La nueva tecnología del caza invisible chino que debería preocupar mucho a EEUU
China ha conseguido desarrollar un complejo sistema de aterrizaje que permitirá que el J-36 pueda aterrizar en un portaviones, algo que nunca se había conseguido para un avión de estas características
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Los ingenieros del caza furtivo de sexta generación chino J-36 han revelado un avance crítico para el proyecto que resuelve un desafío técnico sin precedentes en la historia de la aviación y que EEUU tendrá que resolver si quiere competir por la hegemonía militar a nivel planetario: su sistema de aterrizaje en portaviones, la clave para desplegar el avión en cualquier parte del globo.
Los estadounidenses utilizan ahora un sistema llamado ‘Magic Carpet’ (alfombra mágica) que está diseñado para aviones con cola como el F/A-18. Los chinos usan un sistema similar para sus cazas, como los que también usa la marina francesa, pero ninguno de estos sistemas funciona con los cazas de sexta generación porque no tienen timón de cola. Si la US Navy quiere aviones ultra-sigilosos como el J-36, deberá desarrollar un sistema de aterrizaje completamente nuevo.
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Un sistema sin precedentes
Según Tao Chenggang —subdirector de diseño del Instituto de Investigación y Diseño de Aeronaves de Chengdu (AVIC) que detalla el nuevo sistema de aterrizaje chino en el diario científico revisado por pares Acta Aeronautica et Astronautica Sinica— los riesgos para los pilotos que intenten aterrizar un avión de ala volante en un buque en movimiento son “extremadamente altos”.
La ausencia de estabilizadores horizontales y la interferencia entre superficies de control redundantes —como elevones, flaps de inclinación y deflectores de ranura— complican mucho la estabilidad del caza que, además, tendrá que compensar el efecto estela del buque, causado por las turbulencias tras el portaaviones.
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La investigación detalla un sistema de “control de fuerza directa” que desacopla los ajustes de trayectoria de la postura del avión, permitiendo modificar su sustentación en el aire sin comprometer el equilibrio. Este mecanismo emplea matrices Jacobianas, que establece una relación entre dos espacios vectoriales —el movimiento tridimensional del avión y del portaviones— para calcular en tiempo real cómo deben orientarse las superficies de control. Según los científicos, el sistema funciona gracias a lo que llaman ‘Observador de Perturbaciones de Tiempo Fijo (FTDO)’ que, según el equipo chino, está inspirado en algoritmos de mecánica cuántica.
La solución china integra la vectorización de empuje tridimensional de sus tres motores —cuyas toberas se mueven para cambiar la orientación del caza— y superficies como timones de arrastre incrustados en las alas. Los ensayos, realizados bajo condiciones extremas de viento cruzado y movimiento de cubierta, demostraron una precisión excepcional.
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El resultado es que, en simulaciones con olas de hasta seis metros, el sistema redujo el error de altitud a sólo dos centímetros durante turbulencias intensas, logrando que el 90% de los aterrizajes se concentrasen entre el segundo y tercer cable de arresto, los dispositivos que frenan el avión al aterrizar en la cubierta del barco.
Un gigante con tres motores y ambiciones estratégicas
Nuevas imágenes del J-36, captadas durante vuelos de prueba sobre Chengdu, muestran un diseño triangular sin cola y una configuración inédita que utiliza tres motores: dos bajo las alas y uno tras la cabina.
Con una longitud estimada de 23 metros y un peso entre 45.000 y 54.000 kilogramos, supera en tamaño a cazas de quinta generación como el J-20. Mientras analistas como Malcolm Davis, del Instituto Australiano de Política Estratégica, sugieren que podría facilitar misiones de largo alcance con cargas pesadas, otros, como Kelly Grieco del Stimson Center, sugieren que los tres motores podrían deberse a limitaciones en el desarrollo de motores avanzados: “El uso de tres motores indica que China aún no domina la tecnología necesaria para propulsores de alto rendimiento.” Yoon Suk-joon, experto del Instituto Coreano de Asuntos Militares, calificó el diseño de ‘retrógrado’, al priorizar masa sobre agilidad, y cuestionó su diferenciación respecto al bombardero furtivo H-20 en desarrollo.
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La revelación pública del J-36 coincide con la aceleración de programas rivales como el F-47 estadounidense o el NGAD de la Armada de EEUU, cuyo contrato se adjudicará en unos meses. Davis subrayó que China busca desplegar antes que Occidente un caza de sexta generación con capacidad de vuelo ‘supercrucero’ —vuelo supersónico sin postquemador—que integre sistemas de inteligencia artificial para coordinar enjambres de drones de combate (CCA). Aunque Pekín no ha confirmado esta integración, imágenes de 2022 mostraron un J-20 operando con UAVs furtivos, algo que apunta en esa dirección.
El despliegue del J-36 en aguas lejanas, como advirtió Yoon, podría orientarse a ataques preventivos contra bases estadounidenses en Guam o Japón usando misiles hipersónicos. Como apunta el South China Morning Post, el verdadero avance estará en cómo China integre todas estas tecnologías disruptivas.
Los ingenieros del caza furtivo de sexta generación chino J-36 han revelado un avance crítico para el proyecto que resuelve un desafío técnico sin precedentes en la historia de la aviación y que EEUU tendrá que resolver si quiere competir por la hegemonía militar a nivel planetario: su sistema de aterrizaje en portaviones, la clave para desplegar el avión en cualquier parte del globo.