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El nuevo mayor telescopio del mundo se convierte en un peligro para EEUU, China y Rusia
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El Observatorio Vera Rubin

El nuevo mayor telescopio del mundo se convierte en un peligro para EEUU, China y Rusia

El telescopio más potente jamás construido puede detectar fácilmente a satélites espías y otras naves espaciales secretas haciendo pública su posición

Foto: El telescopio Vera Rubin que se está construyendo en el desierto de Atacama, en Chile. (Olivier Bonin SLAC National Accelerator Laboratory)
El telescopio Vera Rubin que se está construyendo en el desierto de Atacama, en Chile. (Olivier Bonin SLAC National Accelerator Laboratory)

El telescopio Vera Rubin, que se está construyendo en el desierto de Atacama, en Chile, usará una cámara de 3.200 millones de píxeles para escudriñar todo el cielo del hemisferio sur cada tres días a partir del 2025. Lo hará con un nivel de detalle extraordinario que le permitirá observar objetos en la órbita terrestre baja que midan más de 10 centímetros. Esto incluye satélites espía y otras naves espaciales que podrían revelar información clasificada que comprometa misiones secretas, especialmente aquellas relacionadas con la defensa y la inteligencia.

El telescopio lleva ya 20 años en construcción y ha costado 1.000 millones de dólares que provienen de las arcas estadounidenses. El dinero viene a través de dos agencias, la Fundación Nacional de Ciencia, que proporciona una parte significativa del financiamiento para su desarrollo y operación. Y el Departamento de Energía, que contribuye al proyecto en el diseño y la construcción de instrumentos clave del observatorio, como su carísima cámara.

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Como cuenta su director, el astrónomo Željko Ivezić, en una entrevista con The Atlantic, esta preocupación por la seguridad le ha obligado a tener que negociar un acuerdo con un equipo de funcionarios estadounidenses que no han revelado en ningún momento su identidad. "Ni siquiera sabía con qué agencia estaba hablando", explica el investigador, que se comunicaba con sus interlocutores a través de intermediarios de la Fundación Nacional de Ciencia.

Un potentísimo telescopio

El Vera Rubin es un observatorio astronómico ubicado en el Cerro Pachón, en el desierto de Atacama. Su telescopio Legacy Survey of Space and Time (LSST), está diseñado para realizar un mapeo profundo del cielo nocturno cada tres noches durante 10 años.

En lugar de observar una pequeña muestra del cielo, como hace el James Webb, la cámara de 3.200 megapíxeles del Vera Rubin le permite observar 40 mil millones de objetos en cada ciclo completo, superando la capacidad combinada de telescopios anteriores.

placeholder La lente óptica más grande jamás fabricada que alimentará el sensor de 3.200 megapíxeles del observatorio Vera Rubin. (Farrin Abbott / SLAC)
La lente óptica más grande jamás fabricada que alimentará el sensor de 3.200 megapíxeles del observatorio Vera Rubin. (Farrin Abbott / SLAC)

El nuevo observatorio podrá fijarse en una porción de cielo mucho mayor y, al cabo de 30 segundos, devolver una imagen de esa porción que se extiende 13.000 millones de años luz en el espacio. Luego se moverá ligeramente y se fijará en la siguiente zona del cielo para hacer lo mismo y tras tres noches de ir zona por zona habrá capturado una imagen detallada de todo el cielo del hemisferio sur.

Ivezić asegura que cada una de sus imágenes del espacio contendrá más de 40.000 millones de objetos. Cuando el Vera Rubin detecte un objeto que no haya visto antes, mandará una alerta a toda la comunidad mundial de astrónomos. El telescopio podrá identificar fenómenos como supernovas, asteroides que se acercan peligrosamente a la Tierra y objetos en movimiento en tiempo real, incluidos los satélites espía, algo que no le hace ninguna gracia al Pentágono.

Un nuevo sistema de encriptación

Con su gran capacidad de observación, el Vera Rubin identificará con toda seguridad naves en el espacio que deberían ser secretas. Por eso Ivezić ha tenido que llegar a un acuerdo con sus misteriosos interlocutores.

El gobierno estadounidense ha negociado con el director del Vera Rubin implementar un sistema que filtre información sensible antes de que sea distribuida a astrónomos. Una vez recibida, la imagen se encripta y se envía a un centro seguro en California.

El sistema, financiado por el Pentágono y valorado en cinco millones de dólares, tendrá un software automatizado que elimine imágenes de los objetos espaciales clasificados, como satélites espías. En lugar de llegar cada 30 segundos, la publicación de la imagen a los astrónomos se retrasará tres días y ocho horas, dando tiempo a que los satélites cambien de ubicación antes de que la información esté disponible públicamente.

A pesar de que el tiempo de publicación fue el tema más duro de la negociación, Ivezić asegura que no tiene nada malo que decir de sus misteriosos interlocutores, de hecho dice que le han parecido realmente preocupados por el riesgo de poner en peligro la misión científica del Vera Rubin. "No vinieron a decirnos: 'La ley está de nuestra parte; tenéis que hacer esto y se acabó'", afirma Ivezić. "Después de todo, estamos gastando 1.000 millones de dólares del dinero del Gobierno".

Ivezić no ha aclarado qué sucederá con las observaciones de satélites espía y otras misiones secretas de potencias espaciales como China o Rusia. El observatorio está financiado y controlado por instituciones estadounidenses, lo que significa que sus principales restricciones están diseñadas para proteger los intereses americanos. Es poco probable que otras potencias puedan influir directamente en el manejo de los datos del Vera Rubin. También será difícil que puedan desarrollar contramedidas para evitar que EEUU detecte la posición y actividad de sus naves secretas.

El telescopio Vera Rubin, que se está construyendo en el desierto de Atacama, en Chile, usará una cámara de 3.200 millones de píxeles para escudriñar todo el cielo del hemisferio sur cada tres días a partir del 2025. Lo hará con un nivel de detalle extraordinario que le permitirá observar objetos en la órbita terrestre baja que midan más de 10 centímetros. Esto incluye satélites espía y otras naves espaciales que podrían revelar información clasificada que comprometa misiones secretas, especialmente aquellas relacionadas con la defensa y la inteligencia.

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