarderos supersónicos Tu-22M3.
En la base aérea de Belaya, en Siberia, las nuevas imágenes de satélite muestran sin lugar a dudas los restos calcinados de tres Tu-95MS y cuatro Tu-22M3. Estos bombarderos son fundamentales para los ataques rusos con misiles de crucero, estaban posicionados en la zona operativa de la base.
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Los vídeos del SBU revelan un detalle crucial: varios de los Tu-95MS destruidos ya estaban armados con misiles de crucero Kh-101. Cada Tu-95MS puede transportar hasta ocho de estos misiles, que llevan una carga explosiva —convencional o nuclear— de 400 kilogramos y son lanzados a cientos de kilómetros del objetivo. Su destrucción en tierra impidió su uso inmediato contra ciudades ucranianas.
La base de Olenya, cerca del mar de Barents en el extremo noroeste ruso, también sufrió daños severos. Las imágenes de satélite identifican claras marcas de quemaduras en la pista, consistentes con la destrucción de al menos cinco aeronaves de las que tres eran bombarderos Tu-95MS. En un extremo de la pista, las imágenes y su comparación con archivos anteriores confirman la destrucción de un avión de transporte An-12. En el extremo opuesto, las evidencias apuntan a otro Tu-95MS destruído.
En la base de Ivanovo, principal centro operativo de aviones radar de alerta temprana esenciales para coordinar los ataques aéreos rusos actuando como ‘ojos en el cielo’, el vídeo del SBU muestra drones impactando contra dos A-50. El análisis visual, sin embargo, muestra que uno de ellos carecía de motores completos y presentaba sus radomos —las grandes cúpulas que albergan los radares— visiblemente deteriorados, indicando que probablemente era una aeronave no operativa. Antes de la invasión a gran escala, Rusia contaba con sólo nueve A-50 operativos. Ha perdido dos en combate aéreo y otro resultó dañado en un ataque previo en Bielorrusia. Cada unidad adicional destruida o inutilizada representa un golpe devastador a su capacidad de vigilancia y control aéreo.
3/ High-resolution @AirbusDefence imagery shot at an oblique angle taken over Olenya airbase on 3 June shows several likely Tu-95 aircraft have been totally destroyed. pic.twitter.com/IfzgcJwMge
— Open Source Centre (@osc_london) June 4, 2025
Según el SBU, sus drones utilizaron algoritmos de inteligencia artificial. Sin la señal de control remoto —algo común en distancias tan largas— los drones pudieron continuar su misión de forma autónoma, siguiendo una ruta preprogramada hasta el objetivo designado y detonando automáticamente. En los documentos gráficos facilitados se observa a los drones aterrizando sobre los aviones rusos antes de explotar.
Columna vertebral rota
A pesar de los intentos rusos por proteger su flota tras el ataque inicial, como la reubicación de bombarderos Tu-160 Blackjack —aviones supersónicos capaces de lanzar armas nucleares, valorados en unos 750 millones de euros cada uno— a la remota base de Vorkuta dentro del Círculo Polar Ártico, todas sus contramedidas demostraron ser ineficaces durante el ataque. Los sistemas antiaéreos Pantsir-S1, desplegados para defender los perímetros de las bases, fallaron en detectar los drones lanzados desde camiones civiles a apenas 5 kilómetros de las pistas. Y sus tácticas de engaño, como pintar siluetas de Tu-95 en el suelo para confundir a los sistemas de reconocimiento visual o colocar neumáticos sobre los fuselajes para alterar su perfil, resultaron inútiles ante la inteligencia artificial ucraniana.
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Las consecuencias estratégicas son profundas e irreversibles. Los bombarderos Tu-95MS dejaron de fabricarse en 1992 y los Tu-22M3 en 1993. Son activos irremplazables. Reactivar su producción es inviable: requeriría recuperar planos técnicos dispersos tras la caída de la URSS, reconstruir cadenas de suministro para componentes obsoletos (como los motores turbohélice NK-12 del Tu-95) e inversiones de decenas de miles de millones de euros. Los aparatos almacenados durante décadas sufren corrosión estructural irreversible y son imposibles de restaurar. La pérdida de cada Tu-95MS elimina la capacidad de Rusia para lanzar hasta 64 misiles de crucero al mes.
Este ataque también afecta a la columna vertebral de la disuasión nuclear rusa. Los Tu-95 y los escasos Tu-160 (Rusia sólo contaba con 16 operativos antes del ataque) son el componente más flexible de su arsenal atómico, capaz de ser reubicado y lanzar armas sin depender de silos fijos. Su destrucción debilita la capacidad rusa para escalar conflictos de manera controlada según su doctrina militar.
Y el golpe de gracia: la dispersión forzada de los bombarderos supervivientes a bases secundarias, menos preparadas y más remotas, reducirá su ritmo operativo en al menos un 30% según estimaciones del Estado Mayor ucraniano, incrementando los tiempos de respuesta y dificultando la organización de ataques masivos coordinados. No es de extrañar que el dictador ruso Vladimir Putin y su aparato de propaganda hayan jurado venganza sin piedad.
Ucrania ha cantado bingo con su ataque de la semana pasada contra bases aéreas rusas. No sólo ha destruido bombarderos nucleares estratégicos críticos para Moscú, sino que además ha eliminado otras armas en una carambola providencial. Varios de esos aviones estaban listos para partir, cargados de misiles crucero. Los drones ucranianos no sólo evitaron una oleada de destrucción sino que acabaron con armas que cuestan millones de euros. Según los expertos, el ataque forzará al dictador Vladimir Putin a dispersar aún más y más lejos a su flota de bombarderos. Esto tendrá consecuencias graves para su capacidad de llegar a territorio ucraniano.