China tiene todas las cartas y puede derribar la civilización moderna cuando quiera
Sabíamos que el quasimonopolio de las tierras raras chino era el arma más poderosa en su arsenal. Ahora, EEUU experimentará el efecto real de la cadena de suministro china. El mundo puede venir después
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"China ya ha ganado la guerra de los materiales". Andrew Barron, uno de los mayores expertos en materiales del planeta, no se anduvo con rodeos cuando lo entrevistamos para el documental Control Z sobre los peligros de la dependencia de nuestra civilización del cuasimonopolio de Pekín en minerales de tierras raras. Si no dejamos de depender del monopolio virtual de China en tierras raras, advirtió entonces, podríamos enfrentarnos al colapso del mundo moderno y la economía en unas pocas décadas. Suena a película distópica de ciencia ficción, pero este escenario potencialmente catastrófico comenzó hoy para Estados Unidos, cuando el gobierno de Xi Jinping emitió una suspensión inmediata de las exportaciones de minerales y magnetos de tierras raras, en represalia contra las políticas comerciales del presidente Trump.
Esto no es solo un contratiempo en la cadena de suministro, es una detonación geopolítica con consecuencias directas para la economía y todas nuestras vidas. Pekín controla el 69 % de la minería mundial de tierras raras y un asombroso 85-90 % del refinado y procesamiento, la compleja alquimia que transforma el mineral bruto en los materiales que hacen absolutamente todo lo que es crucial para nuestra vida cotidiana, desde tu teléfono hasta tu ordenador, pasando por tu coche eléctrico y los servidores que hacen que todo funcione. Incluso su cepillo de dientes eléctrico. Si hace ''bip", depende de estos minerales. Y sin el dominio del procesamiento de China, incluso los minerales extraídos en otros lugares son funcionalmente inútiles.
Ahora se han congelado las licencias de exportación de samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandio, itrio, utilizados para fabricar los potentes imanes en muchos de los motores eléctricos que son cruciales en vehículos eléctricos, robots, satélites, misiles y drones. Pekín también ha prohibido la exportación de los propios imanes (producen el 90 % de los imanes de tierras raras a nivel mundial).
Y esto es solo un aviso con efectos muy graves para industrias importantes, especialmente el sector de la defensa. Si China quisiera, también podría prohibir las exportaciones de litio (controla aproximadamente el 67 % de la capacidad de refinado mundial) y de baterías, de las que controla (el 80 % de la producción mundial). Ahora mismo, muchos ejecutivos de industrias desde Detroit hasta Dresde se asoman al abismo pensando en la posibilidad de una mayor escalada.
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Este estrangulamiento no es accidental. Durante décadas, Pekín ha utilizado subsidios estatales, desregulación ambiental e inversiones estratégicas en el extranjero para acaparar el mercado. Mientras Estados Unidos cerraba su última gran mina de tierras raras en 2002 —Mountain Pass, revivida posteriormente en 2017 por MP Materials—, China se aseguró importantes minas de minerales de tierras raras en todo el mundo, especialmente en América del Sur y África, desde el litio de Chile y Bolivia hasta el cobalto en la República Democrática del Congo. Hoy en día, controla el 60 % de la minería de litio, el 77 % de la producción de celdas de batería y el 90 % de la fabricación de imanes de tierras raras. "Esencialmente han monopolizado toda la cadena de suministro de vehículos eléctricos", afirma Barron.
China decide quién recibe qué y cuándo. Incluso las asociaciones con aliados se tambalearán. Australia extrae litio pero carece de capacidad de refinado; la surcoreana LG Chem produce baterías pero depende del grafito chino. Y, por supuesto, habrá un gran problema con los imanes: el neodimio está en casi todas las máquinas que nos rodean. Sin él, todo, desde los coches hasta las turbinas eólicas, se detiene.
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Efecto dominó
La congelación de las exportaciones de China perturbará enormemente la economía estadounidense y, por ende, la economía mundial. Si Pekín decide ir un paso más allá y usar todo el poder de su cadena de suministro, puede derribar a quien quiera. Esto es lo que pasaría:
1. Automoción
Una escasez de imanes de seis meses también podría detener el 80% de la producción mundial de vehículos eléctricos, lo que costaría a los fabricantes de automóviles 150 000 millones de dólares en ingresos perdidos. Los vehículos híbridos, dependientes del lantano en las baterías de níquel-metal hidruro, se enfrentan a retrasos similares. Estos contratiempos corren el riesgo de prolongar la dependencia de los combustibles fósiles y descarrilar los objetivos climáticos.
Aquí en Estados Unidos, Tesla, Ford y GM dependen del litio refinado en China, mientras que el 80% del cobalto mundial —fundamental para las baterías de alto rendimiento— está controlado por empresas chinas. Como señala Ho-Yin Mak, profesor asociado de Gestión de Operaciones e Información en la Universidad de Georgetown: "No se puede construir un ecosistema de vehículos eléctricos de la noche a la mañana cuando China lo tiene todo".
2. Tecnología y semiconductores
El iPhone de Apple depende de las baterías para la alimentación y del neodimio para la retroalimentación háptica y los altavoces, como todos los teléfonos, ordenadores, tablets, y todo lo que se te ocurra. Western Digital y Seagate requieren tierras raras para los cabezales de lectura/escritura de los discos duros, fundamentales para el almacenamiento de datos. Y no olvidemos los chips: la fabricación de semiconductores depende del europio y el terbio para el grabado.
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3. Energía renovable
Para que se hagan una idea de lo dependientes que somos de las tierras raras chinas para la energía, una turbina eólica típica de 3 megavatios de GE requiere 2 toneladas de tierras raras. Estados Unidos pretende desplegar 30 GW de energía eólica marina para 2030, pero una escasez de imanes podría retrasar el 50 % de la capacidad planificada. Las turbinas existentes se enfrentarán a crisis de mantenimiento. Las piezas de repuesto para instalaciones antiguas, como las de las explotaciones terrestres de Texas, podrían tardar años en conseguirse. La producción de paneles solares, dependiente del terbio y el europio para las células fotovoltaicas, se enfrenta a cuellos de botella similares.
4. Defensa
Al Pentágono definitivamente no le gustará la suspensión de la exportación. Ha advertido que los retrasos en el suministro de estos materiales podrían comprometer la seguridad nacional. Casi todos los aviones y sistemas de armas complejos dependen de las tierras raras, desde los drones MQ-9 Reaper de General Atomics hasta todos los misiles guiados. Todos ellos utilizan imanes de tierras raras para los sistemas de guía. Los actuadores del F-35 de Lockheed Martin dependen del samario-cobalto. Pero lo mismo ocurre con los aviones comerciales de Boeing. ¿Y esos nuevos aviones F-47 que tanto le gustan a Trump? No serán posibles sin estos minerales.
5. Sanidad
Las máquinas de resonancia magnética de Siemens Healthineers dependen de imanes de samario-cobalto para la obtención de imágenes. La escasez retrasará las nuevas máquinas y comprometerá el suministro de piezas de repuesto para el mantenimiento. Esto, a su vez, disparará los costes en todo el sistema sanitario, retrasará los diagnósticos y tensará los sistemas de salud.
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6. Bienes de consumo
Desde auriculares comol los Apple AirPods o los auriculares con cancelación de ruido de Bose hasta los cepillos de dientes Philips Sonicare, todos utilizan motores dependientes de tierras raras. Y si algo tiene baterías recargables, tres cuartos de lo mismo.
7. Industria pesada
Los robots industriales de ABB y las máquinas CNC de Fanuc requieren tierras raras para su funcionamiento de precisión. Una escasez podría perturbar la fabricación mundial, desencadenando despidos e inflación.
Sin escapatoria
La peor noticia es que Estados Unidos no tiene soluciones rápidas para esto. La administración Trump podría acelerar las asociaciones con fabricantes de baterías coreanos como LG Chem, pero ampliar la producción llevará años. De nuevo, Corea del Sur también depende de China, como todos los demás. Y puede que alguno piense que las baterías de litio-ferrofosfato (LFP) que utiliza Tesla ayudarán porque evitan el cobalto. Pero, otra vez más, el litio también está controlado por China y, ¿adivinen dónde se fabrican las baterías de Tesla? ¡Shanghái! La china CATL produce el 75 % de las baterías LFP mundiales.
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Estados Unidos también carece de infraestructura de refinado. MP Materials —una empresa estadounidense de materiales de tierras raras— inauguró una planta de producción de imanes este año en Texas, pero eso es una tirita en comparación con las necesidades a las que se enfrenta la industria. Y la minería nacional de estos minerales se enfrenta a obstáculos en Estados Unidos. Los depósitos de litio de Nevada se enfrentaron a la oposición local y solo fueron aprobados en octubre de 2024. Mientras tanto, el cobalto de Minnesota permanece sin explotar. Trump puede acelerar todo esto, pero llevará años hacerlo realidad. Incluso si roba todos los minerales de tierras raras de Ucrania, esos depósitos también están en gran medida sin explotar. Y sí, me repito como un disco rayado, pero el refinado está controlado casi por completo por Pekín. Incluso si Estados Unidos pudiera asegurar todos los minerales brutos que necesita, construir refinerías para alcanzar ese nivel les llevará años.
Y olvídad el reciclaje. Los sistemas actuales recuperan menos del 5% del litio. Como nos contó Solomon Asfaw, experto en baterías de la Universidad LUT de Finlandia, en una entrevista en vídeo: «La eficiencia debe alcanzar el 95% para compensar la demanda. De lo contrario, solo estamos retrasando el colapso».
En otras palabras: no hay una solución a corto o medio plazo para esto, lo que hace aún más sorprendentemente asombroso que la administración Trump no lo viera venir. Lo de las tarifas ha sido un movimiento suicida y China tiene todas la cartas para ganar la partida, como le gusta decir al actual inquilino de la Casa Blanca. Estados Unidos puede invertir miles de millones en minas, refinerías y laboratorios, pero, durante algunos años, nuestra economía seguirá siendo rehén de China. Barron tenía razón. La guerra de los materiales terminó antes de que empezara. China ganó. Ahora viene la rendición de cuentas.
Por cierto, a Europa le pasa exactamente lo mismo.
"China ya ha ganado la guerra de los materiales". Andrew Barron, uno de los mayores expertos en materiales del planeta, no se anduvo con rodeos cuando lo entrevistamos para el documental Control Z sobre los peligros de la dependencia de nuestra civilización del cuasimonopolio de Pekín en minerales de tierras raras. Si no dejamos de depender del monopolio virtual de China en tierras raras, advirtió entonces, podríamos enfrentarnos al colapso del mundo moderno y la economía en unas pocas décadas. Suena a película distópica de ciencia ficción, pero este escenario potencialmente catastrófico comenzó hoy para Estados Unidos, cuando el gobierno de Xi Jinping emitió una suspensión inmediata de las exportaciones de minerales y magnetos de tierras raras, en represalia contra las políticas comerciales del presidente Trump.