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Luna roja en sólo 5 años

China llegará a la Luna en 2030 mientras EEUU se queda atrás en la carrera

La agencia espacial china afirma que siguen avanzando sin problemas y a buen ritmo para cumplir con su objetivo de poner a sus taikonautas en la Luna en 2030. La NASA, en crisis y con recortes inminentes, no llegará a tiempo

Foto: Ilustración de la entrada a una base China en el subsuelo lunar. (IA/Novaceno)
Ilustración de la entrada a una base China en el subsuelo lunar. (IA/Novaceno)

Si no hay un cambio radical en la NASA y su programa Artemis, China pondrá el primer pie en la Luna desde que EEUU abandonara el programa Apolo en 1972. La agencia espacial china ha anunciado que su programa espacial para volver al mundo explorado por Neil Armstrong y compañía marcha como estaba previsto. Todos los avances y pruebas realizados van como la seda, aseguran, y llevará a sus taikonautas al regolito del preciado satélite en 2030.

Esto significa que su base permanente se completará en la próxima década mientras que la NASA no llegará a tiempo, gracias al terrible planteamiento de sus nuevos y excesivamente complejos sistemas lunares y sus muchos problemas. Encima, además de los innumerables retrasos provocados por los problemas del Starship de Elon Musk, el desastre de su cohete SLS y los fallos de la nave Orion de Lockheed Martin, ahora hay que añadir el desbarajuste total que la administración Trump y sus recortes están provocando en la agencia espacial estadounidense.

Foto: Imagen ultravioleta de la nube de hidrógeno, Eos, a sólo 300 años luz de la Tierra. (Thomas Müller y Thavisha Dharmawardena)

Avances constantes y a tiempo

Como apunta el South China Morning Post, el subdirector de la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA) Lin Xiqiang confirmó el miércoles que las pruebas de los componentes clave para la misión lunar avanzan sin contratiempos.

Tanto el cohete Larga Marcha 10, un cohete de tres etapas con capacidad de transporte superpesada, como la nave tripulada Mengzhou y el módulo de aterrizaje Lanyue, superaron evaluaciones térmicas y de seguridad preliminares. "El desarrollo general de las misiones lunares tripuladas progresa sin problemas", aseguró durante la presentación de la misión Shenzhou 20 a la estación Tiangong.

placeholder El Larga Marcha 10 que llevará taikonautas a la Luna.
El Larga Marcha 10 que llevará taikonautas a la Luna.

Las próximas pruebas incluirán simulaciones de emergencia durante el lanzamiento, dicen, nuevos ensayos de ignición del motor del cohete, el amarre de componentes y vuelos a baja altitud del módulo lunar. "Sentaremos las bases para enviar humanos a la Luna según lo previsto", afirmó.

En 2024, Pekín ejecutó un récord de 68 lanzamientos orbitales, incluyendo misiones emblemáticas como el satélite de retransmisión Queqiao-2 y Chang'e-6, que recolectó muestras del lado oculto de la Luna. En 2025 esperan realizar más de 100. Y en abril completaron la primera constelación de satélites de la historia en el espacio Tierra-Luna, un paso necesario para asegurar las comunicaciones y el control de todo el tráfico espacial entre el planeta y su luna.

El programa de la NASA en estado crítico

Mientras China acelera, la NASA se enfrenta a un escenario opuesto. En diciembre de 2024, la agencia estadounidense pospuso hasta 2026 el primer vuelo tripulado del cohete SLS y la nave Orion, y hasta 2027 el alunizaje Artemis III.

Pero Artemis III podría convertirse en un mero ejercicio orbital, eliminando el descenso a la superficie. El retraso obedece a fallos técnicos críticos: el escudo térmico de la nave Orion se deterioró durante la reentrada de Artemis I en 2022, y el Starship de SpaceX, encargado de transportar astronautas desde la órbita lunar al suelo, acumula numerosas pruebas fallidas y es extremadamente difícil que llegue a tiempo a esa fecha. A esto se suman sobrecostes de 4.300 millones de dólares y tres años de retraso en el desarrollo del cohete SLS, según el inspector general de la NASA, Paul Martin. Ni siquiera existen trajes lunares operativos debido a retrasos en su fabricación.

placeholder Trabajadores mueven el adaptador del vehículo de lanzamiento para Artemis II a la entrada principal del edificio de ensamblaje de vehículos el 7 de marzo de 2025. (REUTERS Steve Nesius)
Trabajadores mueven el adaptador del vehículo de lanzamiento para Artemis II a la entrada principal del edificio de ensamblaje de vehículos el 7 de marzo de 2025. (REUTERS Steve Nesius)

De hecho, la idea de que Artemis III entre en órbita lunar para 2027 resulta extremadamente optimista e improbable. Como criticó Mike Griffin, exadministrador de la NASA, "Artemis es excesivamente complejo, con un precio poco realista".

Pero la complejidad técnica de Artemis es solo una parte del problema. El cohete SLS, gestionado por Boeing, no es reutilizable y su coste por lanzamiento supera los 4.000 millones de dólares, según cálculos del auditor gubernamental estadounidense. Y la nave Orion sigue presentando deficiencias de diseño todavía sin solución definitiva.

El Lunar Gateway, la estación orbital lunar desarrollada con la Agencia Europea del Espacio estaba considerada clave para las misiones pero ahora también está en peligro. "Con Starship, es cuestionable si Gateway es necesaria", admitió un exfuncionario de la NASA bajo anonimato.

Sin embargo, Starship aún no está listo para misiones tripuladas y parece que faltan años para que esté certificado para llevar astronautas al espacio. No sólo eso: SpaceX necesita desarrollar un Starship Lunar marcadamente diferente al que están probando ahora. Esperarlo podría dar una ventaja aún más definitiva a China.

La crisis se agrava con la incertidumbre política. La administración Trump, a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental controlado por Elon Musk, está revisando el presupuesto de casi 100.000 millones de dólares destinado a Artemis. Boeing, contratista principal del SLS, anunció recortes de 200 empleos ante posibles ajustes.

Mientras, Europa, a merced de los EEUU, está fuera de juego.

Grandes diferencias

El contraste entre ambos programas es preocupante. China ejecuta su agenda espacial con prioridad absoluta, centralizando decisiones y recursos. Para Pekín, "es un imperativo nacional" obtener una posición de cabeza en la carrera lunar, llegar antes que nadie y ser ellos quien reparten el bacalao. Su programa, que aúna el esfuerzo estatal con la empresa privada y las universidades con un enfoque similar al del exitoso programa Apolo estadounidense de los años sesenta, funciona. EEUU, en cambio, navega entre la burocracia, los intereses estatales —el Congreso mantiene el apoyo al SLS y el Artemis por su impacto económico en distritos de la industria aeroespacial— y la dependencia de socios comerciales que tienen sus propias prioridades, como SpaceX y Blue Origin.

placeholder El último render del Starship Lunar de SpaceX, poniendo róvers en la superficie. (SpaceX)
El último render del Starship Lunar de SpaceX, poniendo róvers en la superficie. (SpaceX)

Esta carrera ya no es sólo por plantar banderas, como la que enfrentó a EEUU y la Unión Soviética. Ahora, hay que llegar antes que nadie para hacerse con el hielo del polo sur lunar, recurso vital para bases permanentes que darán lugar a una nueva economía de trillones de euros. Quien llegue primero marcará las reglas. Ahora, mientras China avanza con metódica precisión, EEUU lucha por mantener cohesionado un programa que, en palabras de Griffin, "tendría que cancelarse si primara el sentido común". La ventana de oportunidad se hace cada vez más pequeña para los norteamericanos. Y para los chinos, es lo que dice Xiqiang: "Ningún obstáculo frenará nuestro camino".

Si no hay un cambio radical en la NASA y su programa Artemis, China pondrá el primer pie en la Luna desde que EEUU abandonara el programa Apolo en 1972. La agencia espacial china ha anunciado que su programa espacial para volver al mundo explorado por Neil Armstrong y compañía marcha como estaba previsto. Todos los avances y pruebas realizados van como la seda, aseguran, y llevará a sus taikonautas al regolito del preciado satélite en 2030.

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