Los nuevos motores nucleares con los que la NASA quiere conquistar el sistema solar
Los ingenieros del Centro de Investigación Langley de la NASA trabajan en un sistema de propulsión eléctrica nuclear que se ensambla de forma robótica y autónoma en el espacio
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Una nave espacial tarda entre siete y nueve meses en llegar a Marte. El tiempo depende de la nave espacial y de la distancia entre los dos planetas, que cambia a medida que siguen sus órbitas alrededor del Sol. La Perseverance de la NASA es la última nave espacial en realizar el viaje y tardó unos siete meses.
Si no tomara tanto tiempo, las misiones humanas a Marte serían posibles más temprano que tarde. Por eso, la NASA está explorando la idea de utilizar propulsión eléctrica nuclear para acortar el tiempo de viaje.
Enviar una misión tripulada a Marte es mucho más complicado que enviar un explorador robótico como Perseverance, que se quedará allí una vez que termine su misión. Pero los humanos necesitan regresar a la Tierra. Una de las principales restricciones del viaje son las ventanas de lanzamiento. Estas ocurren cada 26 meses cuando los planetas están más cerca uno del otro, lo que hace que el viaje sea más corto y manejable. Por lo tanto, una misión de regreso con tripulación a Marte podría tardar unos cuatro años, dependiendo de factores como el tiempo que los astronautas estuvieron en el planeta.
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En este momento, se está desarrollando un sistema de propulsión más eficiente que podría transportar una tripulación a Marte en un viaje de ida y vuelta en solo unos dos años, según afirman sus creadores, los ingenieros del Centro de Investigación Langley de la NASA. El equipo está trabajando en un sistema de propulsión eléctrica nuclear que podría poner a Marte a nuestro alcance en ese periodo de tiempo. Estos sistemas utilizan un reactor nuclear para generar electricidad, que se utiliza para ionizar o cargar positivamente propulsores gaseosos y generar empuje.
Pero hay un problema: tiene que ensamblarse en el espacio.
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El sistema se llama Radiadores Ensamblados Modulares para Vehículos de Propulsión eléctrica nuclear o MARVL. MARVL está ideado para desarrollar un vehículo de tránsito a Marte, también conocido como Deep Space Transport (en español Transporte del Espacio Profundo) durante la próxima década.
Uno de los componentes de MARVL es su sistema de disipación de calor, una estructura que una vez desplegada ocupa el tamaño de un campo de fútbol. La idea es dividir el sistema en componentes separados que puedan ensamblarse robóticamente en el espacio.
"Al hacer esto, eliminamos el intento de encajar todo el sistema en la cofia del cohete", explica Amanda Stark, ingeniera de transferencia de calor en NASA Langley e investigadora principal de MARVL. "A su vez, eso nos permite aligerar un poco el diseño y optimizarlo realmente".
Plegar todo el sistema en una carga útil lo suficientemente pequeña como para caber dentro de la cofia de un cohete no es viable. Los ingenieros han plegado con éxito otras naves espaciales y luego las han desplegado después para su liberación. El espejo del JWST es probablemente el mejor ejemplo de ello. Pero el espejo principal del JWST tiene solo 6,5 metros de ancho. Es mucho más pequeño que el sistema de disipación de calor de MARVL y aun así, diseñarlo fue un desafío complicado.
Convertir en modular el sistema de disipación de calor y ensamblarlo en el espacio con robots abre nuevas posibilidades. Los componentes podrían lanzarse al espacio en cualquier orden y en cualquier combinación que tenga sentido.
La robótica espacial está avanzando y desempeñará un papel cada vez más importante a medida que se desarrolle el futuro. Toda la idea es un desafío de ingeniería, pero no está tan fuera de alcance. El Centro de Investigación Langley de la NASA lleva décadas trabajando en este tipo de problemas.
Langley es un enorme complejo que cubre cerca de 300 hectáreas y emplea a miles de ingenieros, técnicos y científicos. Ha realizado contribuciones pioneras a la aviación y los vuelos espaciales. El Centro jugó un papel importante en el desarrollo del Módulo Lunar Apolo y contribuyó a otros esfuerzos como el Telescopio Espacial Hubble y el Viking Mars Lander. La tecnología y la investigación aeroespaciales son uno de sus principales focos de atención.
Esta es una oportunidad para producir un vehículo desde cero que esté diseñado para ser lanzado por piezas y ensamblado en el espacio.
“Los vehículos existentes no habían considerado previamente el ensamblaje en el espacio durante el proceso de diseño, por lo que aquí tenemos la oportunidad de decir: 'Vamos a construir este vehículo en el espacio'. ¿Cómo lo hacemos? ¿Y qué aspecto tendrá el vehículo si hacemos eso?". Creo que va a ampliar nuestro conocimiento de propulsión nuclear”, dice Julia Cline, mentora del proyecto en la Dirección de Investigación de Langley de la NASA. Cline lideró la participación del centro en el desarrollo del plan de maduración de la tecnología de propulsión eléctrica nuclear como precursor de MARVL.
El sistema de propulsión eléctrica nuclear (NEP) no fue el único que se consideró. La NASA también pensó en la Propulsión Térmica Nuclear (NTP) y un diseño de Quad-Wing (ala cuádruple) para el sistema NEP que podría plegarse en la cofia de carga útil del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS). Sin embargo, ese sistema requería una superficie mayor y los sistemas de despliegue en ese diseño eran pesados y complicados. También requería más combustible.
El diseño Bi-Wing tiene varias ventajas sobre el diseño Quad-Wing. Puede lanzarse pieza por pieza en vehículos de lanzamiento comerciales sin necesidad del SLS. La cofia de carga útil del cohete no restringe el tamaño del radiador y evita el flujo solar que impediría el enfriamiento.
La NASA le dio al equipo del proyecto MARVL dos años para desarrollar la idea. Para entonces, los ingenieros esperan tener lista una demostración terrestre a pequeña escala.
“Uno de nuestros mentores comentó: 'Por eso quería trabajar en la NASA, para proyectos como este'”, dijo Stark, “lo cual es fantástico porque yo estoy muy feliz de estar involucrada en esto y siento lo mismo".
Una nave espacial tarda entre siete y nueve meses en llegar a Marte. El tiempo depende de la nave espacial y de la distancia entre los dos planetas, que cambia a medida que siguen sus órbitas alrededor del Sol. La Perseverance de la NASA es la última nave espacial en realizar el viaje y tardó unos siete meses.