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China construye la presa más alta del mundo: "Como un rascacielos de 100 plantas"
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Ya la están llenando de agua

China construye la presa más alta del mundo: "Como un rascacielos de 100 plantas"

Cuando esté terminada, la presa tendrá 315 metros de altura, aproximadamente unos 100 pisos de altura. Batirá a la que tiene el récord actual, también en Sichuan.

Foto: Ilustración de la presa de 100 pisos de altura escalada con inteligencia artificial.
Ilustración de la presa de 100 pisos de altura escalada con inteligencia artificial.

China ha empezado a llenar el embalse de la futura presa más alta del planeta. La estructura es aún una muralla de hormigón a 3.244 metros de altitud sobre el nivel del mar, en el tramo alto del río Dadu, al suroeste del país. Pero cuando esté terminada alcanzará los 312 metros de altura, comparable a “un rascacielos de 100 plantas”. Es una pieza más del puzle energético chino, que apuesta por renovables, nucleares y plantas térmicas dentro de la red de distribución más avanzada del mundo, que cuenta con líneas de distribución de ultraalto voltaje y titánicos parques de baterías que, al contrario que en España, garantizan en todo momento la estabilidad de la red.

La presa de Shuangjiangkou está siendo levantada por la corporación estatal PowerChina con un objetivo doble: producción eléctrica y control de inundaciones. La construcción preliminar de la presa comenzó en 2008, y en marzo de 2013, el Ministerio de Protección Ambiental de China aprobó la construcción de la superestructura y las instalaciones asociadas. Hoy el embalse ya almacena 110 millones de metros cúbicos de agua—casi ocho veces el volumen del Lago del Oeste de Hangzhou—tras completarse la primera fase del llenado el pasado 1 de mayo. La compañía estatal afirma que la cota actual del agua ya alcanza los 2.344 metros. La primera turbina del complejo entrará en funcionamiento antes de que acabe el año.

Foto: Los drones Los ornitópteros reproducen la dinámica de vuelo con aleteo de las aves reales. (Guard From Above)

Una presa colosal

En cuanto entre en operación completa, la central hidroeléctrica de Shuangjiangkou tendrá una potencia instalada de 2.000 megavatios y generará unos 8.341 millones de kilovatios-hora anuales. Esa producción cubriría las necesidades energéticas de más de tres millones de hogares. PowerChina afirma que esta energía limpia permitirá “sustituir 2,96 millones de toneladas de carbón” y evitar la emisión de 7,18 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, una de las prioridades de Pekín, que ha logrado limpiar el aire de sus ciudades en apenas 10 años después de sufrir uno de los niveles de polución más altos de la Tierra.

placeholder El estado actual de la presa. (PowerChina)
El estado actual de la presa. (PowerChina)

El complejo hidroeléctrico está ubicado en una zona de altísima complejidad geológica, sobre la meseta oriental del Tíbet. Los desafíos de ingeniería han sido extremos, según afirma el diario hongkonés South China Morning Post. “Se han tenido que superar problemas técnicos muy agudos”, escribieron dos ingenieros jefes del proyecto en 2016 en el diario científico Engineering, de la Academia China de Ingeniería. Las dificultades van desde la contención de filtraciones hasta la resistencia sísmica del muro. Para resolverlos, el equipo ha recurrido a robots rodillos, sensores distribuidos por toda la obra, sistemas de comunicación por 5G y drones para detección ambiental.

placeholder El estado actual de la presa. (PowerChina)
El estado actual de la presa. (PowerChina)

La compañía eléctrica china también ha implementado medidas para reducir el impacto ecológico. Una de ellas ha sido el traslado de especies vegetales protegidas a jardines botánicos específicos, según explicaron los ingenieros en la misma publicación. Aun así, el modelo de megapresas chinas ha recibido críticas por los enormes daños colaterales que produce. Las obras hidroeléctricas a gran escala han supuesto la pérdida de biodiversidad, la erosión de suelos, la destrucción de yacimientos arqueológicos y culturales, y el desplazamiento forzoso de millones de personas.

Shuangjiangkou es solo el último capítulo en una historia que China lleva escribiendo desde hace más de siete décadas. Desde los años cincuenta, el país ha construido más de 22.000 presas de más de 15 metros de altura. Esto representa la mitad de todas las presas del mundo construidas en el mismo periodo. De ellas, muchas se agrupan en el suroeste del país, sobre los ríos Lancang, Yangtsé y Jinsha. En este último se levantan tres de las presas más grandes del planeta: Baihetan (que produce 16 gigavatios), Xiluodu (13,86 gigavatios) y Wudongde (10,2 gigavatios). Eso sin olvidar el máximo símbolo del programa hidroeléctrico chino: la presa de las Tres Gargantas. Con una capacidad instalada de 22,5 GW, es la mayor central energética del mundo. En diciembre de 2024, Pekín anunció un nuevo proyecto aún más gigantesco en el Tíbet: la presa de Motuo. Su potencia será de 60 GW, casi el triple que la de las Tres Gargantas.

placeholder El estado actual de la presa. (PowerChina)
El estado actual de la presa. (PowerChina)

Clave en el mix eléctrico chino

La hidroelectricidad ha sido clave para la industria china. A finales de 2024, el país tenía instalados 436 GW de capacidad hidroeléctrica, lo que representa el 13 % del total de generación eléctrica, tanto en capacidad instalada como en electricidad producida (1.285 TWh en 2024). Ese mismo año, las presas generaron un 4,8% más de energía que el anterior. Y en el primer trimestre de 2025, el aumento fue del 7%. El crecimiento continúa, aunque el peso relativo de esta fuente se reduce frente a otras.

Sin embargo, ahora palidece dentro del programa de expansión de las renovables en China, que avanza a un ritmo vertiginoso en un país que dependía enteramente del carbón hace apenas unas décadas y que ha limpiado sus cielos de polución en los últimos diez años. Sólo en 2024, el país añadió 356,5 GW de nuevas instalaciones solares y eólicas al sistema. En el mismo año, añadió 14,4 GW de nueva potencia hidroeléctrica. En febrero de 2025, la capacidad total combinada de energía solar y eólica superó, por primera vez, a la del carbón. La generación conjunta de estas dos fuentes alcanzó el 18% del total nacional, frente al 13 % de la hidroelectricidad.

placeholder Una pequeña fracción del océano de paneles solares que China ha construido en los desiertos del noroeste de China. (Mokun Renewables)
Una pequeña fracción del océano de paneles solares que China ha construido en los desiertos del noroeste de China. (Mokun Renewables)

A nivel global, el 63,8% del crecimiento planetario de renovables en 2024 vino de China. Según Pekín, ya han cumplido su objetivo de capacidad solar y eólica previsto para 2030.

Un aspecto clave en esta transformación es el almacenamiento. China apuesta fuerte por la energía hidroeléctrica reversible, también conocida como bombeo hidroeléctrico. Este sistema permite almacenar electricidad en forma de agua bombeada a un embalse superior, para liberarla cuando hay demanda. A finales de 2024, el país había instalado 40,56 GW de capacidad de almacenamiento por bombeo y planea alcanzar los 80 GW en 2027. Solo la central de Fengning, terminada en agosto de 2024, aporta 3,6 GW, la mayor del mundo en esta modalidad. China concentra ya el 30% de toda la capacidad de almacenamiento hidroeléctrico global, y tiene 89 GW más en construcción. Para las solares y las eólicas, la capacidad instalada de los parques de baterías industriales supera los 62 GW.

China ha empezado a llenar el embalse de la futura presa más alta del planeta. La estructura es aún una muralla de hormigón a 3.244 metros de altitud sobre el nivel del mar, en el tramo alto del río Dadu, al suroeste del país. Pero cuando esté terminada alcanzará los 312 metros de altura, comparable a “un rascacielos de 100 plantas”. Es una pieza más del puzle energético chino, que apuesta por renovables, nucleares y plantas térmicas dentro de la red de distribución más avanzada del mundo, que cuenta con líneas de distribución de ultraalto voltaje y titánicos parques de baterías que, al contrario que en España, garantizan en todo momento la estabilidad de la red.

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