El plan de Pekín para convertir el mar de China en el nuevo golfo Pérsico
China está construyendo una base a 2.000 metros bajo el mar de China Meridional para intentar aprovechar los enormes depósitos de hidrato de metano y convertirse en la mayor productora mundial
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China anunció recientemente el inicio de la construcción de un laboratorio submarino a 2.000 metros bajo el mar de China Meridional. Esta especie de estación espacial submarina será el hogar de seis científicos durante más de un mes que estudiarán, entre otras cosas, la posibilidad de extraer hidratos de metano, un recurso energético muy abundante en la zona que podría convertirla en un nuevo golfo Pérsico.
La base estará en una región de emanaciones frías situada en la cuenca de Qiongdongnan, al noroeste del mar de China Meridional. Las filtraciones frías se forman en regiones de actividad tectónica donde la materia orgánica se queda atrapada bajo los sedimentos del fondo marino y se va degradando. Cada movimiento de las placas tectónicas provoca grietas por las que el hidrato de metano y otros hidrocarburos salen disparados hacia arriba.
El hidrato de metano es una formación cristalina de gas metano atrapado en el hielo. Este combustible fósil es menos contaminante que el carbón o el petróleo y los científicos chinos estiman que en el lugar donde se anclará la estación puede haber hasta 80.000 millones de toneladas de reservas equivalentes de petróleo.
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Esta cantidad se acerca a los casi 115.000 millones de toneladas de crudo que todavía guarda el golfo Pérsico. Por lo que de conseguir extraerlo, Pekín no solo se convertiría en el mayor productor mundial de hidrato de metano, sino que cambiaría los equilibrios de la geopolítica energética.
Una nueva fuente energética
El hidrato de metano es un gas natural que está rodeado por una malla de moléculas de agua congelada. Cuando se quema, libera el gas, pero emite cerca de un 50% menos de gases de efecto invernadero que el carbón, por lo que se puede usar como sustituto de los combustibles fósiles tradicionales.
Estas formaciones son increíblemente densas en energía, retienen hasta 160 veces el volumen de metano en estado sólido, y se encuentran en abundancia bajo el lecho marino. Según el profesor Wang Shuhong, de la Academia China de Ciencias, las reservas mundiales de estos hidratos de gas podrían contener el doble del potencial energético de todos los combustibles fósiles existentes juntos.
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Sin embargo, la extracción de hidrato de metano no es nada sencilla. Estos cristales solo se encuentran bajo una enorme presión y temperaturas extremadamente frías. Cuando se alteran esas condiciones, el compuesto puede volverse muy inestable y peligroso, hasta tal punto que los científicos comparan su extracción con la desactivación de una bomba submarina.
Además, aseguran los investigadores, un solo error en su manipulación podría provocar la acidificación de los océanos, fugas masivas de metano o incluso corrimientos de tierra submarinos que podrían tener graves consecuencias medioambientales. Los científicos han advertido de que la fuga del metano emite gases de efecto invernadero 25 veces más potentes que el dióxido de carbono.
Una ‘estación espacial’ en el mar
El reto para los investigadores será equilibrar la promesa de independencia energética que esta nueva fuente ofrece para China con la necesidad de proteger uno de los ecosistemas más frágiles del planeta. Y aquí es donde entra en juego la próxima estación submarina, que podría estar lista en 2030. "Se trata de proteger los océanos", afirma el profesor Shuhong en declaraciones recogidas por el South China Morning Post.
El objetivo de la estación será explorar y vigilar las profundidades oceánicas. Rastrear los flujos de metano, probar métodos de extracción controlada y estudiar la vida de las profundidades marinas que prospera en torno a las filtraciones frías. Estos oscuros ecosistemas son alimentados no por la luz solar, sino por la quimiosíntesis, en la que los organismos convierten el metano en energía.
La base submarina estará conectada a la extensa red de fibra óptica tendida en el lecho marino y dentro habrá trabajado seis científicos que pasarán entre un mes y 45 días bajo el agua sin recibir luz natural. La estructura soportará una presión 200 veces superior a la del nivel del mar y tendrá que disponer de un avanzado sistema de soporte vital que mantenga a los científicos con vida durante largos periodos de tiempo.
Además, la base estará equipada con sumergibles avanzados como el Jiaolong y el Haima, buques de superficie y observatorios del fondo marino para crear una red de vigilancia cuatridimensional. También contará con el apoyo del buque perforador chino Mengxiang para las tareas de minado.
Mayor presencia militar en la zona
China lleva años buscando la manera de extraer este gas atrapado en las placas tectónicas sin peligro. Aunque el Instituto Euroasiático de Investigación asegura que los investigadores chinos podrían tardar todavía años en encontrar la forma de extraerlo con seguridad para usos industriales.
La base tendrá además otras funciones. Buscará la manera de explotar los valiosos yacimientos de minerales de la zona, como los minerales de tierras raras, el cobalto o el níquel, que son claves para la industria tecnológica mundial. Estudiará la vida marina en busca de nuevas especies y compuestos orgánicos propios del Mar de China Meridional para potenciales aplicaciones biofarmacéuticas. Y ayudará a mejorar la vigilancia de las placas tectónicas para mejorar los sistemas de alerta temprana de terremotos y tsunamis en la región.
Sin embargo, los críticos con el gobierno de Pekín alertan del peligro de aumentar aún más la presencia militar en la zona. El mar de China Meridional es una región muy disputada y Pekín reclama derechos sobre grandes porciones de ese territorio. China ha construido islas artificiales en la zona que han provocado las protestas de países vecinos como Vietnam, Filipinas o Malasia, que no quieren ceder un terreno tan rico en recursos que podrían explotar ellos mismos.
Al igual que sucede con las islas artificiales, la construcción de la nueva base, le da una excusa al gobierno chino para justificar operaciones militares en la zona que protejan estos activos. Además, la base podría servir para que Pekín aumente su capacidad de vigilancia marítima para monitorear los movimientos de todos los buques que pasen por allí.
China anunció recientemente el inicio de la construcción de un laboratorio submarino a 2.000 metros bajo el mar de China Meridional. Esta especie de estación espacial submarina será el hogar de seis científicos durante más de un mes que estudiarán, entre otras cosas, la posibilidad de extraer hidratos de metano, un recurso energético muy abundante en la zona que podría convertirla en un nuevo golfo Pérsico.