Sólo China tiene la solución para evitar un nuevo apagón en España si queremos renovables
En estos momentos es imposible que España tenga un mix de renovables como el que quiere el gobierno sin contar con titánicos parques de baterías. Y eso pasa por la necesidad (y peligro) de depender de China
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El apagón del 28 de abril evidenció que España carece de la infraestructura necesaria para gestionar un sistema energético dominado por renovables. Sin baterías no hay tu tía, que hubiera dicho Fraga. Y nos guste o no, eso significa que si queremos evitar realmente un nuevo apagón, aparte de la necesidad de reactivar la expansión nuclear en España—como están haciendo otros países europeos, entre ellos Suecia y parece que ahora se plantea la mismísima Alemania— debemos pasar por China, el líder mundial absoluto en la industria de la energía eléctrica, renovables, almacenamiento energético y redes inteligentes de ultraalta tensión.
No queda otra. China construye más del 80% de las baterías de ión de litio en el mundo y tiene números similares en otras tecnologías. También dominan la producción de transformadores de alta tensión —incluso EEUU depende de ellos en sus redes de distribución— y tienen la tecnología más avanzada para la transmisión de ultraalta tensión con diferencia. Los números y el poder de la industria energética de Pekín están más allá de toda duda.
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Bruselas alerta sobre riesgos de seguridad que la dependencia china traerá a la Unión. El Consejo Europeo de Fabricación Solar (ESMC) advierte que los inversores chinos —vitales para conectar plantas solares a la red— pueden ser controlados remotamente por sus fabricantes, exponiéndonos a posibles ciberataques y represalias en caso de conflicto con el país asiático. Como apunta el diario hongkonés South China Morning Post —propiedad del dueño de Alibaba— el secretario general del ESMC Christoph Podewils ha urgido a la UE a “evitar una dependencia similar a la del gas ruso”. Desgraciadamente, guste o no en Bruselas (o en Washington), ahora mismo no nos queda otra que volver a depender de ellos. La alternativa es montar varias industrias desde (casi) cero dentro de nuestras fronteras, algo impensable a corto y medio plazo, que es justamente lo que necesitamos.
La brecha tecnológica entre Europa y China
España cuenta con unos ridículos 10 gigavatios (GW) de capacidad de almacenamiento energético, principalmente mediante centrales hidroeléctricas reversibles —plantas que almacenan energía en forma de agua en embalses elevados para generar electricidad al liberarla. Con esa capacidad de almacenamiento y sin baterías, es imposible tener el ratio de energía renovable deseado por el gobierno español.
Alemania, primera potencia industrial de la Unión, tampoco va mucho mejor: en 2024, contabilizó 19 GW de almacenamiento. Por eso su mix energético depende de las centrales de ciclo combinado después de cerrar nucleares, algo que les llevó a depender de Rusia y trajo en parte la guerra en Ucrania al saber Putin que contaba con esa carta de poder frente a Berlín (por eso ahora Alemania ha parado el desmantelamiento nuclear y puede abrir esa vía de nuevo). Suecia tiene una capacidad de almacenamiento adecuada pero es gracias a su gran sistema hidroeléctrico y su nivel de ayudas, aparte de sus actuales 6 reactores nucleares y cuatro nuevos más en camino (un dato que desmiente los bulos nucleares de Pedro Sánchez ayer en el congreso).
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El hecho es que ningún país europeo—y especialmente España—puede afrontar un uso de las renovables intermitentes como hace China, que ha convertido desiertos enteros en plantas solares con la mitad de capacidad de generación de toda la Unión Europea.
Aparte de contar con centrales nucleares (antiguas y nuevas en construcción), de ciclo combinado y de carbón, China soporta sus centrales solares y eólicas con 137,9 GW, de los cuales 78,3 GW son parques de baterías (el resto son hidroeléctricas). El desfase entre Europa y China es abismal.
Sin las baterías industriales chinas, capaces de absorber los picos de producción de energías variables como la solar y la eólica, equilibrando la red ante fluctuaciones bruscas, sistemas como el ibérico —donde las renovables superan con creces el 50% del mix— son extremadamente vulnerables a cosas como la que pasó la semana pasada (y que han estado a punto de pasar múltiples veces). Esto es algo que comparte Ismael Morales, de la Fundación Renovables. En declaraciones al SCMP, Morales subraya la fragilidad de una red diseñada para fuentes estables —como nucleares o térmicas— frente a la variabilidad de las renovables. “Necesitamos almacenamiento masivo, y ahí China tiene la tecnología”, afirma. Sin baterías que compensen los altibajos —por ejemplo, cuando las nubes reducen la producción solar— los cortes son inevitables.
Dominio chino ineludible
China no sólo domina el 48% del mercado europeo de inversores fotovoltaicos —dispositivos que transforman la energía solar en corriente apta para la red— gracias a empresas como Huawei y Sungrow. También ha construido en los desiertos de Tengger y Gobi una megared de 600 GW, superior a la mitad de la capacidad eléctrica total de Estados Unidos o Europa.
El gigante asiático no solo produce equipos a costes competitivos. Según Milan Prodanovic, del IMDEA Energy, “sus productos son los mejores en ciertos segmentos”. Sungrow, por ejemplo, incrementó un 40% sus ingresos por almacenamiento en 2024 (24.960 millones de yuanes), compensando el declive en ventas de paneles solares.
Su columna vertebral son líneas de transmisión de corriente continua de ultraalto voltaje (UHVDC), que transportan electricidad a miles de kilómetros con pérdidas mínimas (menos del 5%). Esta tecnología, prácticamente inexistente en Europa, permite integrar energías renovables de zonas remotas —como parques solares en desiertos— a centros urbanos eficientemente.
Más allá de apagones puntuales por el desbarajuste del mix eléctrico español motivado por ideas políticas y no científicas, la red eléctrica española y europea debe prepararse también para amenazas existenciales. Un evento Carrington o Miyake —tormentas solares masivas que dañarían transformadores y líneas eléctricas— podría dejar continentes enteros sin suministro durante años. Más de una década, advierte el Pentágono.
China, consciente de este problema potencial, diseña infraestructuras con redundancia y sistemas de formación de red (“grid-forming”), que permiten a parques renovables operar de forma autónoma aunque fallen otras partes de la red. Europa, con una red fragmentada y envejecida, carece de esta capacidad.
La disyuntiva es clara: o nos preparamos ya para lo que pueda venir, o podrá pasar lo mismo otra vez o algo mucho peor. A pesar de los riesgos geopolíticos, se debe asumir el coste de décadas de retraso industrial y vulnerabilidad energética. Como resume Morales: “Las renovables son el futuro, pero sin almacenamiento y redes inteligentes, ese futuro será inestable”. Y en eso, China lleva años luz de ventaja.
El apagón del 28 de abril evidenció que España carece de la infraestructura necesaria para gestionar un sistema energético dominado por renovables. Sin baterías no hay tu tía, que hubiera dicho Fraga. Y nos guste o no, eso significa que si queremos evitar realmente un nuevo apagón, aparte de la necesidad de reactivar la expansión nuclear en España—como están haciendo otros países europeos, entre ellos Suecia y parece que ahora se plantea la mismísima Alemania— debemos pasar por China, el líder mundial absoluto en la industria de la energía eléctrica, renovables, almacenamiento energético y redes inteligentes de ultraalta tensión.